Alejandro Horvat
En Europa y también en Asia, la pandemia de Covid-19 recrudeció y en países como Alemania el promedio diario de infecciones de los últimos siete días fue de 217.000. Por eso, en la Argentina la situación sanitaria podría desmejorar de cara al otoño –que empezó ayer– y al invierno si la nueva subvariante de ómicron (BA.2) se esparciera sobre la población cuando, hasta el momento, a nivel nacional solo el 40,6% cuenta con la dosis de refuerzo contra el nuevo coronavirus.
Para el Ministerio de Salud de la Nación, si bien el avance de la cobertura de la campaña de vacunación respecto de la primera dosis y los esquemas completos fue significativo (89,4% y 81,1%, respectivamente), reconoce que desde finales de enero pasado hay “un descenso progresivo en el número de dosis aplicadas por semana y principalmente en la aplicación de la dosis de refuerzo”. Frente a ese panorama, el ministerio propone que “en el marco de la campaña de vacunación antigripal se refuerce la oportunidad de coadministración con la vacuna contra Covid-19 y que se fortalezcan la comunicación y la difusión sobre la importancia de aplicar la dosis de refuerzo antes de la aparición de una nueva ola y la llegada de los meses fríos”.
Desde la provincia de Buenos Aires también reconocen que, pese al trabajo territorial y la vacunación libre, la aplicación de la tercera dosis avanza despacio: en promedio, se suministran entre 40.000 y 50.000 por día. Por ahora recibieron el refuerzo el 41,9% de los bonaerenses. Sin embargo, en la Ciudad se muestran conformes con la cifra alcanzada, el 64,9%.
En tanto, los especialistas consultados por la nacion creen que la campaña de vacunación contra el coronavirus fue perdiendo fuerza y que, en algunos lugares del interior del país, los vacunatorios cierran a las 14. Argumentan que habría que reforzar las campañas de concientización, el trabajo territorial y, sobre todo, enfocarse en los jóvenes, que por razones diversas –como la baja actual de casos– dejaron de lado la aplicación de la tercera dosis.
“Es cierto que ahora la aplicación de la tercera dosis avanza más lento. Estamos vacunando casi 50.000 personas por día, cuando en otros momentos alcanzamos las 180.000 dosis diarias. Pero esto podría tener que ver con que las personas mayores de 50 años, que son las más expuestas al virus, ya tienen aplicado el esquema primario y el refuerzo en un 80%. Ahora nos faltan los jóvenes que, por diversos motivos, postergan la vacunación. Por eso, seguimos haciendo mucho abordaje territorial y también estamos yendo a las escuelas para vacunar a los niños y los niñas”, detallaron fuentes del Ministerio de Salud bonaerense.
Por su parte, desde la cartera sanitaria porteña resaltaron que ellos son los que “lideran el ranking” de aplicaciones de los refuerzos a nivel país con casi el 65% de la población ya inoculada, pero indicaron que si no se avanzó aún más es por dos factores: el período de interdosis entre la segunda y la tercera, que es de cuatro meses y algunos todavía no los han cumplido, y las vacaciones de verano.
Las provincias que menos han avanzado con la tercera dosis o dosis de refuerzo son Tucumán (23,2%), Misiones (24,7%), Chaco (25,6%) y Salta (25,9%). En el plano internacional, Chile inoculó al 84,8% de su población; Brasil, al 35,5%; Uruguay, al 61,1%; Estados Unidos, al 29,8%, y Alemania, al 59,2%.
“Asignatura pendiente”
“La aplicación de la tercera dosis todavía es una asignatura pendiente. Apenas pasamos el 40% de la población, y eso es porque hay una sensación de que la pandemia quedó en el pasado. Habría que instalar vacunatorios en todos lados, porque creo que en la Argentina están dadas las condiciones para que se replique la situación que ahora se da en Europa, aunque tal vez no con tanta intensidad”, señala Jorge Geffner, miembro del Departamento de Microbiología, Parasitología e Inmunología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Eduardo López, infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, advierte que los que se vacunaron con Sinopharm, que fue una de las marcas más usadas en la Argentina, no están bien protegidos contra las nuevas variantes.
La disminución en la eficacia de estos fármacos contra los linajes que fueron surgiendo con el correr de la pandemia es algo que ocurre con todas las marcas, pero los de virus inactivado como Sinopharm –según López– son los que menos capacidad tienen para actuar frente a las mutaciones.
“Es fundamental aplicarse la tercera dosis o dosis de refuerzo, porque todas las vacunas pierden eficacia frente a las nuevas variantes y sus sublinajes. Muchos laboratorios evalúan que si la situación continúa así habrá que dar una cuarta dosis o fabricar una vacuna específica para ómicron”, indica López.
Por su parte, Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), cree que como “se habla menos” del coronavirus y el número de infecciones descendió drásticamente la población comenzó a bajar la guardia y a olvidar o postergar la vacunación.
“Se dejó de hablar de la tercera dosis y la gente se olvida. Sé que, por ejemplo, en la ciudad hay un sistema que te manda mensajes todo el tiempo al celular, pero muchos los ignoran. Quizá faltarían vacunatorios nocturnos para que la gente pueda ir luego del trabajo, o habría que recorrer más el terreno e ir casa por casa. También creo que habrán influido ciertas cuestiones, como el pase sanitario, que se dejó totalmente de lado; eso, sin dudas, tiene un efecto negativo cuando uno quiere comunicar la importancia de la vacunación”, concluye la especialista.