Este año desde el instituto de Biología Molecular de Rosario (IBR) se sumó a la sexta edición del esta celebración lanzada por la European Plant Science Organisation y compartió las investigaciones de sus científicos.
El 18 de mayo se celebró internacionalmente el “Día de la Fascinación por las Plantas”. En esta celebración participan instituciones científicas y especialistas de países de todo el mundo, que se organizaron para transmitir el entusiasmo que ellas les despiertan y concientizar sobre su importancia en nuestra vida.
Este año desde el Instituto de Biología Molecular de Rosario (IBR) se sumó a la sexta edición del esta celebración lanzada por la European Plant Science Organisation y compartió las investigaciones de sus científicos sobre las mismas.
En IBR, actualmente 8 grupos trabajan y aprenden de ellas y con ellas. Se dedican al estudio científico a través de distintos modelos de estudio, desde Arabidopsis Thaliana, hasta papa, cítricos, como naranja y limón, tabaco, maíz y soja, con distintos abordajes metodológicos.
“Analizando el rendimiento de las plantas de soja evaluamos el efecto de genes que aumentan la productividad vegetal identificados en otras especies”, comenta la investigadora María Inés Zanor.
“Usando plantas de Arabidopsis como modelo estudiamos los mecanismos de crecimiento celular conservados en especies de interés agronómico”, destaca el científico Ramiro Rodriguez.
“Comprendiendo como operan los fotorreceptores en las bacterias patógenas de cítricos podemos diseñar estrategias que nos permitan controlar la enfermedad”, subraya la científica Elena Orellano. “Caracterizando genes de resistencia en plantas de cítricos podemos desarrollar estrategias biotecnológicas para controlar bacterias fitopatógenas”, comenta Lucila García.
Darwin fue el primero que distinguió que la luz que se usa para fotosíntesis es distinta a la que usa la planta para responder al ambiente. En su granja en Inglaterra vio que la longitud de onda -de lo que ahora sabemos son los fotorreceptores- es distinta de la que se usa para hacer fotosíntesis. Son señales que salen del cloroplasto para decir “acá hay algo que no esta andando bien” y entonces el núcleo puede responder y corregir eso.
“Los biólogos moleculares pensamos linealmente, para ver como funcionan las cosas las rompemos, vemos todas las piezas y después tratamos de ver como se engancha”, sentencia el investigador Néstor Carrillo.