El Concejo aprobará este jueves una iniciativa que busca frenar la superpoblación de estas aves. Además, harán campañas para que la gente no las alimente
La saga por la superpoblación de palomas que vive Rosario pareciera empezar a tener su fin, ya que este jueves se tratará en el recinto el Programa de Control de Palomas Urbanas. El mismo busca extender la práctica de la anticoncepción sobre esas aves de cinco plazas actuales a otros espacios públicos que el municipio considere a partir de relevar las zonas donde haya mayor aglomeración de las mismas.
Como novedad se incorpora que la Municipalidad deberá realizar campañas de educación ambiental para que las personas no alimenten a las palomas, una práctica sobre la que varios especialistas se mostraron en contra.
La principal causa de la llegada de las palomas a Rosario se centra en la degradación del medio ambiente, con la deforestación en el norte de la provincia y en Santiago del Estero, y los incendios en las islas como exponentes, según explicó a La Capital el ingeniero agrónomo Fernando Cocconi.
La iniciativa para controlar la población de palomas fue presentada por los ediles Miguel Tessandori y Valeria Schvartz con el objetivo de llevar adelante una vigilancia de la natalidad de las especies que hay en la ciudad.
El proyecto propone encarar este control a través del anticonceptivo nicarbazina, que impide la síntesis de calcio en las aves, con lo cual no pueden formar cáscaras para poner huevos, explicó Cocconi, quien trabaja junto a la Municipalidad en la dosificación de granos impregnados con nicarbazina en cinco plazas de la ciudad: San Martín, Sarmiento, Montenegro, del Foro y Pringles.
El Programa de Control de Palomas Urbanas, que se debatirá este jueves en el recinto de sesiones y para el que hay acuerdo para su aprobación, configura como autoridad de aplicación a la Secretaría de Ambiente y Espacio Público.
Ese organismo deberá identificar las zonas de la ciudad donde haya mayor aglomeración de palomas y determinar en qué períodos del año se deberá alimentar a las aves con los alimentos con nicarbazina. Por su parte, deberá tener una evaluación actualizada sobre el impacto de las medidas de control poblacional.
En el artículo 3 se incorpora un punto sobre el que varios especialistas hicieron foco: la alimentación de palomas por parte de las personas. En relación a ello, la normativa insta a la autoridad de aplicación a implementar campañas de educación ambiental con el objetivo de reducir y controlar la alimentación directa e indirecta de las palomas por parte de los habitantes de la ciudad.
Hábitos
Cocconi sostuvo que además de encarar el plan de anticoncepción habría que sumar repelentes ecológicos, para que las palomas se vayan a otros lugares: “El repelente es a base de alicina, que se saca del ajo. Se puede usar en la ciudad, se aplica sobre una masa verde y es ecológico. Con esas dos medidas, la población mermaría considerablemente”. indicó.
Sobre los hábitos de las palomas, profundizó: “Pueden volar 50 kilómetros desde donde duermen a donde comen y hacer el mismo recorrido para volver. Defecan cinco kilos de excrementos al año, donde están contenidos todos los virus y bacterias que transmiten enfermedades”.
A su vez, advirtió que las palomas “no están decretadas como plagas y no se las puede matar”, además de que cualquier intento por poner veneno puede perjudicar a otros animales. “Si un gato se come una paloma envenenada, se muere también”, advirtió.
Problemas en viviendas e industrias
Quienes también señalaron una creciente aparición de palomas en Rosario fueron los fumigadores y controladores de plagas: afirmaron que reciben cada vez más consultas para contratar servicios por esta problemática, tanto en viviendas como en industrias, y que no solo dañan las superficies sino que, además, contaminan alimentos y mercaderías, a la vez que perjudican maquinarias.
En tal sentido, el presidente de la Cámara de Empresas de Manejo Integrado de Plagas (Caemip), Luis Horny, señaló: “Permanentemente estamos recibiendo consultas por problemas con palomas. Se va agravando año a año”.
Los principales inconvenientes que se presentan tienen que ver con las dos especies mayoritarias en la ciudad: la columba, de mayor tamaño, y la torcaza.
Horny advirtió que no solo transmiten “una cantidad de enfermedades importantes” sino que, además, “la paloma es portadora de muchos vectores en su propio cuerpo: garrapatas, chinches, moscas de la paloma, piojillos y ácaros. Las heces que generan, en un balcón o ventana, contaminan de manera directa a quienes están en el interior de la vivienda”, puntualizó.