Varios países se cortan solos y buscan aumentar sus stocks por fuera de los compromisos asumidos por la Unión Europea
28 de febrero de 2021 The New York Times
BRUSELAS.– En una Europa escasa de vacunas y rebosante de dinero, la voracidad por más dosis forzó a los países a negociar entre sí, a evaluar la compra de dosis a Rusia y China, y a lidiar con ofertas de intermediarios que a veces son reales y en otros casos, lisa y llanamente fraudulentas.
En medio de una creciente indignación por la lentitud de la vacunación contra el coronavirus, que dejó a la Unión Europea (UE) muy por detrás de otros países ricos, muchos Estados de la UE empiezan a considerar otras alternativas más allá de la estrategia de adquisición conjunta del bloque, que resulta cada vez más decepcionante.
Así surgió un inmenso mercado negro –o por lo menos gris–, con ofertas provenientes de todos los rincones del mundo, y a veces a precios exorbitantes. Según los primeros resultados de una investigación del organismo antifraude de la UE, los gobiernos de la región recibieron ofertas de vendedores que prometían 460 millones de dosis.
Mientras esperan las entregas de vacunas de parte de la UE, algunos países del bloque también intentan negociar directamente con los laboratorios, pero sin perder de vista el turbio “libre mercado de vacunas”, cuyos vendedores y productos no ofrecen garantías.
El año pasado, la UE se demoró en la compra masiva de dosis a los laboratorios, y actuó semanas después que Estados Unidos, Gran Bretaña y un puñado de otros países. Este año, con una producción de vacunas más lenta de lo esperado, la UE dejó al descubierto su talón de Aquiles y los países iniciaron sus campañas de vacunación a los tumbos.
Según los gobiernos de la UE y la base de datos Our World in Data, a comienzos de la semana pasada, cerca del 5% de los 450 millones de habitantes de la UE recibieron al menos una dosis de la vacuna, contra alrededor de un 14% en Estados Unidos, 27% en Gran Bretaña y 53% en Israel.
Los tropezones del bloque de países más ricos del planeta llevaron la politización de la vacuna hasta el paroxismo. Lo más frustrante para muchos es ver que un exmiembro de la UE, como Gran Bretaña, avanza con su vacunación y sus planes de reapertura, mientras los países del bloque permanecen confinados debido a un nuevo aumento de variantes supercontagiosas y sus economías se hunden más en la recesión.
En los últimos meses de 2020, varios países optaron por renunciar a parte de la cuota de vacunas compradas por la UE que les correspondían en función de la población. Esas medidas se dieron sobre todo en los países menos ricos del bloque, con menos infraestructura y poblaciones difíciles de alcanzar. Esos países vendieron sus cuotas de vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna, que requieren almacenamiento ultrafrío, y decidieron apostar principalmente a la vacuna de AstraZeneca, que es más barata y fácil de manejar.
Pero ocurrió que AstraZeneca tuvo que recortar las entregas previstas para la UE debido a problemas de producción. Y como algunos líderes cuestionaron la eficacia de la vacuna de AstraZeneca en los grupos etarios mayores, que no estuvieron suficientemente representados en los ensayos clínicos, muchos ciudadanos europeos desconfían de esa vacuna, a pesar del visto bueno de los expertos. Pfizer también demoró sus entregas.
Renuncia
En cualquier país, la decisión de renunciar a dosis de vacunas es dinamita política, y las recriminaciones no se hicieron esperar. Polonia renunció a parte de su generosa cuota de Moderna prevista para fines de este año argumentando que llegaría demasiado tarde para hacer gran diferencia, dado que tenían previstas entregas más que suficientes de vacunas de AstraZeneca y, posiblemente a esa altura, también de Johnson & Johnson.
Un funcionario alemán dijo que su país se había asegurado 50 millones de dosis de Moderna, una cifra mucho mayor que la cantidad que le correspondería en función de la asignación de dosis de la UE sobre la base de la población. Funcionarios de la UE confirmaron que Alemania obtuvo por lo menos algunas dosis adicionales de otros Estados miembros.
Alemania también selló un controvertido acuerdo aparte con Pfizer-BioNTech por 30 millones de dosis suplementarias que serán entregadas durante 2021, suscitando indignación en muchas partes de la UE, ya que la nación más rica de la UE, que presuntamente lideraba la estrategia colectiva del bloque, terminó cortándose sola.
El temor de la UE es que esos acuerdos laterales socaven el poder de compra colectivo y pongan en peligro los calendarios de entrega a los 27 países del bloque.
La Comisión Europea dejó en claro que los países de la UE no deberían sellar acuerdos independientes con los mismos laboratorios con los que negociaron contratos para el bloque. En un giro preocupante, altos funcionarios de gobierno e incluso mandatarios han recibido decenas de ofertas no solicitadas de vacunas. Y según Ville Itala, director de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude, pocos de esos vendedores son operadores legítimos. “Están ofreciendo enormes cantidades de vacunas. Hasta ahora son 460 millones de dosis por un monto de 3000 millones de euros”, dijo Itala en una entrevista la semana pasada. “Así que no es algo menor, es un negocio gigantesco que no para de crecer”.
Itala dijo haber tomado la inusual decisión de revelar esa información, apenas una semana después de concluida la investigación de su organismo, porque los potenciales riesgos para Europa eran enormes. Pero las ofertas de vacunas siguen llegando, y las autoridades dicen estar dispuestas a examinar una por una antes de rechazarlas. Itala dijo que la mayor parte de los intermediarios ofrece dosis de AstraZeneca. La empresa dijo que solo cierra acuerdos con gobiernos u organizaciones multilaterales, como la iniciativa de reparto equitativo de vacunas Covax. Pero eso no descarta la posibilidad de que los países no se las revendan a terceras partes por debajo de la mesa.
“AstraZeneca no autorizó ningún envío de vacunas por fuera del contrato vigente con la UE”, dice un vocero de la empresa. “En la venta o distribución de la vacuna en Europa no debería intervenir ningún actor privado”. Si bien muchas de las ofertas son claramente fraudulentas, otras podrían ser legítimas, aunque los precios que se piden son astronómicos.
Matina Stevis-Gridneff
Traducción de Ignacio Mackinze