Cada vacuna tiene su propio periodo de intervalo de dosis; vacunar con una dosis y diferir la segunda debe ser transitorio y solo ante situación de emergencia
25 de marzo de 202119:51
Si se tiene en cuenta el déficit de vacuna en el mundo, en el país se ha planteado la posibilidad de utilizar una dosis con el argumento que así se podría vacunar a mayor cantidad de personas y diferir la segunda dosis. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) insistió que se debían respetar los intervalos de dosis que informó el laboratorio productor. En el caso de las vacunas que utiliza la Argentina, no hay estudios con la vacuna Sinopharm como para diferir la segunda dosis, con la misma eficacia que el intervalo original. En el caso de Sputnik V, declaraciones del director del Instituto Gemaleya, Alexander Ginskurg, a mediados de febrero pasado, consideró que podría aumentarse el intervalo de dosis hasta 60 días. En el Reino Unido se planteó para la vacuna de AstraZeneca un intervalo de dosis de 12 semanas, medida sugerida por el comité asesor del Ministerio de Salud, aunque rechazado por otros expertos.
Por lo tanto, no se puede generalizar el diferimiento de la segunda dosis. Cada vacuna tiene su propio periodo de intervalo de dosis. Vacunar con una dosis y diferir la segunda debe ser transitorio y solo ante situación de emergencia pero siempre dentro de los límites de días ya enunciados, porque puede generar una falsa seguridad de estar inmunizado con una dosis y, en particular, los adultos mayores que presentan la probabilidad de responder con menores títulos de anticuerpos, como se ha visto con otras vacunas como la de gripe. Además, recordar que ninguna vacuna elabora anticuerpos en títulos significativos antes de los 14 días y se desconoce la duración de los títulos de anticuerpos protectores.
El muy buen plan estratégico para la vacunación contra la enfermedad Covid-19, desarrollado por el Ministerio de Salud, contempla vacunar como población prioritaria a los adultos mayores que es alrededor de 7.300.000 personas con el objetivo de disminuir la hospitalización y la mortalidad. De hecho, alrededor del 84% de las muertes en nuestro país son de mayores de 60 años. Si bien la Argentina no escapa a la dificultad de conseguir vacunas a nivel mundial, el análisis de las que se aplicaron a mayores de 60 años es algo más de 1.200.000 dosis, que representan no más del 16 % de la población mencionada.
Además, si uno desglosa las distintas provincias observa una importante diferencia en los porcentajes de aplicación en esa franja etaria, así en Buenos Aires y de Santa Fe se dieron vacunas solo a un 13% de su población de adultos mayores, mientras que CABA ese número es cercano al 20%, San Luis fue la que aplicó mayor porcentaje a esa franja etaria, cerca del 27%. Esto datos conocidos recientemente revelan que todavía queda sin vacunar alrededor de 6.000.000 personas mayores de 60 años al menos con una dosis, siendo lo recomendable dos dosis.
Si se analiza el ritmo de vacunación, según el muy buen monitoreo del Ministerio de Salud, se observa que es inconstante dado que hay semanas que se vacuna con más de 140.000 dosis diarias de promedio, disminuyendo en forma significativa los fines de semanas y feriados; parte de esa asimetría podría explicarse por la dificultad en el aprovisionamiento de vacunas. Sin embargo, la diferencia entre dosis aplicadas totales en comparación de dosis entregadas a cada provincia revela una diferencia de cerca del 20%, lo que implica una menor velocidad de aplicación.
La Argentina presenta una situación epidemiológica preocupante, teniendo en cuenta que ocurre un aumento paulatino pero sostenido del número de casos: 18 % desde los primeros días de marzo. La llegada de variantes del virus SARS-CO2 como la Manaos y la británica presentan una mayor y significativa transmisibilidad, posibilidad de provocar cuadros más graves y capacidad de evadir el sistema inmune, con el consiguiente riesgo que estas variantes de virus comiencen a circular en forma amplia en el país, por lo tanto, la vacunación debe tener como objetivo prioritario a la población mayor lo más rápido posible.
Las vacunas que lleguen deben ir a los adultos mayores
En la situación actual de la Argentina se debe considerar que todas las vacunas que lleguen al país deben direccionarse solo a los adultos mayores. Se puede argumentar que algunas de ellas no estén recomendadas en mayores de 60 años, como es la vacuna de virus inactivados, Sinopharm de origen chino, sin embargo se está utilizando en adultos mayores en China, Perú y entre otros países y podría aprobarse su uso por analogía en situaciones de emergencia como es una pandemia y con una situación epidemiológica preocupante.
Otros de los temas importantes en la estrategia de vacunación para Covid-19 es completar las dos dosis con el intervalo que corresponde a cada vacuna. La Argentina ha recibido hasta hoy vacunas cuyo esquema completo es de dos dosis. Así la vacuna rusa de Sputnik V presenta dos componentes diferentes: en la primera aplicación es el vector adenovirus no replicativo A26 y en la segunda aplicación, el adenovirus A5, estos dos componentes le permiten altos títulos de anticuerpos. Requiere dos dosis con un intervalo de 21 días de acuerdo con las publicaciones disponibles. Presenta una eficacia de un 87 % luego de los 14 días de la primera dosis, un 91% de eficacia luego de la segunda.
La otra vacuna que ha llegado a la Argentina es la vacuna de AstraZeneca licenciada desde India que también utiliza un adenovirus de chimpancé no proliferativo que requiere dos dosis con 28 días de intervalo con una eficacia combinada de un 70%, pero recientemente se publicó que con una aplicación va aumentando su eficacia desde un 55% en las primeras cuatro semanas hasta un 82% a la semana doce. La tercera vacuna es la Sinopharm que requiere dos dosis con un intervalo de 21 días, presenta una eficacia de un 79%. No hay datos publicados o informados sobre la eficacia con una dosis de esta vacuna.
Por todo lo anterior, la Argentina debe mejorar significativamente la vacunación, especialmente en el adulto mayor en el menor tiempo posible y dar una dosis y cuándo aplicar la segunda debe individualizarse por cada vacuna.
El autor es pediatra infectólogo y profesor de Vacunología y Pediatría de la Universidad del Salvador (USAL)