La inteligencia norteamericana tiene entre manos una gran cantidad de evidencia, según
Rafael Mathus Ruiz
The New York Times
WASHINGTON.– Un nuevo frente asoma en la rivalidad entre Estados Unidos y China. Las agencias de inteligencia de Estados Unidos tienen entre manos una gran cantidad de evidencias sobre el origen de la pandemia del coronavirus que aún no han terminado de examinar en profundidad, una revelación crucial para que el presidente Joe Biden les ordenara redoblar sus esfuerzos para responder la pregunta de cómo comenzó la peor crisis de salud global del último siglo.
El informe solicitado por Biden para terminar de zanjar la pregunta de si el virus saltó de un animal a un humano o si escapó del Instituto de Virología de Wuhan abrió un nuevo frente de conflicto entre Washington y Pekín, la principal rivalidad en el escenario geopolítico global actual.
La decisión de Biden llegó luego de que funcionarios de la comunidad de inteligencia, que está dividida sobre el origen del virus, le indicaron a la Casa Blanca que tenían una gran cantidad de pruebas que requerían análisis informáticos adicionales que podrían arrojar luz sobre el comienzo de la pandemia, indicó The New York Times. La filtración sugiere que el gobierno norteamericano todavía tiene información sobre las comunicaciones chinas, el movimiento de trabajadores de laboratorio y el patrón del primer brote de la enfermedad en Wuhan, China.
En un giro abrupto de la Casa Blanca, Biden ordenó esta semana a la comunidad de inteligencia que “redoble sus esfuerzos” para que lleguen a una conclusión definitiva acerca del origen de la pandemia.
Biden se pronunció luego de que una investigación internacional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el gobierno de China indicara que era “extremadamente improbable” la posibilidad de que el virus hubiera surgido accidentalmente de un laboratorio. Pero la misión científica de la OMS tuvo enormes restricciones para realizar su trabajo en China debido al férreo control de Pekín. La decisión de Biden sugiere que la Casa Blanca cree ahora que la OMS ya hizo lo que pudo para indagar y responder a los interrogantes sobre cómo comenzó la crisis y ahora es momento de confiar en su propia estructura de inteligencia para intentar despejar las dudas.
La Casa Blanca dijo que las dos investigaciones no eran “mutuamente excluyentes”, y que el giro era solo una continuación de la política y la postura que había tenido la administración de Biden.
El mensaje que dejó Biden con su orden a la comunidad de inteligencia ofrece un giro que puede llegar a tener enormes repercusiones geopolíticas. La posibilidad de que el virus se originó en un accidente en el Instituto de Virología de Wuhan siempre formó parte del debate de la pandemia, pero nunca había tenido tanta cabida como ahora. La respuesta final del gobierno de Estados Unidos puede terminar de arrojar responsabilidades sobre China, además de afectar el vínculo de Pekín con Washington y el resto del mundo.
El gobierno de Biden ha dicho que una de sus prioridades de política exterior es hacer frente al creciente desafío geopolítico de China.
Rechazo
Pekín rechazó la sugerencia de Washington de que la pandemia pudo haberse originado en un accidente en un laboratorio, y buscó dirigir las sospechas a Estados Unidos. El vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, acusó a Washington de “difundir teorías conspirativas y desinformación” al darle oxígeno a la teoría del laboratorio. Lijian dijo que el gobierno de Biden no está interesado en “hechos o la verdad”, y reavivó una acusación añeja de China que hasta el momento carece de pruebas: que una base militar norteamericana en Frederick, Maryland, podría estar involucrada en el origen del virus.
“Hay más de 200 laboratorios biológicos repartidos en el mundo. ¿Cuántos secretos hay por ahí?, preguntó Lijian.
La investigación de la OMS en China falló en despejar del todo los interrogantes sobre el origen de la pandemia, y renovó los reclamos globales a Pekín, que desde el inicio de la crisis se movió con hermetismo y limitó el acceso a los científicos e investigadores internacionales. Después de que se publicaran los resultados de la investigación conjunta de China y la OMS en marzo, el director de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, admitió que la teoría de las fugas de laboratorio requería más estudios, y reconoció que no creía que “esta evaluación fuera suficientemente extensa”.