Sierk Poetting, líder de la firma alemana que desarrolló el producto de Pfizer, anticipa que la tecnología usada podría revolucionar la prevención de las enfermedades infecciosas

Nora Bär

Biont

Antes de la pandemia, Biontech era una joven compañía alemana que trabajaba en tecnologías disruptivas contra el cáncer. Fundada en 2008 para desarrollar inmunoterapias de última generación, tenía alrededor de 300 empleados y sede en la ciudad de Mainz. Hoy son 2300 y están produciendo dos mil millones de dosis anuales de Comirnaty, su vacuna contra el Covid-19, en asociación con el gigante farmacéutico Pfizer.

La primera inmunización contra el Covid-19 que obtuvo aprobación de emergencia de la FDA con una tecnología nunca antes utilizada emplea el “ARN mensajero” (ARNM), una molécula natural que copia datos del ADN y transporta esa información desde el núcleo de la célula hasta los ribosomas, la maquinaria molecular que “fabrica” proteínas en las células. Estas se elaboran de acuerdo con el plano de instrucciones que lleva el ARNM. En el caso de las vacunas contra el Covid, se les introduce la información de la proteína que se busca producir (Spike o S, la de las coronas del coronavirus) para que las células la fabriquen, se la muestren al sistema inmune, este a su vez aprenda a reconocerla y destruya el virus que la contiene al encontrarlo en el organismo. Para que el ARNM sintético no se degrade rápidamente, hay que optimizarlo y empaquetarlo con nanopartículas lipídicas.

“Si tuviéramos variantes, lo único que tenemos que hacer es cambiar la información y la vacuna muy probablemente funcionará igual de bien”, explica el físico doctorado en óptica cuántica Sierk Poetting, padre de cuatro hijos y CEO de Biontech desde 2014.

Desde su casa en Múnich, esta semana Poetting fue el invitado estrella del evento virtual Latam Virtual Summit: Inmunidad, Eje Terapéutico del Siglo XXI, organizado por Megalabs y en el que participaron más de 20.000 médicos de América Latina.

“A comienzos de enero del año pasado, fue evidente que esto se iba a transformar en una pandemia –cuenta Poetting, acerca del proceso de desarrollo–. A fines de ese mes empezamos la investigación y el desarrollo de una vacuna. Ya teníamos como 20 candidatas de ARNM testeadas y en febrero iniciamos la recolección de datos preclínicos. Después hicimos todo en paralelo. En marzo, empezamos a comprar los materiales y a instalar una red de producción. Al principio fabricábamos un gramo de ARNM por semana; ahora estamos hablando de varios kilos semanales. Tuvimos que multiplicar nuestra capacidad entre 500 y 1000 veces”.

Para el científico, lo extraordinario de la tecnología de ARNM es que permite programar el sistema inmune para tratar no solo enfermedades infecciosas, sino también muchas otras. “Por ejemplo, el cáncer –menciona–: como todos los tumores son diferentes, tenemos ensayos clínicos avanzados con vacunas incluso para un único paciente. Se usa el ARNM para codificar antígenos [sustancias que inducen la respuesta inmune]. Tomamos células tumorales de la biopsia, secuenciamos las mutaciones más significativas, podemos codificar hasta 20 de ellas en el ARNM y después lo injertamos en el organismo para que las detecte y destruya las células que las contienen. Es una vacuna ‘a medida del paciente’. El sistema inmune, que no ve el cáncer, después de que es ‘presentado’ en este MRNA puede identificar y matar las células tumorales. Y lo bueno es que lo hace sin efectos adversos. Uno tiene fiebre, pero no pierde el pelo, no sufre toxicidad, es un tratamiento muy bien tolerado. También estamos trabajando en sida, tuberculosis e influenza. Queremos ser el motor de la inmunoterapia, pero antes que nada tenemos que controlar la pandemia”.

–Doctor Poetting, la vacuna de Moderna (también de ARNM) se diseñó en un fin de semana. Un mes más tarde las primeras muestras ya estaban siendo enviadas a los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. Sin embargo, al final la de ustedes fue aprobada dos semanas antes. ¿Cómo hicieron? ¿Utilizaron la inteligencia artificial para acelerar el proceso de desarrollo?

–Nosotros empezamos alrededor de dos semanas más tarde. A fines de enero tuvimos esta discusión de cocina con los fundadores de Biontech. La molécula en la que uno piensa enseguida para elaborar una vacuna es la proteína Spike. Elegirla y codificarla lleva apenas un par de días. Pero mientras nosotros veníamos enfocándonos en vacunas para el cáncer, ellos tenían más experiencia en enfermedades infecciosas y pudieron ir a los ensayos clínicos más rápido. Nosotros tuvimos que discutirlo con las autoridades regulatorias de Alemania. Era la primera vez que veían algo así y dudaron. Así que tuvimos que convencerlos con más datos antes de poder empezar. En ese sentido, fuimos casi igualmente rápidos que ellos para diseñar la vacuna, pero tardamos un poquito más para los datos clínicos. Todo lo que hacemos lo simulamos con inteligencia artificial y aprendizaje automático. sacamos conclusiones de los datos que tenemos antes de volcarlos a la planta de manufactura. Pero usamos ese tiempo para evaluar cuatro compuestos en el ensayo clínico. Decidimos qué candidato íbamos a probar el día antes de iniciarlo, lo cambiamos a último momento. Probablemente, eso nos dio un par de puntos porcentuales más de eficacia. También nos ayudó tener a Pfizer motorizando las pruebas clínicas. Nosotros aportamos la ciencia y Pfizer el escalado.

–La tecnología de ARNM venía ofreciendo grandes esperanzas desde hacía años, pero había tropezado con una serie de obstáculos. ¿Cómo lograron hacerla funcionar?

–Haca una década, hubo grandes fracasos y todo el mundo bajó los brazos, mientras nuestros fundadores [Uğur Şahin y Özlem Türeci] siempre estuvieron convencidos de que este era el camino. Hubo muchos pasos que tuvieron que ser optimizados y nos llevó literalmente 20 años poner a punto la última pieza. Esta experiencia nos ubicó en una posición ideal para luchar contra la pandemia. Era el momento preciso y estábamos preparados. Habíamos aprendido de las vacunas contra el cáncer.

–Se considera que esta es una revolución en el diseño de vacunas. ¿Piensan usar la misma tecnología para otra patologías, como el VIH, el Ébola, el dengue…?

–Lo grande del ARNM es que, si funciona, tenemos el proceso de producción ya desarrollado. Básicamente toda la capacidad que estamos construyendo ya está en su lugar para usarla para lo que uno quiera. Podrá haber diferencias minúsculas, pero el proceso principal es el mismo. Por eso, no estamos preocupados por las variantes, porque podemos diseñar una nueva vacuna muy rápido. Ahora podemos atacar enfermedades que no fueron controladas antes. Sí, queremos atacar el VIH, la tuberculosis. Podemos pensar en el dengue, la malaria… En algunas, no funcionará; pero si tenemos suerte, en otras muchas, sí.

–¿Están trabajando en una nueva versión de su actual vacuna? ¿Qué tan diferente sería?

–Estamos analizando las variantes en el laboratorio y, hasta ahora, la vacuna está funcionando con todas. En algunas actúa mejor que en otras, pero parece haber una muy buena protección. Por ahora no queremos diseñar una nueva vacuna. Si la comunidad científica decidiera que se necesita, podríamos hacerlo fácilmente.

–¿Será necesaria una tercera dosis?

–Los datos iniciales muestran que con el tiempo uno pierde algo de la respuesta inmune. Todavía no tenemos tanta información, porque recién llevamos unos meses de vacunación. Pensamos que tal vez después de un año, aproximadamente, se necesitará una dosis de refuerzo. La cuestión es qué tan grande deberá ser. Podría ser tan alta que no se necesitará otra hasta después de dos o tres años, pero a lo mejor habrá que refrescarla anualmente. No lo sabemos todavía, pero estamos preparándonos para fabricar dosis de refuerzo.

–¿Qué pasaría si una persona recibiera dos o tres vacunas diferentes? ¿Obtendría un mejor resultado?

–Los estudios iniciales indican que si uno recibe primero la de Astrazeneca (AZ), por ejemplo, y después la de Biontech, obtiene una eficacia similar a la que otorgan dos dosis de Biontech. Eventualmente, muestra que la eficacia es más alta que un esquema puro de AZ. Parece que se pueden combinar vacunas.