José María Costa
“La Anmat [Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica] nos confirma que estamos en condiciones de usar la Sinopharm en chicos de entre 3 y 11 años”, había dicho la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti el viernes pasado. La frase sería el puntapié inicial de un fin de semana de cruces y especulaciones entre expertos, la Sociedad Argentina de Pediatría y funcionarios que se zanjó anteayer luego del acuerdo en el Consejo Federal de Salud.
Sin embargo, lo que en ese momento no mencionó la ministra fue que la Anmat también había dado luz verde y le había otorgado el “registro de emergencia” a la vacuna monodosis de Janssen Pharmaceuticals (elaborada por la compañía Johnson & Johnson). Esto le permite a la empresa negociar, a partir de ahora, con Estados provinciales.
El aval de la Anmat también faculta a hacer lo mismo a otras dos vacunas contra el Covid-19: Pfizer y AstraZeneca. El resto de los fármacos que se aplican en la Argentina (Sputnik V, Moderna y CanSino) solo las puede compra a las compañías productoras el Estado nacional.
En tanto, anteayer, la Anmat dio una “autorización de emergencia” a Moderna, el fármaco que ya se aplica a adolescentes de 12 a 17 años y también se usa como segunda dosis ante el faltante del segundo componente de la Sputnik V. Hasta anteayer, la vacuna había sido usada en el país para adolescentes a partir del aval de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).
La “autorización de emergencia” que recibió Moderna se enmarca en la ley 27.573. En la normativa, se fija que la Anmat deberá elevar un informe al Ministerio de Salud con la recomendación de aprobar el producto o no. El aval final lo otorga el ministerio.