MOSCÚ.– Mientras personas de todo el mundo que se aplicaron la vacuna Sputnik V siguen atentamente el demorado proceso de aprobación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y el mismo fabricante espera el aval para expandir sus ventas a nivel global, el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, explicó ayer que hubo malos entendidos en las negociaciones y que por eso todavía no entregaron la información necesaria.
“Aún no hemos proporcionado la información necesaria (a la OMS para la certificación de la vacuna anti-Covid) porque teníamos una visión diferente de los datos que había que transmitir y de cómo había que proporcionarlos”, dijo Peskov en declaraciones a la prensa. “Tenemos normas diferentes”, explicó, precisando que Rusia estaba “adaptándose progresivamente a estas exigencias” y que las autoridades rusas no tenían nada que reprocharse.
Anunciada con gran pompa por el presidente Vladimir Putin a mediados de 2020 y distribuida meses más tarde, la Sputnik V es utilizada por varias decenas de países, entre ellos, la Argentina, y su fiabilidad fue validada por la prestigiosa revista médica The Lancet.
Sin embargo, la vacuna desarrollada por el Instituto Gamaleya hasta ahora no ha sido homologada ni por la OMS ni por las autoridades médicas de la Unión Europea ante la incapacidad de Rusia de proporcionar los documentos necesarios para demostrar que es segura y eficaz.
A mediados de año, durante los relevamientos de nueve instalaciones, incluidas cuatro plantas de producción y envasado, los equipos técnicos de la OMS y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) identificaron problemas en una de esas instalaciones que ponían en riesgo la calidad del producto y dificultaba acceder a los datos de trazabilidad de los lotes comercializados, entre otros inconvenientes. A partir de entonces, se suspendió el proceso de aprobación.
Rusia también tiene dificultades para convencer a su propio pueblo de que recurra a la Sputnik V, en un contexto de gran desconfianza hacia las autoridades.