Stephanie Nolen Traducción de Ignacio Mackinze
MeNaheM kahaNa/aFP
NUEVA YORK.– Un creciente cúmulo de investigaciones preliminares sugieren que las vacunas contra el Covid utilizadas en la mayor parte del mundo no ofrecen casi ninguna defensa contra el contagio de la variante ómicron.
Sin embargo, todas parecen ofrecer un grado de protección significativo contra las enfermedades graves causadas por ómicron, que en definitiva es el objetivo más importante de las vacunas. Solo parecen tener éxito para detener los contagios los sueros de Pfizer y Moderna, con la condición de que haya una dosis de refuerzo, pero estas marcas no están disponibles en la mayor parte del planeta.
Según las primeras investigaciones, las otras dosis –incluidas las de AstraZeneca y Johnson & Johnson, y las fabricadas en China y Rusia– ofrecen entre poca y ninguna resistencia para detener la propagación de ómicron. Y como la mayoría de los países construyeron sus programas de inoculación en torno a estas vacunas, la laguna podría tener un profundo impacto sobre la evolución de la pandemia.
Un aumento global de contagios en un mundo donde miles de millones de personas siguen sin recibir vacunas no solo amenaza la salud de las personas vulnerables, sino que también aumenta la posibilidad de que surjan aún más variantes. Además, es muy probable que se profundice la disparidad en la capacidad de los países para capear la pandemia. La noticia de una eficacia limitada de los inmunizantes contra ómicron podría debilitar la demanda de dosis en los países en vías de desarrollo, donde mucha gente duda de las vacunas o está preocupada por otros problemas de salud.
Hasta ahora, la mayoría de las evidencias no se basan en el seguimiento de los efectos en poblaciones del mundo real, sino en experimentos de laboratorio que no reúnen el conjunto de la respuesta inmune del cuerpo. Sin embargo, los resultados son impactantes.
Las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan la nueva tecnología de ARN mensajero, que viene ofreciendo sistemáticamente la mejor protección contra el contagio de todas las variantes. Todas las otras se basan en viejos métodos para activar la respuesta inmune.
Las chinas Sinopharm y Sinovac –que representan casi la mitad de todas las dosis fabricadas a nivel global– ofrecen un nivel de protección cercano a cero para el contagio de ómicron. La gran mayoría de la población de China recibió esas vacunas, que también son ampliamente utilizadas en países de ingresos bajos y medios, como México y Brasil.
Un estudio preliminar sobre la efectividad de la vacuna OxfordAstraZeneca demostró que es incapaz de detener el contagio de ómicron seis meses después de la vacunación. El 90% de las personas vacunadas en la India recibió esa vacuna con el nombre de Covishield, que también fue muy utilizada en el África subsahariana, donde Covax, el programa de vacunación global contra el Covid, distribuyó 67 millones de dosis de esa vacuna a 44 países.
Los investigadores predicen que la rusa Sputnik, que se administra en África y América Latina, también arrojará tasas de protección decepcionantes contra ómicron.
La demanda de la vacuna de Johnson & Johnson estuvo en aumento en África porque su administración en monodosis facilita su distribución en entornos de bajos recursos, pero también presentó una capacidad insignificante para bloquear el contagio de ómicron.
Los anticuerpos son la primera línea de defensa inducida por las vacunas. Pero los inmunizantes también estimulan el crecimiento de células T: los estudios preliminares sugieren que esas células T reconocen a la variante ómicron, lo cual es importante para prevenir enfermedades graves.
“Lo primero que se pierde es la protección contra la infección asintomática o leve, y lo que mejor se retiene es la protección contra enfermedades graves y la muerte”, dice John Moore, experto en virus en el Centro Médico Weill Cornell en Nueva York. Moore indica que “el lado bueno” es que hasta ahora ómicron parece menos letal que la variante delta.
Sin embargo, esa protección no será suficiente para evitar que ómicron cause una perturbación a nivel global, señala Stephen Morrison, director del Centro de Políticas de Salud Global del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “La disparada de contagios saturará a los sistemas de salud, simplemente porque el denominador será potencialmente mucho más alto”, afirma Morrison.
Las personas que contraen Covid posvacunación podrían tener infecciones asintomáticas o leves, pero pueden contagiar el virus a personas sin vacunar, que podrían enfermarse de gravedad y convertirse en fuente de nuevas variantes.
Seth Berkley, CEO de GAVI, la Alianza para la Vacunación, sostiene que se necesitan más datos antes de elaborar conclusiones sobre la efectividad de las vacunas contra ómicron. Agrega que la aceleración de la vacunación debería seguir siendo el foco de la respuesta contra la pandemia.
Datos preliminares de Sudáfrica sugieren que, en comparación con el virus original y las variantes previas, con ómicron existe una posibilidad mucho más alta de que las personas que ya tuvieron Covid vuelvan a contagiarse. Pero algunos expertos de salud pública aclaran que la vacunación luego del contagio produce altos niveles de anticuerpos y que los países que ya padecieron olas de Covid brutales, como la India y Brasil, podrían tener un colchón de defensa contra ómicron.
“La combinación de vacunación y exposición al virus parece ser más fuerte que solo tener la vacuna”, recuerda Ramanan Laxminarayan, investigador de salud pública en Nueva Delhi. La India tiene una tasa de vacunación de adultos de solo el 40%, pero un 90% de exposición al virus en algunas zonas. “Ómicron sin duda va a inundar el país, pero tenemos la esperanza de que la India esté protegida en cierta medida gracias a la vacunación y la exposición”, dice.
China no tiene ese nivel de protección para compensar sus vacunas poco eficaces. Debido a los agresivos esfuerzos para detener la propagación del virus en el interior de sus fronteras, relativamente pocas personas han tenido una exposición previa al virus. Se estima que solo el 7% de la población de Wuhan, donde se originó la pandemia, contrajo el virus.
Gran parte de América Latina optó por las vacunas de China y Rusia, y por la de AstraZeneca. Mario Rosemblatt, profesor de Inmunología en la Universidad de Chile, explica que más del 90% de los chilenos recibieron dos dosis de una vacuna, pero la mayoría eran Coronavac, de Sinovac.
“Si hay un alto nivel de transmisibilidad, el sistema de salud se va a saturar, porque la cantidad de personas enfermas será mayor”, sentencia Rosemblatt.