LA NACION

JOHANNESBURGO.– Pese a la explosión de casos en el mundo, el Año Nuevo trajo también de la mano desde Sudáfrica noticias alentadoras sobre ómicron, la variante más expansiva del coronavirus, que tras superar el pico de contagios ya comienza a aminorar en el país que la vio nacer.

La confirmación de que lo peor va quedando atrás fue demostrada por la decisión del gobierno sudafricano de levantar el toque de queda nocturno –ya desde la noche del cambio de año– que regía desde el comienzo de la pandemia.

El gobierno había señalado que “todos los indicadores sugieren que el país seguramente superó el pico de la cuarta ola” de la pandemia, provocado especialmente por la variante ómicron.

Los datos oficiales constataron en todas las provincias un aumento marginal del número de muertes, en tanto las tasas de hospitalización fueron más bajas que en olas precedentes de contagios en Sudáfrica.

En la última semana del año, los nuevos contagios cayeron casi 30% con respecto a la semana anterior, de 127.753 a 89.781, y las internaciones hospitalarias disminuyeron en ocho de las nueve provincias del país.

“Las muertes con ómicron se redujeron en un 80%, las admisiones en las unidades de terapia intensiva en un 75% y la duración de la estancia hospitalaria fue del 50% en comparación con los resultados y las admisiones en las olas anteriores combinadas”, dijo el investigador Fareed Abdullah, investigador del Consejo Sudafricano de Investigación Médica.

Estos datos parecen ir a contramano del resto del mundo, donde la llegada más tardía de ómicron demoró la detonación de casos con respecto a Sudáfrica, pero permite al resto de los países afectados entrever una rápida salida del caos.

Nueva estrategia

Sudáfrica estrenó también una nueva estrategia de lucha contra la pandemia, dejando de lado la localización de contactos y el confinamiento para centrarse en la inmunización. Si alguien tiene síntomas debe testearse, pero en caso de ser positivo solo tendrá que usar barbijo y controlarse durante cinco o siete días.

Incluso cuando las autoridades advirtieron que ómicron aún representa una amenaza, levantaron restricciones que van más allá del fin del toque de queda nocturno.

Las nuevas medidas mantienen la exigencia del uso de barbijo en lugares públicos, pero permiten celebraciones y eventos con un aforo máximo de 1000 personas en interiores y 2000 en exteriores. Si el lugar es demasiado pequeño para estos números, la ocupación debe mantenerse en un 50% por la distancia social.

Detectada ya en un centenar de países, ómicron presenta una mayor velocidad de transmisión que las variantes anteriores, pero al mismo tiempo provoca menos riesgo de hospitalización, según estudios de varios países.

Sudáfrica es el país que tuvo más casos de toda África, con 3,4 millones de contagios, aunque hay que tener en cuenta que su capacidad de diagnóstico es la mayor del continente. Lleva registradas unas 91.000 muertes y tiene una tasa de vacunación completa del 27% de la población, muy superior a la media del continente pero muy baja respecto a la mayoría de los países occidentales.