Soledad Vallejos. Ap
Era contacto estrecho, pero no tenía ningún síntoma. De todas formas, al tercer día de aislamiento, decidió hisoparse. Luciana (que pide reserva de su apellido) fue a la unidad febril de urgencia (UFU) del Hospital Tornú, porque era el centro más cercano a su casa, pero como allí solamente testean a los pacientes sintomáticos inventó que le dolía la cabeza, que el día anterior había tenido un poco de fiebre y dolor en la garganta. “Quería pasar la Navidad con mi familia, y por las dudas me hisopé para estar más tranquila. En los centros donde testean a los asintomáticos había una locura de gente. En el Tornú también tuve que esperar varias horas, pero al menos estaba más cerca de casa”, confiesa Luciana, que le mintió al profesional de la salud cuando le hizo las preguntas de rutina.
El de Luciana no es un caso aislado. En estos últimos días, con motivo de las Fiestas o de inminentes viajes, se multiplicó la cantidad de personas que adujeron falsos síntomas para conseguir que les hicieran un PCR. “Total, quién te puede decir que no tuviste esos síntomas”. “Me lo hice por las dudas, porque iba a ver a mis abuelos y quería estar tranquila”. “No podía esperar al séptimo día para testearme”. Justificativos como estos –o, mejor dicho, excusas– se escucharon durante estas últimas jornadas, mientras los centros de salud colapsaron ante la abrumadora demanda.
Para la infectóloga Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), impedir que la gente mienta es imposible. Pero advierte que simular síntomas frente a un profesional de la salud tiene múltiples consecuencias negativas. “Hay gente que necesita un PCR para viajar y miente, contactos estrechos asintomáticos que mienten, gente que para quedarse tranquila y poder compartir las Fiestas en familia se quiso hisopar, por las dudas, y miente. Pero mentir a la hora de testearse puede ser una trampa mortal”, indica la especialista. Entre algunas de las razones más importantes, menciona la sobrecarga del sistema de salud y la injusticia social que eso conlleva, porque es un modo evidente de sacarle el lugar a otra persona que sí tiene indicado el test. También señala que engañar al profesional de la salud implica un diagnóstico erróneo que luego repercute en los registros de la pandemia y que, en plena tercera ola, alguien que, por ejemplo, es contacto estrecho y aduce síntomas debería ser considerado caso positivo por vínculo epidemiológico.
“Además, hay un error de concepto que es preciso aclarar. Si te avisan que sos contacto estrecho, lo que hay que hacer es aislarse. Y punto. Recién al quinto o al séptimo día, algo que se está revisando ahora a nivel mundial, la persona debería ir a testearse”, refuerza Obieta.
Los especialistas consultados por la nacion coinciden en que este fenómeno del engaño se potenció antes de las Fiestas, que justo coincidieron con la suba exponencial de los casos, y en que a partir de ahora, ya en enero, este particular escenario va a descomprimirse. Sin embargo, como alerta Eduardo López, infectólogo del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez y asesor presidencial, fingir una sintomatología que no es tal no solo va en detrimento del sistema de salud, sino también de cada individuo.
“Mucha gente decidió ir a testearse por las dudas. Para quedarse tranquilo porque pasaba Año Nuevo con los padres. Pero en este contexto, el testeo es una foto que dura 24 o 48 horas. La persona se queda tranquila con un resultado negativo, cree que está protegida, pero está equivocada”, afirma López. Y agrega: “No sirve de nada que una persona que es contacto estrecho vaya a hisoparse a las 48 o 72 horas”.
Desde otro punto de vista, y más allá del hecho engañoso y la acción fraudulenta de quien miente con respecto a los síntomas, Lenin de Janon Quevedo, médico de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Santojanni y director de la carrera de Medicina de la Universidad Católica Argentina (UCA), observa como un hecho preocupante que, con dos años de conocimiento sobre la pandemia, las políticas sanitarias no han alcanzado el nivel de eficacia esperado.
“Hay un desfase entre el desarrollo científico-técnico (que nos ha permitido secuenciar el virus, conocer la formación de nuevas variantes, desarrollar vacunas e, incluso, fármacos) y la implementación de todos esos avances a los grandes grupos humanos a través de las políticas públicas. Porque las decisiones tienen que tomarse sobre la base de la evidencia científica y no del humor político del momento, como ha sucedido en la Argentina y en el mundo entero”, desliza el experto, que cuestiona, por ejemplo, la imposibilidad de que una persona pueda realizarse un autotest, como los que se venden en las farmacias en otros países. Estas pruebas hogareñas, como comunicó el Gobierno, están a la espera de la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), un aval que podría llegar durante este mes.
Cuidados personales
“Aún tenemos un alto porcentaje de personas que no se dieron la segunda dosis, o que no están vacunadas, y a esta altura del partido las autoridades no pueden responder con las restricciones. Este tipo de medidas ya no tienen efecto –opina Quevedo–. Hay que admitir que la gente también se cuida de manera personal, y en este sentido los autotests podrían reducir la presión del sistema sanitario, alivianar la carga”.
Cuando las políticas públicas no son eficaces, dice el experto, aparece la incertidumbre. “En circunstancias de pandemia, esa incertidumbre se traduce en temores, miedo y caos, y aparece el sálvese quien pueda. Cualquier reacción es posible, como la simulación para tratar de conseguir un testeo en un centro de salud cuando también podría hacerse por los propios medios”, completa el especialista, que también considera que la imposibilidad de un diagnóstico certero, más allá del nexo epidemiológico que puede adjudicarse en épocas de alta circulación viral, es un retroceso que repercute en el registro y la planificación.
Sobre este fenómeno del engaño para obtener una prueba PCR, Luis Cámera, médico clínico y uno de los asesores del gobierno de Alberto Fernández desde que comenzó la pandemia, opina que este tipo de conducta es la que contribuye a la escalada de violencia que se vivió en el Hospital Santojanni hace algunos días cuando un médico fue golpeado por una persona que esperaba para ser hisopada. “El sistema se satura, y los casos que van a venir con la variante ómicron se van a poner al frente de esta ola. Por eso, aun vacunados con esquema completo, todos pueden contagiarse por contacto estrecho y ser asintomáticos. La indicación es aislarse. El objetivo es cuidarse, sin que nadie se sienta prisionero”, concluye.