La inteligencia artificial hoy puede ayudar a detectar casos de depresión en la población a través del uso de algoritmos, especialmente en segmentos de la sociedad que se encuentran por fuera de los alcances del sistema sanitario
En las primeras semanas de la pandemia en 2020, cuando China impuso estrictos controles sobre el movimiento de sus ciudadanos, la tecnología se convirtió en el principal medio para responder a la ansiedad y la depresión. Los celulares dieron soporte crucial a los ciudadanos chinos encerrados, desde el asesoramiento a través de servicios de chat hasta la autoayuda online. Wechat, Weibo y Tiktok, las redes sociales gigantes del país, entraron en acción, ofreciendo educación y servicios de salud mental.
Resulta más intrigante que también se apeló a la inteligencia artificial (IA). Se usaron mensajes de Weibo para encontrar individuos en riesgo de suicidio y se alertó a voluntarios para que intervinieran. Usar la IA para buscar en las redes sociales señales de enfermedad mental plantea problemas de privacidad obvios. Pero en general China hizo un uso impresionante de la tecnología para manejar el diagnóstico y el tratamiento de la depresión, la ansiedad y el estrés.
El interés por la tecnología de salud mental había estado creciendo aún antes de la pandemia. Hoy hay entre 10.000 y 20.000 de estas apps disponibles para su descarga. Su calidad es cuestionable y son bien conocidos los peligros de prejuicios incorporados a los algoritmos. Los riesgos para la privacidad, y no sólo en China, son serios. Aún así los institutos nacionales de salud de Estados Unidos consideran que la tecnología ha abierto “nuevas fronteras” en el apoyo para la salud mental. Parece seguro que los robots tendrán un rol importante en la evaluación y tratamiento de problemas de salud mental.
Hay una necesidad global inmensa de cuidados que no tiene respuesta, como deja en claro el informe mundial de salud mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado el 17 de junio. El estudio, el mayor de su tipo en 20 años, presenta un cuadro lamentable. En 2019 1000 millones de personas vivían con problemas de salud mental, los más comunes de los cuales eran la ansiedad y la depresión. La pandemia, la caída económica y la polarización social han empeorado las cosas. En el primer año de covid, la prevalecencia de la ansiedad y la depresión se incrementó un 25% en el mundo. En Gran Bretaña el gasto anual en antidepresivos aumentó 66% durante la pandemia.
Sin embargo de acuerdo a la OMS en promedio los gobiernos dedicaron sólo el 2% de sus presupuestos de salud a tratamientos y prevención de salud mental. Aunque pudieran conseguir más dinero, se enfrentarían a una desesperante escasez global de personal de salud. Hay pocas enfermeras especializadas en salud mental y trabajadores sociales psiquiátricos. La mitad de la población del mundo vive en un país donde hay menos de un psiquiatra por cada 200.000 personas. Los médicos y enfermeras comunes en muchos casos no tienen el entrenamiento para reconocer a pacientes con problemas de salud mental.
Cobertura y anonimato
Aunque las redes móviles cubren el 85% de la población, la mitad del mundo no tiene acceso a Internet; en los países de bajos ingresos el porcentaje baja al 20 por ciento. Pero eso también representa una oportunidad: los gobiernos que busquen ayudar a la salud mental de sus ciudadanos tienen una opción en la forma de prestar o financiar celulares.
Sin embargo hay mucho trabajo por delante. Las políticas de privacidad y seguridad tienen que ser mucho más estrictas y requerir mejor supervisión: una violación a la privacidad de datos podría revelar los pensamientos íntimos de personas profundamente vulnerables. Algunas apps comparten información con sus anunciantes. Los gobiernos y los entes reguladores tienen que trabajar mucho más en la identificación de buenas ofertas online y la eliminación de las malas.
Y abundan los problemas éticos complicados. La IA podría diagnosticar a personas online sin su permiso; son pocos los que quieren que se les diga que un algoritmo ha concluido que tienen depresión. ¿Si un algoritmo decide que alguien podría matarse, que se debe hacer?
Esta tecnología podría ser mal utilizada en los 20 países en los que el suicidio aún es considerado un crimen, dado que las herramientas online a menudo pueden descubrir intenciones. Las herramientas poderosas traen consigo grandes responsabilidades. Pero los beneficios para la humanidad de usar la tecnología para enfrentar los problemas de salud mental podrían ser enormes. Traducción de Gabriel Zadunaisk.