Sebastián Tamashiro (SLT-FAUBA) 9 mayo, 2022
Los cítricos se encuentran entre los frutales que más se producen en el mundo. Así también, diversas enfermedades los afectan y se propagan a nivel global con consecuencias devastadoras. Por eso, la ciencia busca mejorar la genética de estos cultivos, pero los métodos tradicionales no alcanzan para solucionar los problemas sanitarios. En este marco, la biotecnología ofrece herramientas más que interesantes. Gabriela Conti, docente de Genética de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) e investigadora del INTA y del CONICET, profundizó en las líneas de investigación genética en cítricos para hacerlos resistentes a las enfermedades y así reducir el uso de agroquímicos. Además, puso paños fríos a las alarmas que suenan ante el adjetivo ‘transgénico’.
Conti afirmó que en la Argentina, los cítricos alcanzan las 140 mil hectáreas implantadas
“A nivel mundial, más de 140 países producen cítricos. En volumen de producción, la Argentina ocupa el octavo lugar, y en exportación de limón ‘se lleva el oro’. Además, de la producción frutícola total del país, la citricultura representa el 60%. Al igual que otros cultivos, los cítricos sufren problemas vinculados con patógenos o enfermedades”, destacó Conti.
“Una solución ante las enfermedades es contar con variedades de cítricos resistentes”, indicó la docente, y añadió: “En estos frutales es común que se usen portainjertos o ‘pies’ —es decir, raíces más una parte del tronco— de una variedad que resiste ciertas enfermedades, en los que se injertan variedades de copas que producen distintos cítricos. Esta estrategia optimiza la producción, ya que combina la resistencia en los ‘pies’ con la calidad de frutos en la copa. Sin embargo, faltan variedades resistentes para muchas enfermedades, y combatirlas así se vuelve muy complejo. Muchas de ellas son ‘enfermedades de control obligatorio’ en nuestro país, y existen programas nacionales para controlar su presencia”.
Como la diversidad genética en los cítricos es escasa, los cultivos son muy susceptibles a los estreses que causan bacterias, virus, hongos, insectos y factores ambientales
Tal como señaló Conti, una de esas enfermedades es la denominada Huanglongbing (HLB), hoy por hoy considerada como la más devastadora para los cítricos. La causa una bacteria que un pequeño insecto lleva de una planta a otra, y no existe un tratamiento de control efectivo. En algunas regiones del mundo, el HLB provocó pérdidas del 100% de la producción. En la Argentina se la detectó en varias provincias citrícolas. Para controlar su dispersión se usan insecticidas contra el insecto que transmite la bacteria, y a las plantas infectadas hay que erradicarlas e incinerarlas.
Por otro lado, hace décadas que los cítricos del país sufren la cancrosis, una enfermedad también causada por una bacteria que daña hojas, ramas y frutos. Su control también se basa en la aplicación de agroquímicos. Sin embargo, usar estos productos en exceso representa un problema ambiental grave. Entonces… ¿qué se puede hacer?
Los cítricos tienen un ciclo reproductivo muy largo. Son necesarios muchos años para que la planta de flores y frutos
La investigadora explicó que, tradicionalmente, se cruzan variedades para generar híbridos con nuevas propiedades. “Es un método complicado, ya que los cítricos tienen una biología muy compleja, y lograr un híbrido puede llevar veinte o treinta años de trabajo. Por estas razones, entre otras, se desarrollaron técnicas genéticas para generar características novedosas que le den a las plantas una capacidad de resistir mejor las enfermedades”, expresó Conti a partir de un trabajo que publicó en la revista científica Frontiers in Plant Science.
Las técnicas más actuales son la transformación y la edición génica. “Uno de sus principales beneficios es reducir el uso de agroquímicos en las explotaciones frutícolas. A nivel global, aunque hay muchos cítricos transgénicos en evaluación, no existe ni uno en el mercado. En nuestro país existen varios grupos de investigación avanzando a paso firme en estas cuestiones”, resaltó la docente.
Cítricos argentos
Según Gabriela Conti, en Tucumán, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres desarrolló plantas que tienen sus defensas más activas y preparadas para enfrentar enfermedades como la cancrosis. Por otra parte, un grupo de investigación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEyN-UBA) generó plantas cuyos tejidos tienen potencial para combatir microorganismos patógenos.
“Ya hace muchos años en el cultivo de naranja se utilizaron portainjertos de naranjo agrio para combatir los daños que causaba un hongo” (G. Conti)
A su vez, un equipo de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) busca intervenir un gen involucrado en la infección de HLB, mediante la técnica de ‘edición génica’. La modificación crearía una especie de barrera para la bacteria que causa la enfermedad. “No podría entrar o multiplicarse en la planta”, afirmó.
Y agregó: “En el INTA conseguimos plantas de una variedad de portainjerto que producen una proteína con poder antimicrobiano que otorga un grado considerable de tolerancia a la cancrosis. Lo hicimos en colaboración con los grupos de la UNLP y de la FCEyN-UBA. Otras ventajas del avance en técnicas genéticas es que se podría mejorar la calidad de los frutos y acortar el ciclo reproductivo del cultivo para generar híbridos más rápido”.
Calmar las aguas
El adjetivo transgénico suele levantar murmullos cuando acompaña al sustantivo alimentos. En este marco, Conti aclaró: “En el INTA modificamos la genética de los portainjertos agregándole un gen de papa. Como la bacteria que causa el HLB se desarrolla inicialmente en las raíces, si la atacamos allí, podríamos evitar que se propague al resto de la planta. De esa manera, la copa, que es donde se producen los frutos, no es transgénica”.
“Hoy en día, los cultivos transgénicos se asocian al uso excesivo de agroquímicos. En los casos que mencioné, la modificación genética brinda resistencia a patógenos, lo que reduciría la utilización de estos productos químicos. También se suele argumentar que las empresas multinacionales son quienes promueven los eventos transgénicos. De nuevo, en los casos que mencioné, el sector académico es el que moviliza la investigación”, puntualizó.
Para cerrar, Conti comentó que todavía no hicieron pruebas para detectar resistencia a HLB en las plantas modificadas porque requiere una estructura de bioseguridad muy fuerte y diversas autorizaciones oficiales. “Para eso estamos tramitando la habilitación de un invernáculo en el INTA y afinando los protocolos para realizar infecciones controladas. La idea es que todas las instituciones del país que lo deseen puedan probar sus plantas modificadas contra esta enfermedad tan dañina”.