Un respaldo al reclamo para cancelar temporalmente los derechos de propiedad intelectual de los laboratorios sería un giro clave
Rafael Mathus Ruiz CORRESPONSAL EN EE.UU. La Nación.
WASHINGTON.– El gobierno de Joe Biden debate si cede a un reclamo global y abre la fórmula de sus vacunas para permitir que puedan ser producidas por otros países, o si resguarda la propiedad intelectual de las empresas y amplía la producción en Estados Unidos para abastecer al resto del planeta.
La discusión interna en la Casa Blanca se da en medio de crecientes presiones internas y externas sobre Washington para acelerar la lucha contra la pandemia del coronavirus ante la brutal desolación que está dejando en países como Brasil o la India –que el sábado registró por primera vez más de 400.000 contagios diarios, otro récord global– y el avance de las campañas de vacunación en las naciones ricas, donde la vida, en muchos lados, ya ha comenzado a retornar a la normalidad.
El gobierno de Biden evalúa si respalda o no una suspensión temporal de las patentes de las vacunas contra el coronavirus, una de las cuales, la que produce la empresa biotecnológica Moderna, fue desarrollada junto con el Instituto Nacional de la Salud, una de las agencias del gobierno federal. El diario The Washington Post indicó que algunos funcionarios de Biden respaldan la idea, que fue discutida recientemente por el principal asesor presidencial para la pandemia, el doctor Anthony Fauci –que supervisó el desarrollo de la vacuna de Moderna– y la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai.
La India y Sudáfrica aparecen al frente de una nueva ofensiva en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para obtener la suspensión de las patentes. El Consejo General del organismo tiene prevista una reunión esta semana. Por ahora, Estados Unidos y otros países desarrollados, como Canadá y el Reino Unido, han bloqueado las negociaciones en la OMC, aunque la Casa Blanca se ha preocupado por dejar abierta la puerta. El primer ministro indio, Narendra Modi, renovó su pedido a Biden en una conversación telefónica que tuvieron esta semana, según reconocieron fuentes oficiales. La vocera presidencial, Jen Psaki, dijo luego que el objetivo es “producir la mayor oferta posible para la comunidad global de una manera rentable”.
“Y hay muchas formas de hacer eso y consideraciones en curso mientras lo hacemos”, dijo Psaki. “Eso podría significar fabricar más en Estados Unidos, donde ya tenemos instalaciones que están en funcionamiento y están fabricando estas vacunas”, agregó.
Detrás de las deliberaciones de la Casa Blanca se mezclan intereses geopolíticos de Estados Unidos y de las propias empresas con un debate acerca de cuál es el mejor camino para acelerar la campaña de vacunación global. Para muchos, la suspensión es un imperativo moral. Un argumento a favor de abrir las fórmulas es que eso permitiría que otros países puedan producir sus propias vacunas, pero algunos funcionarios en el gobierno de Biden temen que eso desate una guerra global por insumos que pueda complicar la fabricación global. Y en la visión de Washington eso implicaría ceder un avance tecnológico a rivales como Rusia o China, y potencialmente quebrar incentivos para la innovación. El camino alternativo es acelerar la producción actual y avanzar con las donaciones y el mecanismo Covax.
La ofensiva para que Estados Unidos suspenda las patentes de las compañías ha sido respaldada por activistas, organizaciones de derechos humanos, y figuras como el papa Francisco. Más de 170 exmandatarios, como Gordon Brown, del Reino Unido; Juan Manuel Santos, de Colombia, o François Hollande, de Francia, y premios Nobel, como Joseph Stiglitz, firmaron una carta abierta dirigida a la Casa Blanca y a Biden pidiendo por la suspensión.
“Una exención temporal urgente de las normas de propiedad intelectual en la OMC nos ayudaría a incrementar el suministro mundial de vacunas junto con un plan global de distribución de la carga de varios años para financiar las vacunas para los países más pobres”, señaló Brown. “Esto estaría en los intereses estratégicos de Estados Unidos y de todos los países del planeta”.
Biden también enfrenta presión interna para avanzar en la suspensión de las patentes. Diez senadores, incluidos dos íconos progresistas del Partido Demócrata, Bernie Sanders y Elizabeth Warren, aliados de Biden, le enviaron una carta al mandatario días atrás urgiéndole que respalde públicamente la suspensión temporal de las patentes.