Lo revela un estudio del Conicet y el ITBA en estudiantes.
Josefina Gil Moreira
Un estudio realizado por investigadores del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en un colegio de la Red Educativa Itínere reveló que el olfato puede ser una herramienta innovadora para mejorar la consolidación de la memoria durante el sueño e impactar de forma positiva en el rendimiento escolar de los alumnos.
Para cumplir el experimento, que se llevó adelante en el Colegio del Faro, en Escobar, entre octubre y noviembre pasados, se dividió al azar a 45 alumnos de entre 17 y 18 años en dos grupos, uno denominado “de reactivación” y otro, “de no reactivación”, y ambos tuvieron una clase de historia al mismo tiempoconelaulaaromatizadacon olor a coco. Al terminar la clase, el grupo “de reactivación” se llevó un aromatizador con la fragancia de coco a su casa, que debía ser usada en los primeros 90 minutos de sueño. El grupo de “no reactivación” se llevó un aromatizador de violetas para usar del mismo modo.
Como resultado, los investigadores observaron que siete días más tarde, los estudiantes del grupo “de reactivación” retuvieron datos claves de la lección de historia, mientras que el grupo “de no reactivación” tuvo una caída significativa de la memoria.
El estudio mostró que la efectividad del aroma en la consolidación de la memoria en el momento del sueño fue tan alta que con una sola noche fue suficiente para obtener un efecto considerable.
Según Alejo Barbuzza, becario doctoral del Conicet en el Instituto de Biología Celular y Neurociencias e investigador del estudio, lo más importante de este experimento es la aplicación que puede tener dentro del aula. “Si los docentes saben que hay ciertos temas que son más difíciles para los alumnos, esta herramienta puede resultar útil de implementar a la hora de enseñar esos temas más complejos y ayudar el aprendizaje con una intervención simple y económica”, comentó a la nacion.
“Existen distintos momentos durante el sueño en los cuales ocurren diferentes cosas. En la primera hora y media de sueño, que es el más pesado, se configuran procesos de consolidación de la memoria. Por eso hicimos la intervención en esa ventana de tiempo y lo que vimos fue que el recordatorio olfativo hizo que se activara la consolidación a la memoria que hacía referencia a la clase de historia”, agregó.
Barbuzza aclaró que no hay ningún vínculo en particular con los aromas de coco y de violetas. Para el estudio podrían haber usado otras dos fragancias siempre y cuando fueran bien distintas. Y, por último, dijo que tienen pensado ampliar el estudio a otros grupos etarios y otras asignaturas.
“A largo plazo vamos a seguir
Alejo Barbuzza INVESTIGADOR DEL CONICET “Hace mucho que la neurociencia empezó a tender puentes con la educación”
DARÍO ÁLVAREZ KLAR RED EDUCATIVA ITÍNERE “La ciencia no debe transcurrir en laboratorios, y la educación, en las aulas”
haciendo el estudio por la importancia que puede llegar a tener su aplicación si se generan los mismos resultados con matemática, por ejemplo”, aseguró.
La idea del estudio nació en el Laboratorio de Sueño y Memoria del ITBA y su necesidad de probar las teorías en un ambiente más natural y menos controlado. La escuela, donde se genera aprendizaje todos los días, apareció entonces como el espacio ideal para desarrollar la investigación.
“Hace mucho que la neurociencia empezó a tender puentes con la educación. Una de sus grandes premisas es generar lazos que mejoren las prácticas educativas efectivas basadas en evidencia”, finalizó Barbuzza.
Darío Álvarez Klar, educador especializado en gestión de la innovación y Fundador de la Red Educativa Itínere que proveyó el colegio para hacer el estudio, consideró que la investigación en educación sirve para mejorar y le da herramientas al estudiante para autogestionarse el aprendizaje.
“Si el alumno sabe que esto puede ayudar a fijar la memoria, podrá usarlo él mismo en el momento de adquirir un conocimiento nuevo. Además de servirle a la sociedad científica es una forma de que el estudiante se conozca. Es una forma de autodescubrimiento. La esencia de la herramienta es la autogestión”, explicó a la nacion.
Según Álvarez Klar, el cruce entre ciencia y educación es esencial porque genera nuevas preguntas y nuevas respuestas que mejoran los procesos educativos. “Durante años la educación repitió esquemas sin tener en cuenta a sus actores, pero debe revisarse. Las investigaciones como estas permiten indagar en otras áreas como las neurociencias que no son exclusivamente educativas pero que deberían abrazarse y valerse de sus herramientas para mejorar las prácticas e innovar a la hora de educar. La ciencia no debe transcurrir en laboratorios y la educación en las aulas. Las aulas son los laboratorios en donde científicos pueden observar, medir, comparar y producir información para fundamentar por qué hacer o dejar de hacer lo que sucede en las escuelas”, concluyó Álvarez Klar.