Febrero de 2020. Rosario fue sede de un simposio latinoamericano que contó con invitados internacionales, y que reunió a cien prestigiosos científicos que trabajan con el C Elegans, un diminuto gusano que es clave como modelo de investigación. El encargado de la apertura de esa reunión científica fue Victor Ambros, el estadounidense que este lunes fue premiado con el Nobel de Medicina.

El máximo galardón le fue otorgado junto a Gary Ruvkun. Este reconocimiento mundial estuvo directamente relacionado a ese gusanito de apenas un milímetro que como modelo experimental abrió el camino para el desarrollo de distintas líneas investigativas, entre ellas terapias farmacológicas que cambiaron, y pueden cambiar, el curso de distintas enfermedades.

Ambros y Ruvkun descubrieron una clase de moléculas diminutas de ARN, llamadas microARN, que desempeñan un papel clave en la regulación de los genes. Y lo hicieron mientras trabajaban con el C Elegans.

En ese caluroso verano de hace cuatro años llegó a la ciudad Victor Ambros. Lo hizo en auto, desde Buenos Aires, y allí probó el mate por primera vez. “Un hombre súper modesto, bien predispuesto, que tuvo a su cargo nada menos que la apertura de un congreso en el que nos reunimos personas de todo el mundo que desarrollamos diferentes investigaciones con este gusanito”, dijo a La Capital Diego de Mendoza, el multipremiado científico rosarino que fue, junto al doctor Oscar Fay, la cabeza visible de la organización de ese encuentro, el que ahora, a la luz de las novedades, cobra aún mayor significado.

“Esta mañana (por el lunes 7 de octubre) cuando me enteré que Ambros había ganado el Nobel de Medicina me alegré muchísimo”, comentó De Mendoza, quien agregó: “Cuando hicimos el simposio se rumoreaba que algún día podía recibir semejante premio”.

¿Cómo fueron los días del prestigioso investigador estadounidense en Rosario? “Charló con todos, estuvo participando como uno más, fue a conocer la ciudad y a cenar con nosotros. Hasta quiso pagar él la cuenta, pero no lo dejamos”, recuerda con alegría.

Las fotos de aquellas jornadas lo demuestran. Ambros posó con todos los que se lo pidieron, compartió experiencias en conversaciones informales en el hall del salón de eventos de la Bolsa de Comercio donde se realizó el seminario, y todo lo hizo con el bajo perfil que suele distinguir a los grandes.

Ese simposio estuvo organizado por la Sociedad Latinoamericana de Nematodos, y fue posible gracias al apoyo de la Fundación IBR (Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario), la Academia de Ciencias Médicas de Santa Fe, la Municipalidad local y la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

El famoso gusanito en cuestión, que dio paso a los descubrimientos de Ambros y Ruvkun, mide apenas un milímetro. Es transparente. Se desarrolla en tres días y comparte con los humanos el 60 por ciento del genoma. Ese gusanito, que se nos parece bastante, y tiene 1.000 células (de las cuales 300 son neuronas) es un modelo de investigación que viene pisando fuerte en el mundo. En él se pueden hacer experimentos para los que antes solamente se utilizaban los ratones o las moscas de la fruta. Aunque es desconocido para la mayoría de los seres humanos, tiene su historia en la ciencia mundial, y cada vez se encuentran nuevos usos.

El gran logro de Ambros y Ruvkun

“El gusanito es clave en la investigación básica que luego puede ser aplicada, como lo demuestran tantos desarrollos, en humanos, en plantas, en definitiva en seres vivientes”, explicó De Mendoza, quien además de haber compartido aquella experiencia “rosarina” con Ambros se dio el gusto, a fines del año pasado, de charlar un largo rato en Harvard con Gary Ruvkun.

Lo que lograron los dos estadounidenses mientras trabajaban con el C Elegans fue encontrar en los microARN una nueva dimensión de regulación génica, que es esencial para todas formas complejas de vida.

“Dos personalidades en el mundo científico, sin dudas. Ellos encontraron algo impensado, totalmente inesperado y es muy valioso que se los reconozca nada menos que con el Nobel”, enfatizó el científico local.

El simposio sobre C Elegans en 2020 quedará más que nunca en la historia de la ciencia rosarina. Además de la experiencia de De Mendoza con el gusanito, otros investigadores relacionan su ardua labor al descubrimiento de Ambros y Rubkun. El director de IBR, Javier Palatnik, ha hecho importantes descubrimientos en plantas, basados en micro ARN, esas pequeñas moléculas que pueden mejorar las características de las plantas. Otro ejemplo que demuestra que la ciencia local está siempre cerca de los avances mundiales.

 

La  Capital