En tiempos en que nos duelen tantos jóvenes obligados a perseguir sus sueños fronteras afuera, los logros de un compatriota que emigró en 2001 vuelven a confirmar la indiscutida calidad del talento argentino.
Fernando Alday ha sido incorporado como miembro de The Royal Society, una destacadísima sociedad científica británica, fundada en el año 1600, que se halla entre las más antiguas de Europa. Dedicada a la promoción de las ciencias en beneficio de la humanidad, formaron parte de ella Isaac Newton, Albert Einstein y Stephen Hawking, ídolo de Alday, y otros tres argentinos, entre ellos Bernardo Houssay.
Es mendocino de nacimiento, vivió en Arrecifes y ya de niño disfrutaba de observar el espacio, fuertemente atraído por las matemáticas y los juegos de ingenio. Estudió en la Universidad de La Plata y de allí pasó al prestigioso Instituto Balseiro de Bariloche, donde trabajó con Juan Maldacena, otro argentino de brillante actuación internacional. Su trayectoria continuó en el exterior y su lúcido perfil llamó la atención de la Universidad de Oxford, que lo convocó como profesor en 2010 y lo distinguió en 2020 –entre cien candidatos– con la célebre cátedra de Matemáticas Rouse Ball, un cargo vitalicio en el que continuará la senda de su antecesor Roger Penrose, reciente Nobel de Física.
La incorporación como “fellow” a la sociedad británica le llega a sus jóvenes 44 años por su aporte de herramientas matemáticas para comprender la teoría cuántica de campos y la gravedad cuántica ligada a la llamada teoría de las cuerdas, un complejo marco teórico de la física que busca entender las leyes fundamentales del universo. Todo el universo está hecho de hebras de energía inimaginablemente pequeñas llamadas cuerdas, diminutos filamentos tan pequeños que ningún experimento ha permitido aún detectarlas. Su vibración genera cada partícula elemental que conocemos y distintos modelos explican la interacción entre cada una de ellas. Todo vibra, igual que las cuerdas.
Con humildad, Alday reconoce los apoyos que lo condujeron a su presente y la valiosa formación recibida en la Argentina. “Es como un Oscar a la trayectoria en el campo de la ciencia, al principio no caía”, resume.
Celebramos sus triunfos y reconocemos una vez más la importancia de apostar a la educación como herramienta para el desarrollo. Solo así podremos detener el masivo éxodo de tantas jóvenes promesas que nuestro país necesita para crecer.