Hace tiempo que las tasas de vacunación en la Argentina vienen cayendo. La situación se da en casi todo el mundo, sin embargo, después de los momentos más duros de la pandemia la crisis de confianza hacia las vacunas se profundizó poniendo en riesgo la salud de cientos de miles de chicos.
A los padres les cuesta cada vez más llevar a sus hijos al vacunatorio para cumplir con lo que en otras épocas no se discutía: que les den esos pinchazos que los alejan de enfermedades severas y minimizan el riesgo de internaciones y muerte.
Un ejemplo claro de esa resistencia o apatía es lo que está pasando con la campaña nacional de refuerzo de las vacunas triple viral y antipoliomielitis (para chicos de entre 1 y 4 años), que apenas alcanzó el 28% en Santa Fe, y que no supera, por ejemplo, el 15% de los chicos vacunados en Caba.
Quedan tres semanas para que esta campaña finalice, y aun cuando hay brotes de sarampión y polio en países cercanos (enfermedades erradicadas en la Argentina), los adultos argentinos apenas se movilizan y no son muchos los que vacunan a sus niños.
Andrea Uboldi, pediatra, infectóloga, ex ministra de Salud de Santa Fe, miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones y una profesional de referencia en el país en el tema vacunas, mostró su preocupación y analizó esta crisis de confianza en una de las herramientas más eficaces que existen para evitar enfermedades y muertes precoces.
Aseguró que la campaña de vacunación contra el Covid, y los detractores que tuvo en su momento (sobre todo en lo referido a vacunas infantiles) dejó sus efectos. También mencionó que los padres más jóvenes “no han visto ni poliomielitis ni sarampión y creen que son enfermedades que ya no existen”.
“El problema es multifactorial”, mencionó en primer lugar la especialista.
Para la ex ministra, “la pandemia puso en evidencia una situación de hastío, de incertidumbre; hubo mucha infodemia, mucha mala información y eso generó una gran desconfianza en las vacunas. En el medio se mezclaron cuestiones políticas. Todo eso generó la necesidad de recomponer el vínculo de la sociedad civil con los efectores de salud y retomar la confianza en todas las vacunas, a partir de los que algunos llaman el derrame de la desconfianza por Covid”.
Cuando el coronavirus empezó a expandirse en el mundo (en marzo de 2020 llegó a la Argentina) y se cobraba las primeras víctimas fatales, prácticamente nadie pensaba en la posibilidad de que aparecieran vacunas contra el Sars Cov 2 de manera rápida. Pero en diciembre de ese mismo año ya se vacunaban los primeros médicos en la Argentina (el grupo inicial) en el medio de una enorme campaña de desprestigio hacia estas vacunas que prometían minimizar los riesgos de complicaciones por Covid y frenar el feroz avance de la crisis sanitaria.
Si bien la aceptación en el país fue de las más altas del mundo, los grupos que más adherencia tuvieron fueron los de adultos y en especial adultos mayores.
Cuando Anmat aprobó las vacunas contra el Covid para los más chicos, el último grupo en incluirse, la resistencia fue importante.
Uboldi, como otros especialistas, no descartó que ese coletazo esté impactando ahora en las vacunas del calendario que ya sufrían una merma.
Las causas y los riesgos
En relación a la actual campaña de refuerzo de triple viral (contra sarampión, rubéola y paperas) y antipolio, que continúa hasta el 13 de noviembre en todos los vacunatorios, la médica señaló: “Creo que esta acción llega en un momento en el que tenemos niños con esquemas de vacunación incompletos y es necesario, sin dudas, levantar la cobertura a gran velocidad. Es por eso que se impone esta campaña”.
La pediatra hizo referencia al peligro de reintroducción de dos enfermedades severas como son el sarampión y la poliomielitis, que pueden dejar secuelas de por vida e incluso de comprometer la vida de quienes se contagian.
“Otro aspecto a analizar es el cansancio de los equipos de salud. El sistema de salud todavía necesita recomponerse de la pandemia, y como señalé, la gente en general también está cansada de los pinchazos, las vacunas y todo lo que pasó en pandemia”, dijo.
“Es importante llevar mensajes claros. Es fundamental que los padres comprendan la gravedad de estas enfermedades. La mayoría de los padres y madres que tienen chicos ahora no han visto ni sarampión ni polio, por lo que les parece que no existen, pero no existen gracias al esfuerzo importante que hicimos a lo largo de los años con las campañas de vacunación”, sostuvo.
Uboldi remarcó que la actual campaña “necesita a involucrar a distintos actores, necesita más tiempo para que se pueda explicar su importancia y también precisa más difusión”.
Los pediatras, que tienen un rol fundamental, ya que los padres confían muchísimo en su palabra, quizá no estén enfatizando lo suficiente sobre la relevancia de estos refuerzos. Pero eso tiene una explicación para Uboldi: “A veces los pediatras se encuentran con que hay muchísimas necesidades en niños y niñas que no han estado controlados, que por ahí el tiempo en consultorio es corto para explicar tantas cosas relevantes, como alimentación, desarrollo, vacunas y otras pautas fundamentales que se vieron afectadas durante pandemia”.
Por eso no puede recaer el peso de la campaña y otras vacunas en un solo grupo, sino que “es una tarea de todos los involucrados”, remarcó Uboldi.