Nueve meses después del primer diagnóstico de Covid-19 en el país y de una agotadora carrera contrarreloj, la Anmat aprobó esta mañana el uso del suero hiperinmune producido en equinos para pacientes adultos con cuadros de Covid-19 moderados a graves. El permiso se otorgó mediante el Registro Bajo Condiciones Especiales.
“Estamos muy contentos y también un poco cansados -confesó Fernando Goldbaum, director científico de Inmunova, investigador superior del Conicet, director del Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) y del Laboratorio de Inmunología y Microbiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir-. Trabajamos muchísimo”.
El ensayo clínico que permitió obtener esta aprobación evaluó su seguridad y eficacia en 242 pacientes hospitalizados con neumonía moderada (sin necesidad de suplementación de oxígeno) a severa (con oxígeno) por SARS-CoV-2 confirmada por PCR (121 recibieron el suero y 121, un placebo). Fueron enrolados en 19 hospitales y clínicas del área metropolitana de Buenos Aires, Neuquén y Tucumán. Tenían entre 18 y 79 años (con promedio de 54). El 65% fueron varones y el 35%, mujeres. La mayoría tenía algún factor de riesgo y por lo menos la mitad, dos comorbilidades. Se administraron dos dosis del suero por infusión endovenosa (separadas por 48 horas) dentro de los diez días del inicio de los síntomas.
Los resultados mostraron beneficios significativos; en especial, en los pacientes con cuadros más graves: “45% de reducción en la mortalidad, 24% en necesidad de derivación a terapia intensiva y 36% en uso de asistencia respiratoria mecánica“, destacó el infectólogo Gustavo Lopardo, que lideró el ensayo clínico y fue el director del proyecto Solidarity en el país.
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“Seguimos a los pacientes durante cuatro semanas -contó-. El primero se enroló el 1º de agosto y la base se cerró el 30 de noviembre. Fue posible solo por la pasión y el compromiso que pusieron todos los investigadores en cada uno de los centros”.
Cómo se produce
El suero hiperinmune (llamado así porque tiene un poder neutralizante hasta 100 veces mayor, en promedio, que el de los pacientes recuperados) se obtiene inyectando en caballos criollos del Instituto Biológico Argentino (BIOL, una pyme centenaria) la proteína viral recombinante que se une al receptor de las células humanas (S o Spike) y puede despertar la respuesta inmune de los equinos. Después de 30 días, se le extrae a cada uno hasta cinco litros de plasma en un proceso similar al que se utiliza en las donaciones de pacientes recuperados (plasmaféresis).
Los animales están sometidos a estrictos controles sanitarios. La sangre se pone en bolsas, se la deja sedimentar unas horas y luego el ‘paquete globular’ (glóbulos blancos, rojos y plaquetas) se les vuelve a inyectar. El proceso puede repetirse sin problemas hasta una vez cada dos meses.
Lo que se infunde a los pacientes no contiene la inmunoglobulina entera, sino una fracción que carece de la parte del anticuerpo que es la que produce reacciones descontroladas. En el ensayo no hubo ningún episodio de hipersensibilidad aguda (anafilaxia).
“Nuestros anticuerpos tienen un formato biotecnológico, sin la parte que podría producir reacciones adversas -aclara Goldbaum-. Son muy poco inmunogénicos a pesar de ser de origen equino”.
Pasada esta instancia, los científicos esperan que en días o semanas podrán distribuir el fármaco a los hospitales. “Esperamos que este desarrollo no solo tenga impacto en los pacientes, sino en un ahorro del sistema de salud -afirmó Linus Spatz, director de Inmunova-. Ya tenemos 60.000 viales listos y estamos en condiciones de producir 15.000 tratamientos por mes“.
“El trabajo fue hecho con seriedad y recibió asesoramiento médico, en la redacción del protocolo clínico y en el aspecto inmunológico de respetados expertos en sus respectivas áreas (Gustavo Lopardo y Waldo Belloso, Omar Sued y Pedro Cahn, Jorge Geffner y Leonardo Fainboim, respectivamente) -afirma Laura Bover, investigadora argentina que dirige el Laboratorio de Anticuerpos Monoclonales del M.D. Anderson Center de la Universidad de Texas, en Houston, Estados Unidos-. La utilización de suero equino tiene fundamentos históricos. Por ejemplo, cuando yo era chica, me hice una herida profunda en la pierna con el banco de la escuela y me dieron un suero antitetánico hecho en caballo. Por supuesto que no estaba purificado con la tecnología actual que usó Inmunova para reducir la parte más antigénica de los anticuerpos que purifican. El estudio clínico fue meticuloso y mostró beneficios en la disminución de la progresión de la enfermedad. Veo como ventaja que el grupo beneficiado en este caso es el de pacientes más severos. Las vacunas son muy prometedoras pero la disponibilidad no es inmediata. Hasta que lleguen, el plasma y el suero equino producido en la Argentina pueden cubrir la brecha”.
Inmunova es una compañía tecnológica incubada en el campus de la Unsam y especializada en la investigación, diseño y desarrollo de medicamentos innovadores para enfermedades para las que aún no existe tratamiento disponible. Para este desarrollo reunió un equipo de 70 personas y trabajó en colaboración o recibió el apoyo de mAbxience, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep). El producto será comercializado por Elea. Aunque no brindaron precisiones sobre el precio, estimaron que será varias veces más económico que los anticuerpos monoclonales que se están produciendo en el hemisferio norte.
Hasta ahora, la mayoría de los fármacos ensayados (la hidroxicloroquina, la azitromicina, la combinación lopinavir/ritonavir) demostraron nulo efecto terapéutico. El Remdesivir, un anticuerpo monoclonal, podría acortar el tiempo de internación, pero no está disponible en la Argentina y su costo es de miles de dólares la dosis. Los corticoides son beneficiosos en pacientes graves o críticos.
El desarrollo de este suero que otorga inmunidad pasiva (su efecto dura alrededor de una semana) fue posible porque los científicos ya estaban trabajando con esta plataforma tecnológica para evitar la progresión del síndrome urémico hemolítico. “Si tuviera que mencionar una lección aprendida es que nadie puede hacer en situación de pandemia algo en lo que no haya trabajado antes”, concluye Goldbaum. Y anticipa que estos resultados se enviarán para su publicaciòn en una revista cientìfica internacional a la brevedad.
Por: Nora Bär