Covid.

Gabriela Origlia

Aunque aclaran que aún “no todo está dicho”, expertos que trabajan en los países más afectados por el Covid empiezan a ser optimistas: luego del golpe de ómicron, se podría transitar el final de la pandemia, con el virus convertido en endémico, con menos circulación y cuadros más leves. Esto sería consecuencia de una mayor inmunidad natural entre la gran cantidad de contagiados y de la protección de las vacunas.

La pregunta que desvela al mundo desde hace casi dos años es cuándo la pandemia de coronavirus pasará a convertirse en una endemia, como ocurre con otras enfermedades. En este período hubo momentos en que la luz parecía verse al final del túnel, pero un nuevo ciclo reinició las preocupaciones, sobre todo con el avance de la nueva variante ómicron.

¿La aparición de esta cepa marca la recta final hacia la salida? Epidemiólogos y virólogos que trabajan en distintos países fuertemente afectados por el virus, a quienes consultó la nacion, parecen tener una respuesta optimista. Sin embargo, advierten que “nada está dicho”. Y destacan que, a medida que hay más vacunados y más inmunizados naturalmente por haberse contagiado, empieza a haber más efecto de inmunidad de rebaño.

El investigador virólogo de la Universidad Estatal de Stony Brook (Nueva York) Jerónimo Cello plantea que un virus se vuelve endémico cuando su circulación empieza a disminuir y los cuadros son más leves. “Vamos a la endemicidad, porque tenemos vacuna y ha habido mucha infección que genera inmunidad natural, lo que hará que haya menos transmisión, hospitalizaciones y muertes. Pero el virus va a seguir circulando. Si uno mira históricamente, muchas pandemias de virus respiratorios empiezan con alta letalidad, transitan y terminan en circulación endémica, algunas con brotes”.

Cello reconoce que es difícil anticipar si esta posibilidad será igual en todos lados. Probablemente no sea así, porque depende de cuál es el grado de vacunación existente, cuántos infectados, qué clima hay y qué interacción se da entre la gente: “Todos esos factores hacen la heterogeneidad y pueden determinar que en algunos lugares haya más brotes que en otros. No hay que esperar una respuesta similar en todos lados”, describe.

También apunta que, en la etapa de la endemicidad, jugará un rol la variante en circulación. Pueden ser distintas en los diferentes lugares, con diversidad de fuerza de transmisión y de evasión. Cello dice que es cierto que cuando hay menos gente vacunada el virus tiene más posibilidades de replicarse y, por lo tanto, de mutar. “Pero hay que considerar que, cuando la inmunidad es suficiente en la población, también hace presión sobre el virus y lo hace mutar; todo eso determinará qué características tendrá la endemicidad”, sintetiza.

José Antonio López Guerrero, titular de Microbiología y director del grupo de neurovirología del Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid y director del Departamento de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, comparte que se va hacia una endemia. Califica a ómicron como un “monstruo”, cuyo origen se desconoce por la cantidad de mutaciones que tiene.

“Está pasando como un tsunami, dejará un 90% de población infectada (incluyendo vacunados contagiados), por lo que dejará una inmunidad funcional o natural que –de no aparecer otro monstruo– hará que convivamos con la enfermedad de manera estacional, será endémica”, sintetiza.

Respecto de si ómicron es menos grave, Cello sostiene que no hay comparación posible, porque con la primera cepa “éramos todos vírgenes del virus” y ahora hay una gran proporción de vacunados. Guerrero apunta que todo parece indicar que la última cepa tiene hasta 70 veces más promoción (presencia) en las vías respiratorias altas y que, en general, es menos agresiva, “todavía más en los vacunados, por lo que ese proceso debe seguir”.

Dos médicos israelíes de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Zvika Granot y Amnón Lahad, se animaron a ser más definitivos e indicaron que ómicron señala el final de la pandemia: “Por lo general, los virus que son muy agresivos no son muy infecciosos y los virus que son muy infecciosos no son muy agresivos”.

Annat Raiter, investigadora argentina especialista en inmunooncología en Israel, se inclina por la idea de que la inmunidad natural llegará por efecto de la vacunación y el nivel de contagios. “Dicen que esta variante es menos agresiva, pero no debemos olvidar que es como una ruleta rusa: eso depende de la genética, de la edad, de las comorbilidades. Hay que seguir vacunando, porque no sabemos qué es lo próximo. Incluso todavía no están claras las consecuencias del coronavirus, hay cuadros de cansancio crónico, por ejemplo”, relata.

El infectólogo Matteo Bassetti, director de la Clínica de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Martino de Génova, comparte que la circulación endémica del coronavirus está “más cerca” y comparte que ómicron es una variante menos agresiva.

Dosis

“Hay quienes confundieron y creyeron que testear era una alternativa a la vacunación y no es así; la realidad lo está demostrando”, agrega Bassetti, quien es partidario de una cuarta dosis de la vacuna a los seis meses de la tercera. Al igual que Raiter, sostiene que para los no vacunados el virus es una “ruleta rusa”.

Cello es menos terminante respecto de cómo debería seguir la vacunación, aunque es claro sobre que no existe una vacuna “para la no reinfección; sí han demostrado que, hasta el momento, protegen muy bien contra enfermedad grave, hospitalización y muerte. Todo eso debería traer calma”. Distingue entre inducir inmunidad en las mucosas para no reinfectarse (lo que dura unos meses) e inducir una respuesta de memoria a nivel de células T y linfocitos B que permiten proteger contra la enfermedad grave. “Y eso es lo que ocurre actualmente –continúa–. Si la meta es no reinfectarse, habrá que vacunarse más seguido; si es no caer en casos graves, a lo mejor no hay que hacerla en forma anual”.

Guerrero aporta que las vacunas deberán adaptarse a las nuevas cepas. Hasta que sean desarrolladas, se debe seguir vacunando con las disponibles.

Pablo Goldschmidt, virólogo argentino residente en Francia y actualmente de visita en el país, cuestionó desde el inicio de la pandemia la cuarentena como método eficiente para combatir el coronavirus y ahora sostiene que “no tiene sentido” hablar de si se va camino a la endemia. “No se justificó nunca lo que se hizo y se hace; peor que la enfermedad fue el temor. Es una infección viral respiratoria que hay que manejar como tal, hay una serie de pasos a cumplir y eso se debe hacer, incluso en situaciones complicadas. Hay que calmar a la gente”, indica.

“Los virus respiratorios no se erradican, no se eliminan, y este es respiratorio. No hay vacunas, sino preparaciones farmacéuticas profilácticas. Protegen a las personas vulnerables de casos severos, no previenen la reinfección ni la transmisión”, concluye.