Se combina con Astrazeneca o se aplica en menores de 12 a 17 años, sin comorbilidades
Evangelina Himitian
Después de mucha espera, la semana próxima será el turno de los adolescentes. La provincia de Buenos Aires comenzará a vacunar contra el coronavirus a chicos de entre 12 y 17 años que no tengan comorbilidades: ese será el destino que les dará a las primeras dosis de Pfizer que llegaron al país. En cambio, en la Capital se usan a partir de ayer las 7000 dosis de ese laboratorio enviadas por la Nación para completar la inmunización de los adultos que recibieron la primera inoculación con Astrazeneca, empezando por los mayores de 60 y siguiendo con la población general.
El miércoles de la semana pasada, tras la polémica con ese laboratorio, llegaron al país las primeras 100.620 unidades de la vacuna de Pfizer, aptas para aplicar en personas mayores de 12 años. Para la tarde de anteayer se esperaba que llegara el segundo cargamento con otras 160.290 dosis, que corresponden al contrato firmado por el Gobierno para recibir 20 millones durante este año. Anteayer, en conferencia de prensa, la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, confirmó que la primera tanda ya había sido distribuida “a todas las provincias argentinas”.
Si bien la ministra había informado en un principio que “las dosis de Pfizer van a estar destinadas principalmente a adolescentes de entre 12 y 17 años en forma universal”, un día antes del arribo de 100.620 unidades, Salud aclaró en un comunicado: “En consenso federal, las 580.000 dosis previstas para septiembre serán destinadas a avanzar en la vacunación de adolescentes con condiciones de riesgo, a completar esquemas heterólogos y, en función de la disponibilidad de ingresos de dosis, a la vacunación de otros grupos de adolescentes”.
Así, la decisión final sobre los destinatarios de las dosis la tomó cada jurisdicción. En la provincia de Buenos Aires se decidió dar prioridad a los adolescentes sin comorbilidades; en la Capital se priorizó completar la vacunación de los adultos mayores.
El reciente brote de Covid-19 en la escuela ORT, en la sede de Belgrano, reavivó la controversia. Ante la posibilidad del comienzo de la circulación comunitaria de la variante delta en el área metropolitana, estimada para octubre por los infectólogos, ¿quién debería tener prioridad para recibir la vacuna? ¿Los chicos, entre quienes ya se dieron contagios y que tienen como única opción esta marca? ¿O los adultos mayores con esquema incompleto, que son el grupo de mayor riesgo si llegara masivamente la delta?
“El brote de delta en la ciudad hace foco en los chicos porque no están
vacunados. Sin embargo, son los que menos riesgo tienen frente a una tercera ola. Se debería priorizar a los adultos mayores para aplicar la vacuna de Pfizer”, apunta el infectólogo Eduardo López, que integra el comité de expertos asesores en Covid-19 del Gobierno.
Y agrega: “La Argentina recibió unas 100.000 dosis y está llegando otro cargamento similar. Para tener una idea, los adolescentes de entre 12 y 17 años en el país son unos 4.800.000 chicos. Si les damos dos dosis, requeriríamos unos 10 millones de vacunas. Las que llegaron hasta ahora no alcanzan para generar un impacto frente a la llegada de la variante delta. Resultaría más estratégico vacunar a los adultos mayores lo más rápido posible. Porque faltan muchos, que están solo con la primera dosis y en realidad no se sabe exactamente cuántos son. Es importante hacerlo pronto, porque ya estamos teniendo pequeños brotes de variante delta, que necesita inexorablemente las dos dosis. Los mayores de 50 años deberían ser la prioridad”, considera.
Ricardo Ruttiman, infectólogo de Funcei y coordinador de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), opina que los adolescentes también deben estar entre las prioridades de la campaña de vacunación: “Completar el esquema para los mayores sigue siendo la prioridad, pero como a ellos se les puede aplicar, por ejemplo, la Astrazeneca, que está disponible, me parece correcto avanzar con los adolescentes, que únicamente pueden recibir Pfizer o Moderna”. La vacunación de chicos de 12 a 17 años con comorbilidades se realiza en todo el país desde agosto con dosis de Moderna.
“Estamos atrasados con la inmunización de adolescentes de riesgo, que son alrededor de un millón. La cobertura de primera dosis está cercana al 50% o 60%. El problema es que la obesidad es uno de los factores que se consideran. Y creemos que por un tema de estigmatización, muchos adolescentes no se presentaron a vacunarse. Por eso, la campaña llega a un límite. Entonces, me parece acertada la decisión de incluir a todos los adolescentes porque esto hace que la estigmatización desaparezca”, detalla Ruttiman.
La infectóloga Elena Obieta, miembro de SADI, considera que la prioridad deben ser los esquemas completos de vacunación en el contexto actual: “La prioridad clara de la campaña de vacunación debe ser que los mayores y todas las personas que pertenecen a grupos de riesgo completen la vacunación, que es fundamental frente a la llegada de la cepa delta. Esto incluye a los adolescentes con comorbilidades”.
Los infectólogos dicen que ellos mismos están sorprendidos de que en la Argentina la variante surgida en la India no haya llegado todavía con el impacto esperado. “Delta ya está circulando, pero por algún motivo que los virólogos nos podrán explicar, no tenemos el estallido que se esperaba. Con nuestro invierno y los bajos niveles de vacunación, el escenario estaba dado para que tuviéramos un gran brote de delta, pero no ocurrió. Lo mismo en toda América Latina. En un tiempo sabremos por qué”, dice Ruttiman.
Según anunciaron el Gobierno y Pfizer, a las 580.000 dosis con arribo previsto durante este mes se sumarán entre octubre, noviembre y diciembre los envíos de los restantes casi 19,5 millones de vacunas. “En ese caso sí va a alcanzar para vacunar a todos los adolescentes. Pero mientras sean pocas las dosis, no tiene sentido avanzar en una vacunación parcial de un grupo etario de bajo riesgo. El impacto es nulo”, concluye López.