Expertos en enfermedades hepáticas dicen que así el hígado puede regenerarse, aunque lo único saludable es eliminar su ingesta
Pablo Linde. El Pais
LONDRES.– La cantidad más saludable de consumo de alcohol es cero. Pero los hepatólogos creen que es una recomendación poco realista para la mayoría de la población. En el Congreso Internacional del Hígado, que reunió a algunos de los mayores expertos del mundo en la materia la semana pasada en esta ciudad, quisieron lanzar un mensaje para cuidar este órgano esencial a las personas que no están dispuestas a renunciar por completo a la bebida: al menos, tres días seguidos a la semana sin probar alcohol. Y una advertencia: no es una indicación aislada. Tiene que venir acompañada de moderación y buena alimentación el resto de los días.
Detrás de estos consejos hay una realidad epidemiológica preocupante: Europa padece la mayor tasa de consumo de alcohol del mundo y más de la mitad de las enfermedades hepáticas terminales tienen que ver con la bebida, según un informe conjunto de la Asociación Europea de Estudio del Hígado (EASL, por sus siglas en inglés) y la revista The Lancet. Cada año mueren en el continente 287.000 personas por enfermedades hepáticas, mayoritariamente prevenibles con hábitos saludables, y la tendencia va en aumento: es un incremento del 25% con respecto a 1990.
Las enfermedades del hígado, además, tienen una característica que las diferencia de otras: se encarnizan con personas jóvenes y de mediana edad, especialmente entre la población socialmente más vulnerable. “Contrasta con las enfermedades causadas por el tabaco y la obesidad, como el cáncer de pulmón y la diabetes tipo 2, que causan fallecimientos típicamente entre sexagenarios y septuagenarios”, dice el documento. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que las enfermedades del hígado son la segunda causa de años de trabajo perdidos en Europa, solo por detrás de las coronarias.
Con esta realidad en mente, Aleksander Krag, vicesecretario general de EASL, pide una decidida reducción en el consumo de alcohol y en su promoción, así como un alza en sus precios. “No es que le digamos a la gente que no puede beber nada; [se pueden seguir] muy buenas reglas: mantener tres días sin beber cada semana, nunca consumir más de cinco unidades de alcohol de una vez y no más de 10 a la semana”, explica Krag. Una unidad no se corresponde a una bebida: una copa de vino llena equivale a tres unidades; una cerveza de 333 mililitros (una lata), son 1,5; un chupito de una bebida de alta graduación, una unidad.
Krag matiza que estas cantidades, desde el punto de vista de la enfermedad hepática, pueden ser tolerables, ya que el hígado es un órgano con alta capacidad de regeneración, pero eso no quiere decir que sean recomendables. “No debes beber una copa de vino pensando que es sano, sino porque te gusta”, aclara.
Hay asociados incrementos en el riesgo de padecer ciertos cánceres a partir de cualquier cantidad de alcohol, que no solo es tóxico, sino también adictivo. Por eso, muchos profesionales de la salud son muy contrarios a hacer recomendaciones distintas a que se procure beber lo menos posible. Y si no se consume nada, mejor.
Juan revenga, consultor en alimentación y salud, explica que “lógicamente es mejor beber menos” y descansar tres días que no hacerlo, pero cree que promover el “consumo moderado” es una “entelequia”. “A lo mejor una cerveza o una copa de vino al día no te va a machacar el hígado, pero tiene otros riesgos. El alcohol es adictivo y te produce una sensación de bienestar que, a poco que tomas, sueles querer un poquito más. Y a la vez genera una habituación, porque para encontrar esa sensación cada vez necesitas más. En el alcohol, la mejor cantidad es cero”, resume.
Aunque hay diferencias de opinión sobre cómo lanzar el mensaje para reducir el consumo, existe una clara unanimidad entre los expertos en la conveniencia de hacerlo. Y para eso, hay dos herramientas muy efectivas: subir el precio y bajar la promoción. “Está muy documentado que el precio del alcohol importa. En Gales y Escocia pusieron un precio mínimo y de la noche a la mañana bajó el consumo”, detalla Krag.
El otro frente que puede ayudar a cambiar hábitos es regular la promoción de ambos, tanto alcohol como alimentos poco saludables. “Hay una razón por la cual las compañías tienen un enorme presupuesto en publicidad. Pero ¿por qué es legal anunciar alcohol?”, se pregunta Krag. Lo compara con el tabaco, para el que la promoción está prohibida desde hace años en casi todos los países occidentales y en cuyos envases se advierte sobre los peligros para la salud de su consumo. “¿Por qué no implementar estas medidas sencillas? A la industria del alcohol no le gustará, pero se trata de proteger a la ciudadanía”, razona.
Uno de los problemas de las enfermedades hepáticas es que a menudo son silenciosas y no avisan hasta que resulta demasiado tarde. “La mayoría de personas con cirrosis sin diagnosticar tienen tests sanguíneos normales”, asegura el informe de la EASL y The Lancet. La OMS presentó en el congreso de Londres una nueva línea estratégica para luchar contra las enfermedades hepáticas con el foco en la prevención. “Necesitamos llevar cerca de la comunidad el diagnóstico y el tratamiento. Hay que hacer más accesibles escáneres móviles [de hígado] y tests sanguíneos [destinados a marcadores hepáticos]”, dijo Philippa Easterbrook, experta del programa de hepatitis del organismo.
Detrás de los consejos hay una preocupante realidad epidemiológica