Los especialistas estiman que no agravaría la enfermedad; la vacunación, clave para su freno
David Leonhardt
THE NEW YORK TIMES
NUEVA YORK.– Son dos las preguntas básicas que hay que hacerse frente a cualquier variante del coronavirus. Primero, ¿es más contagiosa que las versiones anteriores del virus? Y segundo, ¿es más grave? Cuando una variante es más contagiosa, conduce a un aumento de casos, especialmente entre los no vacunados. Cuando una variante es más grave o severa, implica que provoca peores síntomas en el promedio de los infectados y conduce a un mayor porcentaje de hospitalización o decesos.
Es fácil confundir esos dos conceptos diferentes cuando una variante, como la delta, empieza a propagarse. Si la variante es más contagiosa, también suele parecer más fuerte, porque el aumento de casos necesariamente implica que habrá más internaciones y muertes, explica el doctor Robert Watcher, de la Universidad de California en San Francisco.
Ante esos números, algunos expertos dicen que una variante es “peor” o “más peligrosa”, conceptos amplios que borronean la diferencia entre contagiosidad y severidad. “Parte del problema es la imprecisión del lenguaje que se usa”, dice Rebecca Wurts, infectóloga de la Universidad de Minnesota.
Pero la diferencia entre esos dos conceptos es muy importante. Si la nueva variante no es más grave ni severa, entonces no representa una amenaza mayor para la persona promedio que se contagia. Los vacunados seguirán estando protegidos. Y entre los menores demasiado chicos para ser vacunados, los casos de Covid grave seguirán siendo excepcionalmente raros, circunscriptos a los niños que acarrean otros problemas de salud.
A fines del año pasado, cuando empezó a circular la variante alfa –popularmente conocida como “británica”–, la mayoría de la gente dio por sentado que era ambas cosas: más contagiosa y más grave. Pero los datos lo desmintieron: alfa parece ser solo más contagiosa.
Ahora esa historia podría repetirse con la delta: según prácticamente todas las mediciones, delta es más contagiosa que alfa, pero sobre la base de los datos hasta la fecha, no parece ser más severa.
De todos modos, esos datos no son definitivos y pueden cambiar. Los márgenes son estrechos y es posible encontrar estadísticas que apunten en uno u otro sentido: que la delta es más grave, igual de grave o menos severa que las versiones anteriores del virus. Pero el grueso de la evidencia indica que no hay una variación significativa en la gravedad de las variantes.
“Hasta donde sabemos, la delta no es más peligrosa en el sentido de causar una enfermedad más grave”, dice Wurtz. “Es sigilosa y oportunista, no brutal”.
Janet Baseman, epidemióloga de la Universidad de Washington, dice: “No he visto pruebas convincentes de que la variante delta sea más grave”. El doctor Paul Sax, del Hospital Brigham and Women’s de Boston, señala: “Que delta cause una enfermedad más grave es más una fábula que un dato de la realidad”. El doctor Eric Topol, del Instituto de Investigaciones Scripps, suma: “No creo que delta enferme más gravemente a los niños”.
El doctor Aaron Richterman, de la Universidad de Pennsylvania, no cree que delta obligue a los padres vacunados a modificar sus conductas de hace unas semanas. Richterman tiene hijos pequeños y dice que en su familia no han modificado sus cuidados y precauciones.
La mejor manera de entender lo que ocurre con delta es seguir el caso de Inglaterra, donde la variante circula ampliamente desde mayo.
Si delta fuera más grave que las versiones anteriores del virus, el porcentaje de casos que terminan en hospitalización o muerte debería estar aumentando. Pero no es así.
De hecho, desde hace tres meses, y gracias al programa de vacunación masiva de Inglaterra, la gravedad promedio de los casos de Covid-19 disminuyó. Es más: las vacunas reducen los casos graves de Covid más drásticamente que el número de infecciones.
Desde hace tres meses, la gravedad se ha mantenido en el mismo rango estrecho. Si la delta fuera más severa, esos márgenes se habrían ensanchado.
En más de un sentido, no debería sorprendernos: es sumamente improbable que la variante de un virus sea más contagiosa y más grave al mismo tiempo.
“Fuimos aprendiendo que podíamos tomarnos más tiempo antes de aplicar medidas más invasivas, como intubar a un paciente. Por ejemplo, el uso de cánulas nasales de alto flujo” “a pesar de las dudas y los efectos adversos, empezamos a usar corticoides, que son antiinflamatorios. ayudan a desinflamar el tejido, principalmente en los pulmones”