El dato surge de las últimas cifras oficiales de 2019; le sigue el cáncer; inquietud ante el retraso en la atención por temor al Covid

Gabriela Navarra

Las enfermedades del sistema circulatorio y los accidentes cerebrovasculares siguen siendo las que más vidas se cobran cada año en el país. Según los últimos datos oficiales disponibles, de 2019, murieron por esta causa 97.264 personas ese año, lo que equivale a 266 por día. Le siguen el cáncer (con 62.163 víctimas mortales cada año) y, en tercer lugar, con 61.979 casos, las patologías respiratorias. Con un dato evidente y muy interesante: en 2019 –y esto ocurre más o menos igual todos los años– fallecieron 32.541 personas de gripe y neumonía. Sí, casi la tercera parte del número de decesos por Covid-19, que ayer llegó a los 100.250 muertos en el país.

Pero llegó la pandemia, y eso alteró la situación: ya en 2020 los especialistas advertían que, como por miedo al contagio la gente no iba a las guardias ni con síntomas de un infarto y mucho menos a hacer sus seguimientos médicos, al cabo de un año las muertes iban a incrementarse de 6000 a 9000 debido a la falta de consulta oportuna.

Las proyecciones, en cambio, son peores. “Creo que habrá un exceso de hasta 30.000 muertes por causa cardiovascular durante la pandemia, aumento asociado a la crisis económica, porque sabemos claramente a partir del corralito en 2001 que estas crisis repercuten en la salud cardiovascular. Veníamos de reducir un 30% la mortalidad entre 1995 y 2010, con prevención y atención de los factores de riesgo. Pero llegó la pandemia y nos hizo perder todo lo que habíamos ganado”, dice Alejandro Palacios, jefe de Hemodinamia del Sanatorio Mater Dei y del grupo Galeno.

El médico, que integra el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), agrega que la campaña de miedo generada en el mundo hizo que la gente dejara de atender sus patologías de base para prestar atención a otra enfermedad. “Con la pandemia, se redujo un 30% la llegada de los pacientes a recibir atención aguda y casi un 90% la atención de los enfermos crónicos. En la pandemia, además, aumentaron la obesidad y el sedentarismo, que incrementan el riesgo cardiovascular”, detalla.

Según la investigación mundial Stent-save a Life, al comparar la mortalidad por infarto desde el inicio de la cuarentena hasta el 31 de julio de 2020 con el mismo período del año anterior, había crecido un 65%: pasó del 6% a más del 10%. El tiempo de demora ante los síntomas fue la variable que mejor explicaba la mayor proporción de muertes.

Otro problema cuya atención disminuyó, aunque es necesario hacerlo en forma urgente, es el ACV. Sebastián Ameriso, jefe del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni, sostiene que si bien es muy temprano para tener estadísticas reales, “sí sabemos por una encuesta que hicimos el año pasado que durante el pico del aislamiento social preventivo obligatorio aproximadamente el 80% de las personas dejaron sus controles habituales de salud. Eso incluye aquellos más frecuentes para ACV: de la hipertensión, del colesterol, de la diabetes. Por lo tanto, es de esperar que repercuta, tal vez no en el plazo inmediato, pero sí en el mediano y largo plazo sobre la incidencia y la mortalidad por ACV”.

Enfermedades avanzadas

Con una perspectiva diferente de la que aportan los números del Ministerio de Salud, que –explica Ameriso– usa como fuente los certificados de defunción, algo que en la Argentina en alrededor del 40% de los casos no son bien completados, el neurólogo asevera que un estudio realizado por Fleni en General Villegas (el ESTEPA) mostró que la mortalidad por ACV en el país es de aproximadamente el 10% del total de los decesos, y que esto lo ubica como la tercera causa de muerte, luego del cáncer y del infarto.

La demora en consultar por síntomas de ACV conspira, al igual que con el infarto, contra los resultados del abordaje terapéutico. “Actuar inmediatamente en las primeras horas disminuye en cerca del 50% las discapacidades y en muchos casos también la mortalidad”, aclara. Los pacientes que quedan con secuelas oscilan entre el 20% y el 30% y no es una cifra menor: el ACV es la mayor causa de discapacidad severa de adultos en nuestro país.

En cuanto al cáncer, Santiago Bella, presidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC), explica a la nacion: “Los pacientes llegan con enfermedad más avanzada. Estamos haciendo un trabajo para comparar estadios de acceso al tratamiento antes y después de la pandemia, pero desde el punto de vista observacional hay coincidencia de todos los colegas: los pacientes vienen más tarde. En 2020 se hicieron entre un 30% y 40% menos de mamografías y las biopsias positivas aumentaron entre un 15% y un 20%; es decir, la gente que viene ya tiene la enfermedad ‘puesta’, por la disminución del screening o tamizaje temprano”.

También se registraron retrasos en los tratamientos por las restricciones a la movilidad. “Eso lo vimos mucho cuando existía esa aberración que no permitía circular entre las provincias –agrega–. Hay gente que vive en un lugar, pero se trata en otro. A Córdoba [donde Bella reside y atiende], por ejemplo, venían pacientes de San Luis, Santiago del Estero, La rioja, Catamarca, que dejaron de venir y pasaron a atenderse localmente. Muchos estaban en protocolos de investigación y tuvieron que salir”.

El especialista dice que, si bien ahora los controles han mejorado y la gente se acerca más a los centros de salud porque ha tomado conciencia de que no se pueden posponer, la huella de la pandemia se notará en los próximos números. “En Europa, la mortalidad por cáncer aumentó entre un 5% y un 6% –recuerda–. En una enfermedad como el cáncer, donde los avances son muy medidos, muy graduales, aun un pequeño aumento en la mortalidad es una catástrofe”.

Las enfermedades respiratorias se cobran muchas vidas en nuestro país. “La mortalidad histórica por estas enfermedades es alta. respecto de un posible aumento de la mortalidad, la cuarentena de 2020 produjo un efecto paradójico: disminuyeron las exacerbaciones de asma y de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), pero podría haberse registrado un aumento de la mortalidad por cáncer de pulmón debido al retraso en el diagnóstico”, señala Alejandro Videla, vicepresidente de la Asociación Argentina de Medicina respiratoria (AAMR).

El tabaquismo, principal factor de riesgo para este tumor, el que más muertes causa cada año (9000), desciende entre la población adulta. “Pero falta disminuir el consumo de tabaco en adolescentes, que sigue siendo estable. Eso se lograría con leyes que prohíban de manera más estricta la publicidad, la promoción y el patrocinio del consumo de tabaco, si se implementara el empaquetado nuestro y se aumentaran sustancialmente los impuestos a los cigarrillos”, explica Videla, que es consultor del Programa Nacional de Control del Tabaco del Ministerio de Salud.

Entre las distintas causas de muerte, ciertas afecciones del período neonatal y malformaciones congénitas explican el fallecimiento de más de 4000 bebés menores de un año.

Bajo un indicador denominado “causas externas”, se agrupan más de 18.000 muertes anuales, que reúnen accidentes de tránsito y transporte, ahogamientos, traumatismos accidentales, suicidios, agresiones, complicaciones de la atención médica y quirúrgica y los llamados “eventos de intención no determinada”, que representan 4312 decesos. Estos son hechos en los que la información disponible es insuficiente para que la autoridad médica o legal pueda distinguir entre accidente, lesión autoinfligida y agresión.

En 2020 se hicieron entre un 30% y 40% menos de mamografías.

Hubo retrasos en los tratamientos por las restricciones a la movilidad.