Luisa Corradini

PARÍS.– Enfrentada a la peor ola de contagios de Covid-19 desde que comenzó la pandemia, Alemania se pregunta con inquietud hasta cuándo resistirá su sistema hospitalario. Para hacer frente a la “dramática” situación, como la calificó la canciller Angela Merkel, la Cámara de Diputados aprobó ayer un paquete de estrictas medidas.

Alemania registró ayer el peor número de casos diarios por coronavirus. El instituto Robert Koch (IRK) señaló 65.371 en solo 24 horas, así como 264 muertes provocados por la enfermedad, mientras los hospitales parecen haber llegado al límite de su capacidad.

Casi 100 de los cerca de 400 distritos administrativos de Alemania tienen actualmente como máximo una cama de terapia intensiva libre para los adultos, según cifras de la asociación médica DIVI. De acuerdo con los datos de la Asociación Interdisciplinaria Alemana de Medicina Intensiva y de Emergencia (DIVI), en unos 50 distritos ya están ocupadas todas las camas, especialmente en losestadosfederadosdeBavierayBaden-Wurtemberg, en el sur del país.

Como en la mayoría de los otros países europeos, el grave problema de Alemania es que los hospitales disponen actualmente de muchas menos camas de terapia intensiva que al comienzo de la crisis.

“tenemos 4000 camas de terapia intensiva menos que hace un año, debido a la falta de personal que, agotado, dejó su empleo o ha reducido su tiempo laboral”, señaló Gernot Marx, presidente de la Asociación Alemana de Medicina Intensiva (DIVI).

Según cifras oficiales, actualmente hay 532.600 casos activos en todo el país, lo que constituye un nuevo récord para esta cuarta ola de la pandemia, que también afecta al resto de Europa. Anteayer, 3376 pacientes graves estaban hospitalizados en unidades de terapia intensiva, 1710 de los cuales reciben respiración artificial.

Según los especialistas, la razón de la abrupta explosión de nuevos casos de las últimas semanas se debe a que la gente pasa más tiempo en el interior durante los meses más fríos y porque una parte importante de la población aún no ha sido vacunada.

El objetivo original del gobierno era vacunar a por lo menos el 75% de la población a fin de evitar este aumento exponencial de casos. Sin embargo, hasta ayer, 56,4 millones de alemanes –es decir, solo el 67,8% de la población– había recibido las dos inyecciones. Esa tasa de vacunación es inferior a la de varios países europeos, entre ellos, Portugal, España, Italia y Francia.

Batería

En plena transición política, cuando la actual canciller debería dejar el poder en menos de diez días y el nuevo gobierno aún no está en funciones, la Cámara baja (Bundestag) del Parlamento alemán tomó la decisión de tomar medidas suplementarias. Una legislación que fue propuesta por los futuros miembros de la coalición de gobierno, compuesta por socialdemócratas, verdes y liberales, y que prevé una base jurídica para aplicar nuevas restricciones, sobre todo para las personas que no han recibido la vacuna.

Esa nueva batería de medidas incluye la obligación de que los empleados presenten una prueba de vacunación, haberse curado del virus o un test negativo antes de ir a trabajar. Asimismo, en función de la tasa de infección, los Landër podrán limitar el acceso a restaurantes, bares o manifestaciones culturales a aquellos que hayan sido vacunados o se hayan curado del Covid-19.

Las autoridades regionales también podrán exigir los mismos requisitos a los pasajeros de los transportes públicos. Para proteger mejor a los residentes, los tests serán obligatorios para el personal y los visitantes de las residencias de ancianos. Esta nueva legislación debe ser aún aprobada por el Bundesrat, la Cámara alta del Parlamento alemán, que la debatirá hoy.

Anteayer, antes de reunirse con líderes regionales para discutir las nuevas medidas sanitarias, Merkel calificó de “dramática” la situación y llamó a sus conciudadanos a vacunarse lo antes posible. “Aún no es tarde para decidirse y hacerse aplicar la primera inyección”, insistió la canciller.

Los alemanes parecen haber tomado conciencia del peligro: ayer, largas filas se formaron durante todo el día en los centros de vacunación de todo el país.

Un sondeo Forsa publicado este mes mostró que la mitad de las personas no vacunadas interrogadas habían votado por el partido de extrema derecha AfD en las últimas elecciones federales de septiembre.ß