Gustavo González Anta

 “La importancia de lo infinitamente pequeño es infinitamente grande”. (Louis Pasteur).

Durante muchos años la agricultura ha puesto especial foco en la fertilidad física y química de los suelos; relegando, en parte, la fertilidad biológica de los mismos. El nuevo siglo ha traído, además del perfeccionamiento de los conocimientos de la matriz física y química de los suelos, un impresionante aumento del conocimiento y utilización del mundo microbiano que acciona de manera: positiva, incesante y permanente sobre la mejor absorción de nutrientes e incrementa la biodisponibilidad de los mismos en diferentes cultivos.

Estas propiedades del mundo microbiano pueden ser vehiculizadas por los biofertilizantes, que pueden definirse como herramientas microbianas constituidas por microorganismos y sus metabolitos que impactan favorablemente sobre el crecimiento, desarrollo y rendimiento de los cultivos agrícolas.

Estas capacidades de los inoculantes microbianos o biofertilizantes se traducen en funciones microbianas y metabólicas que entre otros beneficios permiten transformar a través de la Fijación Biológica del Nitrógeno (FBN): Nitrógeno Molecular (N2) en Amonio (NH3) con asociaciones simbióticas en el caso de las leguminosas y libres en el caso de gramíneas y otras familias de plantas, asegurando de esta forma un nutriente esencial para la producción agrícola y ganadera.

Además, los biofertilizantes pueden hacer aportes significativos a la nutrición vegetal a través del aumento de la biodisponibilidad de los nutrientes presentes en el suelo y/o aportados por las fertilizaciones tradicionales. Son determinantes para la producción, a través de procesos tales como la solubilización de nutrientes (Fosforo, Azufre, Zinc, Potasio, etc); no disponibles para las plantas; ya que muchos de ellos quedan retenidos en las fracciones orgánica y/o inorgánica del suelo.

Adicionalmente, debemos a los biofertilizantes distintas funciones metabólicas microbianas como los fitohormonales; Nitrato Reductasa y ACC Deaminasa que incrementan la captura y absorción de los nutrientes, mejorando su eficiencia de utilización y la productividad de los cultivos.

Esta verdadera revolución agrícola microbiológica se confirma con resultados concretos a nivel de lotes de producción en diferentes ambientes de la región Pampeana, el NEA y el NOA con el uso de tecnologías de última generación de inoculación en soja (FBN) que nos indican que en diferentes ambientes Agroedafo-climáticos (sitios evaluados 1143) el incremento de rendimiento de los cultivos de soja fue de +228 Kg/ ha (+8,10%). En este punto es válido señalar que las tecnologías con que hoy se cuenta tanto a nivel de formulaciones, como de cepas resistentes a diferentes estreses abióticos y bióticos, permiten potenciar el rendimiento en cantidad y calidad.

Por otra parte, en los biofertilizantes, denominados PGPR (Promotores del Crecimiento Vegetal: Azospirillum sp, Pseudomonas sp, Bacillus sp, etc) los incrementos de rendimiento oscilan en el cultivo de Trigo entre los 200 y 500 kg/ha (+ 4% al +15%); según diferentes investigadores en distintos ambientes AgroEdafoClimáticos. Estos resultados también son alentadores en el cultivo de maíz, en los que se alcanzaron incrementos de rendimiento respecto de los tratamientos testigos que oscilan del 7 al 18%.

Definitivamente la incorporación de las nuevas microbío tecnologías de fertilización biológica (Biofertilizantes) asociadas al empleo de fertilizantes tradicionales, formulados a base de fósforo, potasio, azufre y otros nutrientes, impactan dentro de los planteos productivos; incrementado los rendimientos en calidad y cantidad y también a través de una utilización más eficientes de los recursos e insumos, reduciendo significativamente los impactos ambientales detrimentales.

El autor es docente de la Unnoba y la UBA y director científico de Indrasa Biotecnología.