16 de abril de 202200:09

José Claudio Escribano

Luis Agote. Pionero mundial en las transfusiones de sangre, fue fundador y director del Instituto Modelo de Clínica Médica Academia Nacional de Medicina 98

En la apertura del Año del Bicentenario de su creación, la Academia Nacional de Medicina ha publicado un libro dedicado a catorce médicos y bioquímicos argentinos que contribuyeron a mejorar la medicina en el mundo. El autor del texto que sigue fue invitado por la institución a presentar la obra en un acto que se realizó el martes, en la tradicional sede de Las Heras y Coronel Díaz.

Entre los primeros actos por la conmemoración del bicentenario de su creación, la Academia Nacional de Medicina ha resuelto asumir un riesgo. El riesgo ha sido editar un libro de cerca de cuatrocientas páginas con las semblanzas humanas y profesionales de catorce argentinos que contribuyeron al progreso de la medicina en el mundo.

Bernardino Rivadavia, hijo de la Ilustración y de Mayo, y mentor de la gestación de esta gran casa, lo hubiera celebrado. Solo evitan el error y la crítica quienes nada hacen ni arriesgan. La carga de juicios subjetivos que se acumulan en la elección de catorce nombres por sobre la pléyade de otros maestros sobresalientes de la medicina y la bioquímica argentina, ha estado, con todo, acotada por un condicionamiento específico.

Ese condicionamiento ha circunscripto este libro a precursores que gravitaron con investigaciones o técnicas quirúrgicas innovadoras sobre el curso de la medicina mundial. De modo que aquí contamos con un rasgo compartido, que cumple con la exigencia epistemológica de objetividad en este homenaje selectivo que se perpetúa en libro. Pensé, de todos modos, en Salvador Mazza, que dedicó una vida al estudio del mal de Chagas y otras epidemias. Pensé en un pergaminense por adopción, Julio Maiztegui, cuya vacuna acorraló, con la utilización de suero de convalecientes, la fiebre hemorrágica o mal de los rastrojos. Pensé en Eduardo Castilla, gran genetista que configuró una red interdisciplinaria en América Latina destinada a prevenir y buscar soluciones para las anomalías congénitas. Pensé en qué lugar y cómo exaltar la destreza quirúrgica de José María Mainetti, de quien una tarde, al visitarme en LA NACION, René Favaloro comentó, en su jerga médica: “Vengo de La Plata de acompañar, cuando ‘hacía’ un hígado con 83 años, al más prodigioso artista que haya visto actuar en un quirófano: el doctor Mainetti”.

Acepté hacerme cargo de esta presentación después de dar mil vueltas ante la invitación que me hizo, en nombre de sus pares, el doctor Antonio de los Santos, presidente de esta institución. Por su involucramiento, junto al de relevantes colaboradores, ha sido posible este libro de prolongada preparación. Al colgar el teléfono, sentí haber quedado en situación manifiestamente más perpleja, y más vulnerable, que la del doctor Wilcox.

Luis Federico Leloir. Recibió el Premio Nobel de Química en 1970 por su contribución al conocimiento de los hidratos de carbonoAcademia Nacional de Medicina

El doctor Wilcox protagoniza “Dios les conserve la alegría, caballeros”, uno de los cuentos con los que Hemingway cimentó su fama como escritor. Wilcox siempre portaba consigo un libro. Contenía una guía que, según Hemingway, al ser consultada sobre cualquier tema médico, te decía los síntomas y el tratamiento. Leer más…