La recomendación es airear los espacios cerrados pero las bajas temperaturas afectan las actividades y el rendimiento. Lo que se debe hacer y lo que no. 

Por Florencia O’Keeffe 

Los casos de Covid y otras enfermedades respiratorias aumentan al ritmo de las bajas temperaturas. Las autoridades sanitarias recomiendan una y otra vez ventilar los ambientes para evitar la acumulación y propagación de gérmenes, pero ¿cómo tolerar el frío sin sufrirlo?

Las estufas eléctricas salieron de los placares. En muchos espacios laborales los trabajadores hicieron sus tareas emponchados hasta las orejas, con guantes, tomando té, mate o cualquier bebida caliente (a cada rato) para bancar el frío.

¿Son éstas las medidas más efectivas para recuperar un poco el calor? Romina González, máster en actividad física y salud, especialista en kinesiología del deporte de la Universidad del Gran Rosario (UGR), licenciada en kinesiología y fisiatría, y profesora de educación física explica cuáles son los mecanismos que regulan la temperatura corporal y qué acciones poner en marcha para pasarla mejor en esta temporada otoño invierno que ya se anuncia con días “helados”.

La profesional señala que los seres humanos, sobre todo los que viven en zonas urbanas, se han acostumbrado a un confort que ronda los 25 grados tanto en época invernal como estival.

“El organismo que se adaptó perdió la capacidad de termoregulación en situaciones extremas”, comenta.

Cuando hace mucho frío, detalla, las personas dependen de una grasa que se denomina parda, que la tienen más los bebés y que en el adulto se va perdiendo: solo se encuentra en la zona del cuello, la garganta, el tórax. Es la grasa que genera justamente la termogénesis y que puede estar más o menos desarrollada en cada individuo.

Existe una creencia que Romina González echa por tierra: quienes tienen sobrepeso, aquellos con más grasa blanca, pasan mejor el invierno. “No, el tejido adiposo no nos protege”, remarca.

Cómo estimular el calor propio

Aunque parezca contradictorio la solución no pasa por taparse con todo lo que encontramos sino aumentar la exposición al frío, señala González.

Esto no quiere decir que la gente tenga que salir en remera con 2 grados, sino que hay mecanismos, acciones, algunas muy simples, que se pueden poner en marcha y que activan la grasa parda para encarar el día con mayor bienestar: “Tenemos estrategias caseras, como por ejemplo exponerse un minuto o lo que se tolere al agua fría de la ducha. Esto tiene que hacerse en el final del baño o ducha y activa la termogénesis”.

Otro punto crucial es aumentar la masa y la fuerza muscular. “Como expliqué, el aumento de tejido adiposo que acumulamos con exceso de calorías en las comidas, con platos abundantes y sin movernos no nos ayuda para nada, al contrario, nos trae un montón de problemas de salud. Tenemos que permitirnos entrenar incluso en épocas de frío. El músculo es un órgano endocrino que secreta una sustancia llamada irisina, que es muy interesante”, destaca.

La irisina aumenta durante el ejercicio y tiene la capacidad de generar calor porque puede convertir tejido adiposo blanco en tejido adiposo pardo: “Dejar la actividad física para la primavera o el momento en el que tenemos que empezar a quitarnos ropa no es buena idea”.

Todo lo que ayude a aumentar masa muscular “es fundamental” para sentirse mejor durante todo el año. “Cada persona sabe cuáles son sus posibilidades y siempre es recomendable la asistencia profesional para encontrar esa actividad que nos entusiasme y que nos lleve a sostenerla no solo cuando hay que ponerse la malla”, menciona.

“El confort nos atrapa, pero es un enemigo de la buena salud”, puntualiza la fisiatra y profesora de educación física.

La estimulación del sistema cardiovascular a través del entrenamiento aeróbico (que puede ser más o menos intenso de acuerdo a la edad y características físicas y orgánicas) es otra herramienta anti frío. “Cuando nuestro sistema es sometido a ese tipo de entrenamiento también va a enviar información para aumentar la grasa parda. Moverse, activarse es el camino. Quizá cuesta arrancar, pero los beneficios son enormes en todas las edades”, explica.

Actualmente, agrega González, se tiende a entrenamientos más cortos e intensos que resultan aun más efectivos. “A lo mejor necesitás media hora de ejercicio intenso y eso ya genera respuestas interesantes: rendís más en tus actividades diarias, en el ámbito laboral, en tu estudio y además se genera más adherencia al ejercicio”.

El sedentarismo laboral y escolar “es muy difícil de modificar _admite la profesional_ pero es por ese lado que vamos a ganar en salud”.

“Recomiendo levantarse cada media hora de la silla, caminar, mover los pies, las manos, el movimiento siempre genera calor. En muchas empresas incluso hay espacios para que los trabajadores hagan en horario laboral actividad física, aunque sea por 20 minutos o media hora”.

“Estar quietos todo el tiempo no va más”, resume la experta.

Alimentos

Respecto al hecho de comer de manera más abundante o ingerir productos hipergrasos o calóricos durante el invierno, González comenta: “Dos alfajores o un paquete de papas fritas no te ayudan a sentir más calor, vas a seguir teniendo frío y encima sumás riesgo metabólico: no es negocio para el cuerpo, se los aseguro”.

En cuanto a las bebidas calientes está bien tomarlas, señala, pero el efecto del mate o el cafecito dura poco. “En un rato volvés a tener el mismo frío que antes porque es un tipo de calor que el cuerpo minimiza”.

Moverse, moverse, moverse es la clave y prestar especial atención a manos y pies. “Las personas que van a la montaña, por ejemplo, y se exponen a situaciones extremas de frío tienen los mayores problemas en las extremidades. ¿Ayuda tener pies y manos abrigados? Aunque no es el único recurso, sí”.

El buen descanso nocturno es otro aliado para paliar las bajas temperaturas: “Si alterás el sueño generás más grasa blanca y menos grasa parda. Dormir las horas adecuadas aumenta además la melatonina, una hormona natural y muy efectiva para la salud”.

Son herramientas simples que es necesario tener en cuenta cada día y que se pueden poner en marcha hoy mismo. “No es fácil, pero cuando cambiamos hábitos la vida mejora”, afirma Romina González.