Sui-lee Wee 

THE NEW YORK TIMES

NUEVA YORK.– Mongolia le prometió a su pueblo “un verano sin Covid”, Bahrein había dicho que se volvería “a una vida normal” y la diminuta nación insular de las Seychelles apostaba a un fuerte repunte de la economía.

Los tres países depositaron su fe, al menos en parte, en las fácilmente accesibles vacunas de fabricación china, que les permitiría desplegar un ambicioso plan de vacunación cuando las dosis escaseaban en gran parte del mundo.

Pero en vez de liberarse del virus, los tres países ahora enfrentan una escalada de casos y contagios.

China arrancó con su “diplomacia de vacunas” el año pasado, comprometiéndose a proveer dosis que fueran seguras y efectivas para impedir el desarrollo de cuadros graves de Covid-19. En aquel momento, había menos certidumbre que ahora sobre la eficacia que podrían tener esa y otras vacunas para frenar los contagios.

Ahora, el ejemplo de varios países sugiere que las vacunas chinas podrían no ser tan efectivas para impedir la transmisión del virus, sobre todo de las nuevas variantes. La experiencia de esos países deja al descubierto la cruda realidad del mundo pospandémico: el nivel de recuperación tal vez depende de qué vacunas le dieron los gobiernos a su gente.

En Chile, Bahrein, Mongolia y las islas Seychelles, entre el 50% y el 80% de la población ha sido inoculada con ambas dosis, superando a Estados Unidos, según el sitio de relevamiento de datos Our World in Data. Esos mismos cuatro países están entre los 10 con peores rebrotes de Covid, incluso hasta la semana pasada, según datos de The New York Times. Y esos cuatro países también aplicaron casi exclusivamente las vacunas de fabricación china, ya sea la de Sinopharm o la de Sinovac.

“Si esas vacunas fueran suficientemente buenas, no se observaría este patrón”, dice Jin Dongyan, experto en virus de la Universidad de Hong Kong. “China tiene la responsabilidad de solucionar esto”.

Los científicos no saben con certeza por qué algunos países con tasas de inoculación relativamente altas están sufriendo nuevos brotes. Las variantes, el relajamiento anticipado de las restricciones y la falta de cuidado después de recibir apenas la primera dosis son algunas de las posibles causas. Pero los nuevos contagios podrían tener consecuencias perdurables.

En Estados Unidos, alrededor del 45% de la población está completamente inmunizada, mayormente con dosis de Moderna o Pfizerbiontech. En los seis meses pasados desde que arrancó masivamente la vacunación, la cantidad de casos en Estados Unidos cayó en un 94%.

Israel administró Pfizer y tiene la segunda tasa de vacunación más alta del mundo, después de Seychelles. Actualmente, el número de nuevos casos diarios en Israel es de alrededor de 4,95 por millón de habitantes. En las Seychelles, que dependía mayormente de la vacuna de Sinopharm, ese número supera actualmente los 716 casos por millón de habitantes.

De disparidades como estas podría surgir pospandémico con tres clases de países: las naciones ricas que usaron sus recursos para asegurar las vacunas Pfizer-biontech y Moderna; los países más pobres que están lejos de inmunizar a la mayoría de los ciudadanos, y finalmente los países con alto nivel de vacunación pero solo parcialmente inmunizados.

Tanto China como las más de 90 naciones que han recibido las vacunas chinas pueden terminar en el tercer grupo, y en ese caso tendrían que lidiar con cuarentenas, hisopados y restricciones a la vida cotidiana durante meses o años. La economía de esos países se resentiría. Y si cada vez más gente empieza a cuestionar la eficacia de las vacunas chinas, también será más difícil convencer a los no vacunados de hacer fila para arremangarse y poner el brazo.

Un mes después de recibir su segunda dosis de Sinopharm, Otgonjargal Baatar se enfermó y dio positivo de Covid-19. Baatar es trabajador minero, tiene 31 años y estuvo nueve días internado en un hospital en Ulán Bator, capital de Mongolia. Como era de esperarse, perdió confianza en la utilidad de las dosis que recibió. “La gente estaba convencida de que si nos vacunábamos íbamos a tener un verano son Covid”, dice Baatar. “Pero resultó no ser cierto”.

Pekín encontró en la diplomacia de las vacunas una oportunidad de emerger de la pandemia como una potencia con mayor peso global. El líder Xi Jinping se comprometió a entregar una vacuna de origen chino que podría almacenarse y hacerse llegar fácilmente a millones de personas en todo el mundo. Calificó la vacuna como “bien público global”.

Mongolia fue una de las beneficiarias, y aprovechó la oportunidad de anotarse para recibir millones de dosis de Sinopharm. Como es un país poco poblado, implementó rápidamente un programa de vacunación y relajó las restricciones. Ya tiene vacunado con ambas dosis al 52% de su población, pero el domingo registró 2400 nuevos contagios, cuadruplicando la cifra de un mes antes.

Ninguna vacuna previene completamente la transmisión del virus y las personas vacunadas igual pueden enfermarse, pero las tasas de eficacia relativamente bajas de las fórmulas chinas son señaladas como una posible causa de los brotes más recientes. Pfizer-biontech y Moderna tienen índices de eficacia de más del 90%. Varias otras vacunas, como la de Astrazeneca o la de Johnson & Johnson, tienen tasas de eficacia de alrededor del 70%. Sinopharm, desarrollada con el Instituto de Productos Biológicos de Pekín, tiene una tasa de eficacia del 78,1%, mientras que la vacuna de Sinovac tiene una tasa de eficacia del 51%.

Las empresas chinas no han publicado demasiados datos clínicos sobre el funcionamiento de sus vacunas en la prevención del contagio. Shao Yiming, investigador de salud pública del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, dijo que para lograr la inmunidad colectiva, o “de rebaño”, su país tiene que vacunar completamente a entre un 80% y un 85% de su población, revisando a la suba una estimación oficial anterior que ubicaba ese guarismo en el 70%.

A pesar del aumento del número de casos, los funcionarios tanto de Seychelles como de Mongolia han defendido a Sinopharm, asegurando que su vacuna es eficaz para prevenir casos graves de la enfermedad.

Batbayar Ochirbat, investigador del Grupo Asesor Científico para Emergencias del Ministerio de Salud de Mongolia, dijo que su país había tomado la decisión correcta al optar por la vacuna de fabricación china, en parte porque había ayudado a mantener baja la tasa de mortalidad. Los datos que exhibe el ministerio muestran que Sinopharm, de hecho, es más efectiva que Astrazeneca o la rusa Sputnik.

Según Batbayar, la razón del aumento de casos en Mongolia es que la reapertura fue demasiado apresurada y que muchas personas creyeron estar protegidas después de recibir una sola dosis. “Cantamos victoria antes de tiempo”, dice Batbayar.