Lauran Neergaard AGENCIA AP

La demanda de vacunas contra el coronavirus supera al suministro global, y tanto la frustrada población como los gobiernos quieren saber cómo conseguir más. Mucho más. Ahora mismo. El problema, indicó la especialista de vacunas Maria Elena Bottazzi, de la Escuela de Medicina de Baylor, en Texas, es que “no es como añadir más agua a la sopa”.

Los fabricantes de vacunas contra el Covid-19 necesitan que todo salga bien al escalar la producción a cientos de millones de dosis, y cada pequeño revés puede producir una demora. Algunos de sus ingredientes no se han producido nunca al enorme volumen necesario ahora. Y las propuestas aparentemente sencillas de que otras fábricas cambien su producción para hacer las vacunas nuevas no pueden aplicarse de una día para otro. Esta misma semana, la farmacéutica francesa Sanofi anunció la inusual decisión de que ayudará a envasar y empaquetar algunas vacunas producidas por su competidora Pfizer y su socia alemana Biontech. Pero esas dosis no empezarán a llegar hasta el verano, y Sanofi tiene el espacio disponible en su fábrica alemana solo porque se retrasó su propia vacuna, lo que son malas noticias para los suministros totales a nivel global.

“Pensamos ‘bueno, es como hacer camisas, ¿verdad? Simplemente tendré otro sitio donde hacerlas’”, dijo el doctor Paul Offit, del Hospital Infantil de Filadelfia, asesor del gobierno norteamericano en materia de vacunas. “Simplemente no es tan fácil”.

Las diferentes clases de vacunas que se usan entrenan al cuerpo para reconocer el nuevo coronavirus, principalmente a la glucoproteína que lo recubre. Pero requieren distintas tecnologías, materias primas, equipamiento y conocimientos.

Las dos vacunas autorizadas por ahora en Estados Unidos, las de Pfizer y Moderna, se hacen colocando un fragmento de código genético llamado MRNA –las instrucciones para esa glucoproteína– dentro de una pequeña bola de grasa.

Fabricar pequeñas cantidades de MRNA en un laboratorio de investigación es fácil, pero “antes de esto, nadie había hecho mil millones de dosis, ni 100 millones, ni siquiera un millón de dosis de MRNA”, dijo el doctor Drew Weissman, de la Universidad de Pensilvania, que ayudó a desarrollar esa tecnología.

Escalarlo no implica solo multiplicar los ingredientes para conseguir más. Crear MRNA implica una reacción química entre encimas y elementos genéticos, y Weissman señaló que las encimas no funcionan de forma tan eficiente en grandes cantidades.

La vacuna de Astrazeneca y la que se espera que lance pronto Johnson & Johnson se fabrican con un virus del resfriado que lleva el gen de la glucoproteína al cuerpo. Su fabricación es muy diferente: se cultivan células vivas de ese virus en enormes biorreactores, antes de extraerse y purificarse.

“Si las células se quedan viejas o cansadas, o empiezan a cambiar, puedes conseguir menos”, dijo Weissman. “Hay muchas más variables y muchas más cosas que tienes que comprobar”, añadió.

Una variedad más clásica, las vacunas de virus “inactivos”, como la que fabrica la china Sinovac, requieren aún más pasos y una bioseguridad reforzada, porque se fabrican con coronavirus muertos. Hay algo que todas las vacunas tienen en común: deben fabricarse bajo estrictas normas que requieren instalaciones que pasan inspecciones específicas y con comprobaciones en cada paso, lo que consume tiempo, pero es necesario para tener confianza en la calidad de todas las remesas.

La producción depende de conseguir suficiente materia prima. Pfizer y Moderna insisten en que tienen proveedores fiables.

Aun así, un vocero del gobierno de Estados Unidos dijo que había expertos en logística trabajando directamente con los fabricantes de vacunas para anticiparse y resolver cualquier problema de suministro.

El director general de Moderna, Stephane Bancel, reconoce que sigue habiendo desafíos. La empresa mantiene la producción las 24 horas del día, de modo que si un día “falta un material, no podemos empezar a hacer productos, y esa capacidad se perderá para siempre porque no podemos compensarla”, explicó.

Pfizer redujo temporalmente las entregas en Europa durante varias semanas para hacer mejoras en su fábrica de Bélgica y aumentar la producción. Y en ocasiones las remesas se quedan cortas. Astrazeneca dijo a la Unión Europea que entregaría en un principio menos dosis de las prometidas. El motivo: una producción menor de la esperada en algunos centros en Europa.

Entregas

Más que en otras industrias, cuando se trabaja con ingredientes biológicos “hay cosas que pueden ir mal y que irán mal”, señaló Norman Baylor, exdirector de vacunas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) y que describió como habituales las variaciones de producción.

Eso varía por país. Moderna y Pfizer esperan entregar 100 millones de dosis a Estados Unidos para finales de marzo y otros 100 millones en el segundo trimestre del año.

El director general de Pfizer, Albert Bourla, dijo que su empresa terminará entregando 120 millones de dosis para finales de marzo, no porque se acelere la producción, sino porque ahora se permite al personal sanitario sacar una dosis extra de cada vial. Pero conseguir seis dosis en lugar de cinco requiere utilizar jeringas especializadas, y hay dudas sobre el suministro global. Estados Unidos envía lotes con las jeringas especiales con cada cargamento de Pfizer, indicó el Departamento de Salud y Servicios Humanos.

Pfizer también dijo que las mejoras en su fábrica de Bélgica causan molestias ahora para obtener beneficios a más largo plazo, ya que los cambios ayudarán a aumentar la producción global a 2000 millones de dosis este año en lugar de los 1300 millones previstos en un principio.

Moderna también anunció hace poco que podrá entregar 600 millones de vacunas en 2021, por encima de los 500 millones previstos en un principio, y que estaba ampliando su capacidad para llegar a mil millones.

Pero posiblemente la forma más sencilla de conseguir más dosis es que se compruebe que otras vacunas en desarrollo funcionan. Se espera que pronto haya datos estadounidenses sobre la efectividad del fármaco de una dosis de Johnson & Johnson, y otra empresa, Novavax, está en la última fase de ensayos.

Durante meses, las principales empresas de vacunas firmaron “contratos de fabricante” en Estados Unidos y Europa para ayudarlos a producir las dosis y completar su envasado. Moderna, por ejemplo, trabaja con la suiza Lonza.

Fuera de los países ricos, el Instituto Serum de la India tiene un contrato para manufacturar mil millones de dosis de la de Astrazeneca. Es el fabricante de vacunas más grande del mundo, y se espera que sea un proveedor clave para los países en desarrollo. Pero algunos esfuerzos locales por aumentar los suministros parecen tener problemas. Dos institutos brasileños de investigación esperan fabricar millones de dosis de las vacunas de Astrazeneca y Sinovac, pero han sufrido demoras no explicadas en la entrega de ingredientes desde China.

Además, señaló Bottazzi, el mundo también tiene que mantener la producción de vacunas contra la polio, sarampión, meningitis y otras enfermedades. Weissman hizo una llamada a la paciencia. “Creo que cada mes vamos a hacer más vacunas que el mes anterior”, dijo.