12 de marzo de 2022

Mauricio Giambartolomei

n grupo de amigos programa una salida un jueves a la noche y eligen un bar de tapas de Palermo. No importa que no tenga patio, terraza, o mesas al aire libre en la vereda. Cuando llegan, uno a uno, están indecisos, a mitad de camino entre los saludos distantes y afectuosos, con puños que trastabillan contra manos abiertas y cabezas torpes que buscan besos limitados por los barbijos. En la oficina, que cada vez está más poblada, días después pasa lo mismo en los pasillos y salas de reuniones.

La era de la pospandemia parece haber llegado y aunque todavía la comunidad científica no le haya bajado la persiana a la enfermedad que puso patas para arriba al mundo, la sociedad comienza a decretar el fin de la pandemia. En esta transición, sin embargo, aparece la última resistencia, símbolos de la pandemia y costumbres que, quizás, perduren más allá del Covid-19.

Cuando todas las actividades ya están autorizadas y la sociedad recuperó la normalidad en su vida cotidiana la pregunta que muchas personas se hace es: ¿hasta cuándo deberíamos seguir usando el barbijo en lugares específicos? En las escuelas, el transporte público, los ámbitos laborales y los espacios cerrados se mantiene la obligatoriedad de utilizarlo, aunque fue liberado para los sitios al aire libre.

Aún con todos los indicadores a la baja desde hace semanas y superado el pico de enero cuando se registraron los números más abultados de la pandemia, al menos en cantidad de casos diarios, los expertos consultados por LA NACION mantienen posturas dispares sobre el uso del barbijo y el momento actual de la pandemia.

 “Hay una sensación de fin de fiesta, pero los números no están como para pensar eso”, alertó el infectólogo Eduardo López, del Hospital Ricardo Gutiérrez. “La gente ha considerado que la pandemia está en vías de desaparecer, aunque no se puede hablar de esto. El barbijo, en ambientes cerrados, se reconoce como la medida más segura para controlar el virus, también en aquellos lugares donde el riesgo es mayor, como en hospitales”, agregó.

Cuando efectivamente pasemos a una endemia se podría utilizar el barbijo como se usa en Japón o en otras sociedades orientales, en períodos de invierno, en lugares cerrados o transporte público. No sería una tan mala idea, pero no estamos acostumbrados. Podría quedarse como una buena consecuencia de la pandemia, también el compartir el mate, que se use en forma individual, para reducir el riesgo”, propone López.

Por el momento desde el Ministerio de Salud de la Nación descartaron alguna medida para levantar la obligatoriedad o dejar a criterio de la gente el uso del barbijo. Desde la cartera sanitaria informaron que el país registra un descenso pronunciado de casos por séptima semana consecutiva y con respecto al pico máximo de la pandemia, durante la segunda semana de enero con más de 800.000 infectados, la baja en la última semana (semana epidemiológica 9) alcanzó el 98%.

La tendencia también se refleja en la cantidad de personas internadas en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) y fallecidas a causa de la enfermedad, con una disminución en las últimas seis semanas. Mientras la cifra de personas internadas en terapia con Covid-19 ronda el 12%, la mortalidad bajó un 54% en relación con la semana anterior. Además la ocupación de camas UTI en todo el país y por todas las patologías es de 39,5% del 40%% en la región metropolitana de Buenos Aires.

Los casos, en la actualidad, oscilan entre los 4000 y 8000 por día y en el mundo, en los últimos dos meses, no hubo ninguna jornada que no haya registrado menos de 1.200.000 por día, una cifra elevada, pero lejana del récord histórico de la pandemia, del 20 de enero pasado, con casi 4.000.000. El 9 de marzo hubo 1.700.000 casos.

Cantidad de casos

“Tenemos una baja circulación del virus lo que genera una sensación de pandemia superada, pero a diferencia de Estados Unidos y Europa, donde se habla de fin de pandemia, principalmente en Estados Unidos, donde disminuye mucho la transmisión y se enfrentan a la primavera/verano, en la Argentina tenemos una población que no ha accedido a la vacunación o segunda dosis, por lo que podría ser un espacio donde circule el Covid”, analizó el infectólogo Norberto Debbag, miembro del directorio de la Sociedad Mundial de Enfermedades Infecciosas Pediátricas y presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica.

“La población percibe que no tiene amigos o conocidos con infección, una medida cercana y algo que sí pasaba en enero durante el pico. Hoy ocurre que mucha gente tiene conocidos con cuadro clínico de Covid, pero cuando se hace el testeo es negativo y aparece la gripe, que volvió con fuerza. En el invierno tendremos Covid, gripe y virus sincicial respiratorio, por lo que no estamos en el fin de la pandemia”, pronosticó.

Esa percepción se refleja en la positividad. Según el último dato disponible del Ministerio de Salud la positividad fue del 7% y el promedio de la última semana del 6%, cuando en el pico de enero la media se ubicó entre 70% y 80%. En la provincia de Buenos Aires las cifras son similares y en la Ciudad de Buenos Aires aún más bajos.

Contagios en todo el mundo

“Habría que liberar el uso del barbijo, incluso en las escuelas a pesar de las enfermedades estacionales que se vienen, a excepción de las personas con comorbilidades y mayores de 70 años que deberían seguir usándolo”, opinó Debbag. La elevada tasa de personas vacunadas (40% con tres dosis, 81% con dos dosis y 89% con al menos una dosis), la diseminación de la variante omicron “que podría haber infectado al 50% de los argentinos”, y la ausencia de nuevas variantes son los tres argumentos del médico para sostener su opinión.

El Ministerio de Salud de la Nación sostiene que el protocolo para el uso de barbijos, sobre todo en las escuelas, sigue vigente de acuerdo lo establecido por el Consejo Federal de Salud (Cofesa). Pero en la Ciudad de Buenos Aires se empieza a hablar sobre la posibilidad de decretar el fin de la obligatoriedad; en el gobierno hay diferentes líneas de opinión y aún no hay consenso para tomar una determinación.

“Durante el resto del año seguramente tendremos que usar barbijo, aunque en algunos lugares se podría repensar el uso, como en colegios en niños, porque en ellos tiene un impacto grande en la educación al no ver las caras de sus docentes. Si muchos están vacunados, se podría liberar”, dijo el infectólogo Martín Stryjewski, jefe de internación del Cemic.

“Los trabajadores de la salud seguiremos usándolo siempre. Habrá que esperar que sucede en cuatro o cinco meses porque esta enfermedad viene en olas, lo hemos visto. Esto no terminó, no lo demos por muerto porque este virus puede generar una nueva cepa y tener una ola por una nueva variante”, pidió el especialista. En China, ayer, al menos nueve millones de personas fueron puestas en cuarentena por un nuevo brote.

Mauricio Giambartolomei