Fabiola Czubaj

Un estudio sobre el impacto de la vacunación contra el Covid-19 en los primeros cinco meses de la campaña de inmunización en la Capital demuestra que una dosis redujo el riesgo de enfermar y morir por la enfermedad respecto de aquellos que no recibieron ninguna, aunque las dos dosis protegieron a los mayores de 60 años de las consecuencias más graves de la infección. En ese grupo, recibir el esquema completo –según el trabajo de un equipo del Ministerio de Salud porteño, publicado en la revista JAMA Network Open– estuvo asociado con una disminución del 88% de los contagios y del 98% de las muertes.

Un estudio sobre el impacto de la vacunación contra el Covid-19 en los primeros cinco meses de la campaña en la ciudad de Buenos Aires demuestra que una dosis redujo el riesgo de enfermar y morir por la enfermedad respecto de aquellos que no recibieron ninguna, aunque las dos dosis protegieron a los mayores de 60 años de las consecuencias más graves de la infección.

En los más de 600.000 residentes porteños de ese grupo de alto riesgo en esta pandemia, recibir el esquema completo estuvo asociado con una disminución del 88% de los contagios y del 98% de las muertes.

Si el análisis y la población estudiada se prolongaran a la actualidad, el mensaje de los resultados seguiría siendo el mismo. Así lo definió el primer autor del trabajo, que se publicó anteayer en la revista JAMA Network Open como investigación original: “Más que discutir con qué vacunar, este estudio nos dice que hay que vacunar: una dosis protege, pero dos protegen muchísimo más, y no estar vacunados es una mala elección”, dijo Alejandro Macchia, médico de la Subsecretaría de Planificación Sanitaria del Ministerio de Salud porteño. “Estos datos –continuó– documentan la caída de la mortalidad en los adultos mayores de la ciudad”.

La planificación del análisis arrancó en un equipo del ministerio en abril, cuando el nivel de incertidumbre sobre la eficacia de las vacunas era muy alto y la información sobre productos experimentales, que se aplicaban con autorizaciones de uso de emergencia, era insuficiente y confusa. A mediados de mayo, apenas uno de cada cinco mayores de 60 había logrado acceder a la segunda dosis de alguna de las tres vacunas evaluadas: Sputnik V, AstraZeneca/ Covishield o Sinopharm.

Tampoco había información sobre el uso masivo de las dosis provenientes de Rusia y China. “Era documentar por primera vez la magnitud de la eficacia en la vida real y en la población más vulnerable de todas, los mayores de 60”, agregó Macchia, que también es investigador de la Fundación Grupo de Estudio Sobre Investigación Clínica en Argentina.

El trabajo consistió en recrear de manera retrospectiva la población de residentes de 60 años o más, que son 663.062 porteños. Se combinaron los datos de vacunación y fallecimientos del Ministerio de Salud local con los registros de diagnóstico de Covid-19, internación y muerte ingresados al Sistema Nacional de Vigilancia Sanitaria.

El seguimiento duró hasta el 15 de mayo. Para entonces, 122.810 no habían recibido ninguna dosis, 457.066 habían recibido una (68%, Sputnik V; 29,5%, AstraZeneca/Covishield, y 2,4%, Sinopharm) y 83.726 ya tenían ambas dosis. La investigación planteó tres incógnitas.

La primera fue cuántos contrajeron la infección en cada uno de esos tres grupos. En aquellos sin vacunar, hubo 24.438 casos detectados por PCR (36 por cada 100.000 personas por día de seguimiento), lo que bajó a 5720 casos (19/100.000) entre los que tenían una dosis y a 313 (4/100.000) entre los que tenían el esquema completo.

La segunda fue si existía alguna diferencia en el número de fallecidos.

Sin vacunación, hubo 10.659 casos mortales (11,7/100.000), comparado con 1199 (4/100.000) en el grupo con una dosis y 28 (0,40/100.000) entre los que ya habían recibido dos.

La tercera se concentró en la mortalidad específicamente por Covid-19. En los 30 días posteriores al diagnóstico en los mayores de 60, se registraron 1557 muertes (2,31/100.000) entre los que aún no habían podido vacunarse. Disminuyó a 175 casos (0,59/100.000) en aquellos con una primera dosis y a tres casos (0,04/100.000) en los que tenían esquema completo.

Cambio de tendencia

Todo esto, según publica el equipo porteño que coordinó Macchia, se traduce en que con una sola aplicación se redujeron un 47% las infecciones, un 56,8% la mortalidad general y un 74,5% la muerte por Covid en los mayores de 60 años.

Pero con ambas dosis ese efecto se duplicó, lo que a la vez modificó favorablemente la curva de contagios y la mortalidad en esa población. Las infecciones cayeron un 88% y la mortalidad lo hizo un 96,6% al tener en cuenta todas las causas o un 98,3% al considerar específicamente Covid.

Al poner foco en los mayores de entre 70 y 79 años, el esquema completo redujo un 94% los nuevos contagios, con 112 diagnósticos, comparado con 2540 en los que tenían una dosis y 6256 en los que no estaban vacunados.

A partir de los 80 años, ese efecto fue del 88,4% con solo 28 diagnósticos positivos, mientras que en los que habían recibido la primera dosis hubo 1956 casos detectados y 2656 en los que no habían recibido ninguna dosis aún, de acuerdo con los resultados publicados.

“El análisis demuestra que la implementación de un plan de vacunación masivo con tres vacunas distintas en los adultos mayores de la ciudad de Buenos Aires estuvo asociada con una reducción significativa de las infecciones detectadas de Covid-19 y las muertes por todas las causas y las presuntamente asociadas con Covid-19. Estos resultados sugieren que sería necesario implementar estrategias de vacunación poblacional con las vacunas que tenga cada país en el menor tiempo posible”, definen los autores.

Jorge Geffner, profesor titular de la Cátedra de Inmunología de la Facultad de Medicina de la UBA, se refirió al estudio de la Ciudad durante su presentación en el XXI Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI). Ante la consulta de la nacion sobre los resultados que se publicaron anteayer, Geffner –que no participó del relevamiento– destacó que se trata de “una valoración en territorio propio” de la efectividad de tres vacunas en uso en el país.

“Los datos muestran que son vacunas seguras, con un nivel de efectividad importantísimo medido de acuerdo con dos parámetros que son los que interesan al abrir la vacunación a toda la población: la efectividad frente a las infecciones globalmente (la mayoría son leves o, incluso, asintomáticas) y la protección frente a la infección grave –evaluó–. Y en ambos parámetros, los resultados son muy importantes. Es un estudio que está muy bien hecho”.