El cáncer de mama es el tipo de tumor que más muertes provoca entre las argentinas y resulta clave el diagnóstico precoz mediante la mejor tecnología; preocupación en toda la región

Gabriela Navarra

CARTAGENA, Colombia.– En la Argentina se producen 22.000 nuevos casos anuales de cáncer de mama (el 32,1% de todos los tumores en mujeres) y 6100 muertes por año como consecuencia de esa enfermedad, lo que lo convierte en el tipo de cáncer que más fallecimientos provoca. Pero las noticias sobre la detección precoz no parecen ser precisamente buenas: una investigación de Isalud de 2021 indica que en el ámbito público el 31% de estos tumores son diagnosticados en etapa avanzada, en tanto que en el ámbito privado alcanza al 14%.

Así lo recordó la argentina Natalia Jorgensen –economista de la salud y vicepresidenta del Instituto de Política, Economía y Gestión de la Salud (Ipegsa)– en esta antigua ciudad amurallada del Caribe colombiano durante el Roche Press Day, jornada en la que se debatió el impacto del cáncer de mama en los países de América del Sur, entre otros temas relacionados con la salud de la mujer.

“Del presupuesto asignado a cáncer de mama, solamente el 7% en nuestro país está destinado a prevención, cuando está demostrado que las tasas de curación más elevadas ocurren si el diagnóstico es temprano y el tumor más pequeño”, agregó.

“Uruguay tiene la tasa más alta de cáncer de mama de la región, pero estandarizada por edad, es decir, si se eliminan las diferencias por estructura de edad, es la Argentina el país que tiene la tasa más alta, con 73 por 100.000”, sumó Sue Horton, profesora de la Universidad de Waterloo, Canadá, y vicepresidenta de la Comisión Lancet sobre Diagnósticos, también presente en la jornada.

Al unísono con la Unión Internacional del Control del Cáncer, Horton indicó que en países de medianos y bajos recursos entre el 50% y el 80% de estos cánceres son diagnosticados en estadios avanzados, “cuando la enfermedad es más difícil y cara de tratar”. Por eso, añadió, “es importante asegurar que los recursos de atención médica estén disponibles en las regiones más remotas y pobres y para las mujeres con menor educación”.

“Si queremos resolver el problema del diagnóstico precoz del cáncer de mama, tiene que garantizarse el acceso a una mamografía en cada centro de salud, con un mamógrafo fijo o móvil que dé servicio a la redonda para todas las mujeres”, sentenció Liliana La Rosa, exministra de Desarrollo e Inclusión Social del Perú, licenciada en enfermería y máster en salud pública.

La exfuncionaria peruana explicó que “la atención primaria de la salud, de la que depende la detección precoz, es lo más descuidado en nuestro continente y es la que debería resolver más del 80% de los problemas sanitarios”. Consideró además que un elemento que conspira contra la detección precoz del cáncer es el patriarcalismo de la sociedad y del sistema médico, que en realidad se sostiene gracias a la tarea de las mujeres, “porque las técnicas en enfermería y las enfermeras somos la columna vertebral del sistema”, afirmó. Según una investigación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de 2020, efectivamente el 87% del personal de enfermería de la región es femenino.

“Muchas mujeres no se hacen la mamografía porque el marido se lo impide, argumentando que no pueden mostrar los pechos ante un desconocido –detalló La Rosa–. A menudo nos olvidamos de que la mayoría en nuestro continente vive en exclusión de derechos. Además, como la mirada biomédica es masculina, la mujer tiene miedo de preguntar, tanto si el médico es un varón como si es mujer, porque las mujeres que ejercen poder suelen constituirse según el estereotipo del hombre. Si las mujeres se ocupan de atender a toda la familia y también de cuidar al abuelito y a los enfermos, ¿cuándo tienen tiempo para hacerse la mamografía?”.

Censo nacional

En la Argentina, según el último Censo Nacional de Mamógrafos, en las 458 instituciones públicas que poseen servicio de mamografía en todo el territorio nacional hay 388 mamógrafos en funcionamiento: 148 son analógicos (38%), 180 tienen tecnología CR digital indirecta (46%) y 60 son de tecnología DR digital directa (16%).

“Se pasó de un 70% de tecnología analógica en 2018 a un 38% en 2022; para la tecnología CR, de un 22% a un 46%, y para la tecnología DR, de un 8% a un 16%. Así, casi se duplicó la disponibilidad de tecnología digital, directa o indirecta”, indicaron a desde el Instituto Nacional LA NACION del Cáncer (INC).

En un trabajo de investigación de Marina Aspron publicado en la Revista Argentina de Mastología en 2020 se indica que la desventaja de la CR es que la dosis de radiación por estudio es superior a la empleada en la DR y en la analógica, aunque permanece dentro de los márgenes permitidos. La tecnología más avanzada es la mamografía digital directa (DR), que permite un mapeo más exacto de las variaciones de los diferentes tejidos de la mama, emite menores niveles de radiación, tiene mayor eficiencia y velocidad que la mamografía digital indirecta y mayor rendimiento pacientes/día.

Desde el INC coincidieron en que la tecnología CR entrega dosis más altas de radiación debido a una incorrecta calibración al digitalizar o al mal estado de base de los equipos que se digitalizan, pero afirman que tienen programas para fortalecer la calidad y seguridad en los procedimientos diagnósticos mamarios.

“Los mamógrafos de nuestro país son antiguos –sostuvo Jorgensen–. No todos tienen tecnología digital y esa tecnología, cuando está, está en los centros urbanos. Además, no solo debe estar el mamógrafo, sino también la persona con expertise para interpretar las imágenes. Con la tecnología digital hoy se pueden enviar imágenes a distancia, pero para eso hace falta conectividad y hay lugares del interior del país donde ni siquiera hay teléfono. Tenemos un problema enorme de recursos humanos, en muchas zonas faltan médicos y falta formar a otros actores de menor nivel de especialización, como técnicos, enfermeros. Además, los centros de salud no pueden funcionar solamente por la mañana”.

El INC respondió que la cantidad de mamógrafos cubre un esquema de tamizaje bienal en cáncer de mama, teniendo en cuenta que la densidad a nivel país está por encima de un equipo cada 10.000 mujeres de la población objetivo, es decir, las mujeres de 50 a 69 años asintomáticas cubiertas por el sistema público. Además, el organismo agregó que los mamógrafos no están solamente en grandes centros urbanos.

El Censo de Mamógrafos todavía no informó sobre un nuevo cálculo de la población objetivo del tamizaje ni tampoco se sabe cuántas mamografías se realizan anualmente en el sistema de salud público del país. Es que el Sistema de Información de Tamizaje (Sitam) es un registro hospitalario, no poblacional, que cuenta con 16 registradores contratados y el resto son voluntarios. Por eso, el número de mamografías registradas no es el que realmente se hace en el país, dijeron desde el INC.

Un artículo de la Revista Panamericana de Salud Pública de 2019 (https://pdfs.semanticscholar.org/3d0f/9b43f473be16359a6b379d54c7617b4fea51.pdf) indicó que si bien las 24 provincias contaban con mamógrafos, los equipos carecían de mantenimiento preventivo y de controles de calidad y funcionaban pocas horas por día. En zonas alejadas de los centros urbanos las dificultades de mantenimiento eran mayores. En algunos casos, la tecnología disponible solo permitía asegurar una cobertura cercana a la mitad de la población objetivo.

“Son muchas las mujeres que no van a hacerse chequeos por temor –lamentó en esta ciudad Indyra Oropeza, líder de la Asociación de Pacientes con L de Leucemia, de Perú–. Hace falta que las mujeres comprendamos que somos prioridad. Para eso, necesitamos que el Estado brinde las herramientas. Una mujer no puede viajar 15 horas para hacerse una mamografía”.

“Muchas veces se mira con una perspectiva de cuatro años, que son los que dura un mandato [gubernamental], y eso impide tener políticas efectivas en salud. El principal problema es que las políticas no se mantienen en el tiempo y por eso es muy difícil ver resultados. Mejorar la salud de la población es una carrera de resistencia, no de velocidad”, concluyó la argentina Jorgensen.