Distintos estudios reunieron indicios de que el Covid habría circulado fuera de China antes de su detección; podría haberse tratado de una variante menos contagiosa

Rick Noack Traducción de Jaime Arrambide

WASHINGTON.– Como les diría más tarde a los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que llegaron a Wuhan a investigar el origen del coronavirus, él no frecuentaba el mercado de pescados y mariscos de Huanan. Siempre prefirió el hipermercado que está cerca de su casa, en la ribera oriental del Yangtsé, un imponente edificio con rampas mecánicas que transportan de un piso a otro a los clientes con sus changos de compras.

Tampoco había salido de Wuhan en los días previos a caer enfermo. Si alguien se había pescado el coronavirus arrastrándose en una cueva de murciélagos, no había sido él.

En la búsqueda del origen de la pandemia, el rastro muere en el paciente S01, el primer caso confirmado de Covid-19 en China, como quedó delineado con escaso detalle en el informe conjunto de China y la OMS difundido en marzo último. Él no era vendedor de pescado, ni cazador de murciélagos, ni científico de laboratorio. Era contador, se lo conocía por el apodo de Chen y hacía sus compras en un gran supermercado.

“En realidad, es sorprendentemente poco lo que podemos decir sobre el origen de la pandemia”, dice Sergei Pond, profesor de biología de la Universidad de Temple, que ha estado analizando algunas de las primeras secuenciaciones genéticas del SARS-COV-2. “Estamos concentrándonos en analizar a fondo muy pocas secuenciaciones para aprender lo más posible de cada una de ellas”.

Los datos son escasos incluso sobre el paciente S01, el caso más estudiado de todos. En el informe de la OMS, figura identificado con la secuenciación genómica EPI_ ISL_403928, que pertenece a otro paciente, un hombre de 61 años que trabajaba en un mercado y que murió de shock séptico tras caer enfermo el 20 de diciembre de 2019, según la base oficial de datos del Centro Nacional de Bioinformación de China.

El perfil del S01 coincide más con el de un hombre de 41 años cuyo diagnóstico de coronavirus, a fines de diciembre de ese año, alarmó a los médicos y empujó a uno de ellos, Li Wenliang, a filtrar la información a través de las redes sociales. Pero en la base de datos china ese paciente figura como habiéndose enfermado el 16 de diciembre. Un vocero de la OMS dijo que están investigando esa discrepancia.

Que haya tan pocas certezas es frustrante, pero no necesariamente sorprendente. Por mucho que se desee descubrir la fuente de donde surgió la pandemia, a los científicos les suele llevar años establecer la proveniencia y el derrotero temprano de una nueva enfermedad contagiosa. Y el gobierno de China no facilita las cosas, al limitar el acceso, incluso de la OMS, a las muestras biológicas que guarda en sus laboratorios y a los registros originales.

De todos modos, los investigadores han reunido un puñado de pistas en lugares tan alejados de Wuhan como París o Milán que permiten vislumbrar el panorama de lo que podría hacer ocurrido en los días previos a que el paciente S01 cayera enfermo. Algunos de los datos son inciertos o incluso contradictorios, y los científicos advierten que de un momento a otro puede surgir nueva evidencia que obligue a barajar y dar de nuevo.

Por ahora, el impreciso cuadro que surge es el siguiente.

Tres días antes de que empezaran los síntomas en el paciente S01, el 5 de diciembre de 2019, en las afueras de la ciudad italiana de Milán se le realizó un hisopado a un niño de 4 años por sospecha de sarampión. Meses después, esa muestra dio positivo de ARN de coronavirus. El caso, reportado en la revista médica Emerging Infectious Diseases, es uno de varios estudios europeos que sugieren que el virus tal vez hubiera estado circulando fuera de China sin ser detectado durante semanas, o incluso meses.

En Francia, los investigadores dicen haber encontrado rastros del virus incluso anteriores, en noviembre. Un equipo del Instituto Nacional de Salud e Investigaciones Médicas de Francia y otros organismos científicos analizaron retrospectivamente más de 9000 muestras serológicas recolectadas como parte de un proyecto de salud pública entre noviembre de 2019 y marzo de 2020.

“Encontramos anticuerpos contra el coronavirus ya en muestras tomadas en la primera semana de noviembre”, dice Marie Zins, directora científica del proyecto.

Y también está el estudio más polémico de todos: en un informe publicado en noviembre de 2020, investigadores de Italia reportaron rastros de coronavirus en muestras recogidas en septiembre de 2019, y aseguraron que esos datos “obligan a reescribir la historia de la pandemia”. Los científicos del Instituto Nacional de Cáncer, en Milán, y de la Universidad de Siena analizaron casi 1000 muestras de sangre recolectadas en 2019 como parte de un estudio de prevención del cáncer. El informe italiano consignaba que más del 10% contenían anticuerpos contra el coronavirus, incluidas muestras que se remontaban a septiembre.

El informe italiano causó tanto revuelo que la OMS le encargó un nuevo análisis de esas muestras a otro laboratorio, en este caso, de los Países Bajos. El nuevo análisis ya está listo, pero el laboratorio no quiere revelar los detalles y la OMS remite todas las consultas sobre el tema a los investigadores italianos. Uno de los autores del informe original, Giovanni Apolone, director científico del Centro Nacional del Cáncer, en Milán, dice que hay desacuerdo sobre la forma de interpretar los resultados del nuevo análisis, y que su equipo está trabajando en un nuevo informe, que los investigadores neerlandeses “no van a firmar”.

“Desde mi punto de vista, el nuevo resultado es favorable a nuestra conclusión original, pero dentro de un panorama muy complejo”, dice Apolone.

Variante “menos contagiosa

Otro de los coautores del informe original, Emanuele Montomoli, especuló en una entrevista con que tal vez habían descubierto una variante “menos contagiosa”, capaz de circular sin desatar un brote masivo.

Pero muchos epidemiólogos creen que el virus no podría haber pasado inadvertido tanto tiempo, y recalcan que los tests de anticuerpos producen muchos falsos positivos.

Otra investigación sugiere que anteriormente pueden haberse producido contagios a pequeña escala. En un estudio publicado en abril en la revista Science, los científicos realizaron 1000 simulaciones computarizadas del brote de SARS-COV-2, y descubrieron que un 70% de las veces se apagaba sin propagarse. Joel Wertheim, un biólogo evolutivo de la Universidad de California en San Diego que participó del estudio, dice que su equipo estimó que el brote de Wuhan arrancó en noviembre de 2019, pero no pudo descartar que previamente hubiera habido focos aislados que se apagaron por sí solos.

En Wuhan, los intentos oficiales de rastrear casos anteriores al paciente S01 han sido infructuosos, a pesar de la reiterada jactancia del gobierno chino de sus sistemas de vigilancia de alta tecnología. En el informe de la OMS, China aseguró que los hospitales locales habían chequeado decenas de casos sospechosos anteriores, pero que todos habían dado negativo.

En Wuhan, los intentos de rastrear casos anteriores al paciente S01 han sido hasta ahora infructuosos.