Este año, el foco comunicacional en el Día Mundial del ACV (accidente cerebro vascular) apunta a poner en valor el tiempo, como factor determinante para reducir la mortalidad, la morbilidad y la discapacidad. “Actuar con velocidad es clave”, y alrededor de ese eje se impulsarán todas las campañas nacionales, que se desarrollarán hoy, en relación a esa fecha.
Todas las actividades que se realizarán en el exterior, tendrán su réplica en el país y en la ciudad, con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de saber identificar los síntomas y actuar a tiempo.
“El tiempo es muy valioso. Cuando ocurre un ACV, esa persona necesita atención médica de calidad, de manera inmediata, y cada segundo cuenta. Si aprendemos a reconocer signos y síntomas, y buscamos ayuda a tiempo, podemos generar más oportunidades”, remarcó Virginia Tejada Jacob, médica especialista en Neurología.
En Argentina, 126 mil personas sufren anualmente esa enfermedad, y el 2 por ciento de la población mayor de 40 años ya la tuvo. Además, es la principal causa de discapacidad y la tercera de muerte. Estadísticas que se transforman en crudas señales de advertencia.
“Por suerte, en nuestro país, podemos decir orgullosamente que tenemos dos estudios que generan estadísticas locales. Eso es de gran importancia”, resaltó Tejada Jacob.
Y contó: “El primero es Prevista, que evaluó la población y la ocurrencia de accidentes cerebro vasculares (ACV) y de accidentes isquémico transitorios (AIT) en la ciudad de Tandil, en un determinado período de tiempo, para evaluar la ocurrencia de esos episodios”.
“Y también tenemos el estudio Estepa, que realizó un relevamiento de ocurrencia de ACV y de factores de riesgo, en la población de General Villegas, provincia de Buenos Aires”, agregó.
Y subrayó con énfasis: “Esos datos nos sirven para tener estadísticas argentinas y eso es sumamente importante para nosotros. Porque no se pueden extrapolar datos de otras poblaciones, como Estados Unidos o Europa, donde todo es muy diferente”.
Factores de riesgo
Desde su rol de coordinadora clínica de enfermedades cerebro vasculares y jefatura de Neurología en Ineco, Neurociencias Oroño, y staff del ICR, Tejada Jacob puntualizó los factores de riesgo.
“En nuestra población, uno es la hipertensión arterial, ya que una gran parte no está diagnosticada, y muchos no saben que son hipertensos. De la parte diagnosticada, una parte no toma bien la medicación, o no la toma directamente y, la otra, cumple correctamente con los tratamientos. Es muy importante tener un buen diagnóstico, y cumplir con el tratamiento indicado por el profesional”, afirmó.
Y desde ese análisis, amplió: “Otros factores muy importantes en nuestro país son los triglicéridos altos, el colesterol alto, el tabaquismo, el sedentarismo, el sobrepeso, la obesidad, y también la diabetes, sobre todo en las mujeres”.
“Otros factores son las arritmias cardíacas, las enfermedades de las arterias carótidas, que son las grandes arterias que corren a lo largo del cuello, llevando flujo sanguíneo al cerebro. Cuando esas arterias se enferman, pueden generar un ACV en su evolución”.
Tejada Jacob también hizo foco en algunos menos frecuentes. “Algunos un poco más raros, son las enfermedades de la sangre. El estado de la sangre que hace que nuestra coagulación se altere, y genere más coágulos o trombos, que pueden llegar a un ACV. Además, hay que tener en cuenta el uso de drogas ilícitas y el mal estado dentario”.
Crisis que conspiran
En Argentina, los contextos de crisis económicas y sociales, que se repiten de manera cíclica en la historia reciente, conspiran contra los tratamientos y suelen comportarse como auténticos disparadores de episodios.
“Sin dudas, es otro factor muy importante”, remarcó Tejada Jacob. “Todo gran estrés siempre colabora de manera negativa a la ocurrencia de un ACV. No se le puede echar toda la culpa pero es un factor muy importante. Charlamos mucho de eso con los pacientes porque el estrés existe en nuestras vidas. La cuestión pasa por aprender a manejarlo”.
Esta especialista también destacó el valor de tener una buena calidad de vida. “Cada uno tiene que encontrar su propio camino. Hay que hacer actividad física, yoga, meditación, o algún deporte que nos guste. Baile, danza, ciclismo, gimnasio, o hacer un curso de inglés. Hay que hacer algo social, recreativo o lúdico, que nos haga bien. Cada uno debe encontrar su cable a tierra. De esa manera, estimulamos nuestro sistema nervioso y generamos una situación de mejor salud”.