Jared S. Hopkins y Julie Wernau Traducción de Jaime Arrambide

NUEVA YORK.– Los hospitales, los departamentos de salud locales y el gobierno federal de Estados Unidos debaten contra reloj el destino de millones de dosis de la vacuna de Johnson & Johnson (J&J) que se vencen a fines de este mes.

La perspectiva de que en Estados Unidos se desperdicien tantas dosis mientras los países en vías de desarrollo están desesperados por la falta de vacunas sumará presión sobre el gobierno de Biden para que se decida a compartir el stock que acopió. Pero según fuentes de la campaña de vacunación, hay muy pocas soluciones factibles, ya sea para aplicarlas en breve dentro del país como para exportarlas a tiempo.

En parte, esa acumulación de vacunas es consecuencia no buscada de la decisión que tomó Estados Unidos en abril de suspender la administración de dosis de J&J para evaluar un inusual riesgo de trombosis. Esa pausa obligó a los estados y proveedores a cancelar decenas de miles de turnos que nunca fueron reprogramados, lo que dejó un excedente de dosis, y en algunas regiones una persistente duda sobre la seguridad de esa fórmula, según fuentes de la industria farmacéutica.

Algunos hospitales y funcionarios de diversos estados dicen que también hay stock de vacunas de Pfizer y de Moderna a punto de vencerse, pero que el mayor excedente es de lejos el de J&J. La vacuna de Pfizer vence a los seis meses de su fecha de elaboración. La de Moderna se puede conservar congelada hasta seis meses, y simplemente refrigerada durante un mes.

Filadelfia tiene 42.000 dosis de J&J que vencen a fines de este mes. Pensilvania, Virginia Occidental, Oklahoma y Arkansas son otros de los estados que informan contar con decenas de miles de dosis de J&J que vencen este mes y que no logran redistribuir. “Va a ser inevitable que a fines de junio se nos venzan algunos miles de vacunas”, dice Danielle Hilborn, que supervisa la vacunación en el hospital del grupo médico Mclaren Health Care, en las afueras de Flint, Michigan. Actualmente el hospital tiene 3500 dosis de J&J que vencen a fines de este mes, a pesar de haber derivado miles de vacunas a otros hospitales de la empresa y de haber despachado otras 1000 al departamento de salud del condado.

Los hospitales y departamentos de salud que ofrecen las vacunas han comenzado promociones especiales para que las vacunas de J&J no se desperdicien. Algunos sistemas de salud las han redistribuido dentro y fuera de su propia red de centro de atención, y algunos estados las han redirigido a consultorios médicos, farmacias u otros estados.

El éxito de esos esfuerzos ha sido limitado debido a la desaceleración de la vacunación en Estados Unidos, y porque muchos estados y centros de vacunación también tienen stock de J&J a punto de vencerse y pocas chances de poder usarlo. Hasta ahora, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), han sido aplicadas un poco más del 50% de los 21,4 millones de dosis de J&J distribuidas a los prestadores de salud, frente al 83% de dosis aplicadas de Moderna o de Pfizer.

J&J almacena las dosis congeladas hasta que el gobierno las despacha, momento en el que pasan a estar simplemente refrigeradas. Las dosis de J&J pueden permanecer refrigeradas durante tres meses y el laboratorio dice estar estudiando si es posible extender la vida útil.

Las vacunas vienen con información sobre su caducidad, determinada por los fabricantes en función de los datos de los ensayos clínicos y luego aprobada por los reguladores. Según los expertos en fabricación de vacunas, las dosis pueden seguir siendo efectivas después de las fechas de vencimiento, pero cuando se autorizaron las vacunas había pocos datos al respecto.

Bechara Choucair, coordinadora de vacunas de la Casa Blanca, puso al tanto a los gobernadores y a los funcionarios de salud locales sobre las mejores prácticas para maximizar el suministro, según un funcionario de la Casa Blanca que también aseguró que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) está evaluando si las dosis de J&J pueden tener un lapso de utilidad más largo. Otro funcionario dijo que recuperar las dosis ya despachadas a los vacunatorios para luego redistribuirlas entraña serios problemas legales y logísticos.

A principios de abril, los reguladores suspendieron de manera provisoria la aplicación de la vacuna de J&J, después de que se reportaran casos infrecuentes pero graves de coágulos en la sangre. En consecuencia, los centros de vacunación de todo el país cancelaron miles de turnos, y empezaron a ofrecer dosis de Pfizer o de Moderna. La suspensión fue levantada diez después, y J&J y los reguladores agregaron al prospecto de la vacuna una advertencia sobre el riesgo de trombosis.

Para entonces, la demanda de vacunas pasó de la vacunación masiva a entornos comunitarios más pequeños, y según funcionarios sanitarios y miembros de la industria farmacéutica, ya se había instalado el persistente temor de la población a los potenciales problemas de coagulación de la sangre.

Debido a esa suspensión temporaria de la vacuna de J&J y a la desaceleración general de la vacunación en todo Estados Unidos, el sistema de atención médica Uofl Health, de Louisville, Kentucky, se quedó con más de 6000 dosis de J&J que expiran este mes, tras haber aplicado alrededor de 2600 desde principios de abril, dice Jason Smith, director médico de la red. “Lamentablemente, apuesto a que parte de este lote se va a desperdiciar”, dice Smith.

Para aprovecharlas, Uofl Health está tratando de colocar esas dosis en consultorios externos que no pertenecen a su red, señala Smith.

Pensilvania dice que trabajó junto con los CDC para intentar transferir a Oregon las 50.000 dosis de J&J que están por vencerse en el condado de Chester. El acuerdo fracasó porque en Oregon se produjo una abrupta caída de la demanda de vacunas y ya no las necesitaban.

El total de vacunas que están por expirar se desconoce, ya que los proveedores no están obligados a informarlo al gobierno federal.

Algunos estados dicen haber consultado con el gobierno federal si esas dosis pueden enviarse a países en desarrollo. Pero según Unicef esa opción entraña serios obstáculos logísticos y legales, porque es posible que esos países no puedan administrarlas rápidamente, y desconfían del uso de vacunas vencidas.