Las decisiones políticas que afectan a las cadenas de valor de la producción económica son de alto impacto, sobre todo cuando las toman países centrales; sin embargo, hay muy poca investigación reciente sobre el tema, ¿cuáles son las causas de esa desconexión entre lo intelectual y lo práctico?

Andrés López

El concepto de cadenas globales de valor (CGV) o cadenas globales de suministro (CGS) es familiar desde hace un tiempo para todos aquellos interesados en temas de organización de la producción y el comercio a escala global, como es el caso de empresarios, investigadores o políticos. Por ejemplo, en 2020 el famoso World Development Report del Banco Mundial estuvo dedicado al tema. Sin embargo, a partir de la pandemia esas palabras hoy son conocidas por la mayor parte de los habitantes del planeta, que han advertido que su acceso a una gran cantidad de bienes (desde autos a celulares y computadoras, pasando por insumos médicos, o incluso varios alimentos) depende del buen funcionamiento de complejas redes que vinculan a proveedores y clientes situados en diversos y distantes lugares del mundo. 

La política de más alto nivel ya ha tomado nota del tema. A raíz de los impactos del Covid, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó la revisión de varias cadenas “estratégicas”, con el fin de reducir la dependencia de insumos extranjeros (en especial, chinos) y lanzó medidas para inducir el reshoring (volver a producir en el país de origen de la compañía) y el friendshoring (privilegia la cercanía y la coincidencia ideológica para elegir dónde se establecerán los eslabones de una cadena de suministro) en sectores como el de los semiconductores o el de las baterías de litio. Y el gobierno de los Estados Unidos no el único que está pensando en estos términos. 

No importa si este tipo de medidas nos parecen adecuadas o no; lo relevante es que si las adoptan las principales potencias globales pueden tener fuertes y duraderos impactos sobre la economía mundial.

En este escenario, y como interesado en el tema, revisé los principales journals de la profesión para ver qué atención le dedican. Para definir la lista usé tres rankings (Ideas-RePEc, Google Scholar y Scimago) y elegí todos los journals que figuraban entre los 10 primeros de alguno de los tres, lo que me llevó a quedarme con 13 títulos. Luego, hice una búsqueda de las palabras global value chains o global supply chains en los títulos y resúmenes de los papers publicados en 2021. 

El lector dirá que 2021 es muy pronto para reflejar el impacto de la crisis de las CGV en estas revistas, ya que usualmente hay una demora importante entre el envío de un artículo y su publicación. Sin embargo, esos tiempos evidentemente pueden acelerarse si el tema se considera de interés, visto que muchos papers publicados en ese año tratan sobre los efectos del Covid-19. Además, las CGV vienen moldeando el modo en que funciona la economía mundial desde varios años atrás, lo que podría haber motivado el interés de la academia en el tema previamente al episodio pandémico.

“Muchos bienes dependen del buen funcionamiento de las redes que vinculan a proveedores y clientes ubicados en diversos lugares del mundo”

En 2021 se publicaron 1179 papers en las revistas elegidas. ¿Cuántos de ellos incluyen los términos antes citados en el título o en el resumen? Dos. De hecho, uno solo trata específicamente sobre el tema (examina los impactos sobre las cadenas de suministro del terremoto de 2011 en Japón); el otro analiza el impacto del Covid sobre el valor de las corporaciones y, entre otras cosas, controla por exposición a las CGS. Podemos agregar un tercer artículo que, si bien no hace mención explícita al tema en el título o el resumen, examina datos de comercio de firmas belgas y discute, entre otras cosas, los efectos del uso de insumos importados por parte de aquellas que exportan. 

Siendo generoso, puedo decir que apenas el 0,25% de los papers publicados en 2021 por los journals más prestigiosos de la profesión, aquellos en los que es mandatorio publicar si los colegas quieren avanzar hacia los lugares más reconocidos del mundo académico, se dedican a estudiar un fenómeno que ha transformado la economía internacional en las últimas décadas, cuya disrupción ha generado un severo impacto en todo el mundo, y que está probablemente atravesando un proceso de transformación que podría generar efectos persistentes y significativos en los patrones globales de producción, comercio e inversiones.

¿Qué factores pueden explicar esta aparente desconexión entre las mentes más brillantes de nuestra disciplina, y un fenómeno de alto impacto del cual el resto de la sociedad seguramente espera que nos ocupemos los economistas? No tengo una respuesta sólida, pero propongo algunas hipótesis. Descartando que los académicos vivan en una torre de marfil aislados del mundanal ruido, una posibilidad es que no hayan estado expuestos al tema durante su formación doctoral o al inicio de sus carreras y que, por tanto, hayan elegido otras rutas de investigación, que luego se vuelven de difícil reversibilidad. 

“Apenas el 0,25% de los papers publicados en 2021 por los journals más prestigiosos de la profesión se dedican a estudiar un fenómeno que ha transformado la economía internacional en las últimas décadas”

Una segunda opción es la influencia de aquello que dijo Hayek en su discurso de aceptación del Premio Nobel: “En las ciencias sociales se trata a menudo como importante lo que resulte ser accesible a la medición”. Por supuesto, el mundo está lleno de datos sobre el comercio y la organización de la producción en las CGV y hay una gran cantidad de valiosos estudios sobre el tema, producidos por economistas y colegas de otras disciplinas, que se publican como reportes de organismos internacionales, o en journals menos prestigiosos, por ejemplo. Sin embargo, quizás esos datos no son suficientemente robustos o adecuados como para que alguien que quiera publicar en un journal top considere que valga la pena meterse en el tema, ya que probablemente no lograría pasar el filtro de las exigencias de rigurosidad hoy predominantes en materia de economía aplicada. 

O tal vez, al final del día, se trate más ampliamente de una consecuencia de cómo funciona y se reproduce el mundo de la academia global, las normas que regulan el avance de los colegas en ese mundo, los temas que se consideran relevantes desde el punto de vista de la investigación de alto nivel, y los criterios de excelencia que se han ido consagrando en la disciplina económica en las últimas décadas (no olvidemos la lógica con que funcionan los propios journals). Sin embargo, es factible que en el futuro próximo veamos a más miembros de la elite académica produciendo sobre el tema, que ha adquirido una visibilidad pública que antes no tenía. Probablemente esa misma visibilidad promueva la producción de más y mejores datos y técnicas analíticas. 

En cualquier caso, creo que es un caso interesante para examinar cómo funcionan las relaciones entre producción científica de máximo nivel y la emergencia de fenómenos económicos de muy alto impacto, que motivan decisiones de política que pueden alterar de modo sustancial la forma en que funciona la economía mundial. 

En ese sentido, podríamos preguntarnos si necesitamos que esas decisiones estén informadas por evidencia que ha pasado las pruebas más altas de rigor científico, o nos basta con aproximaciones imperfectas desde ese punto de vista, pero eventualmente útiles para los tomadores de decisión. Tal vez, como enseñaba el Dr. Pangloss, todo va del mejor modo posible.

El autor es economista, Instituto Interdisciplinario de Economía Política, IIEP (UBA-Conicet)

Andrés López