Juan Antonio Mazzei

La Academia Nacional de Medicina nació casi con la patria y ha funcionado como institución médica durante sus dos siglos de vida. Se fundó el 9 de abril de 1822 por iniciativa del general Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires, y de Bernardino Rivadavia, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. Su indiscutible prestigio es el resultado del esfuerzo constante de quienes han dedicado su vida a las ciencias y al cuidado de la salud.

Este año la Academia celebró el bicentenario de su fundación en una ceremonia en la cual se entonaron las estrofas de nuestro himno, acompañadas por la banda de música de la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada. En el mismo acto, el académico y expresidente de la Academia Manuel Luis Martí presentó el libro Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. 1822-2022 Bicentenario, una reseña de la evolución de la medicina argentina vista a través del crecimiento de nuestra propia institución.

El acontecimiento concluyó con el descubrimiento de una placa conmemorativa del bicentenario donada por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el cual estuvo a cargo de la diputada Ana María Bou Pérez y de quien escribe estas líneas. “En estos 200 años –dije–, la Academia ha contribuido a la medicina argentina de manera trascendente. Sus actividades se iniciaron casi a la par de la enseñanza universitaria de la medicina en el país y durante varios decenios fue su institución rector a ”.

La Academia se asentó definitivamente en el inmueble ubicado en la esquina de las avenidas Las Heras y Coronel Díaz. El edificio, inaugurado el 16 de abril de 1942, de un sencillo estilo neoclásico, está sostenido por cuatro columnas jónicas y, en el frontispicio, se aprecia un altorrelieve con el escudo de Argentina en el centro, rodeado de figuras humanas. Elegantemente ornamentado, su prestancia arquitectónica y esplendor artístico le han valido que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires lo considerara “edificio singular (inmueble representativo)”. Su aula magna, con capacidad de hasta 500 personas, ha sido y continúa siendo escenario de los actos más trascendentes de la institución.

Uno de los mayores orgullos de la Academia Nacional de Medicina es su biblioteca, de carácter público. Entre su acervo se destacan primeras ediciones en idioma original, algunas de ellas del siglo XVI, además de las tesis de doctorado de los premios Nobel argentinos. En la actualidad, la biblioteca cuenta con 38.000 libros y 450 títulos de publicaciones periódicas. En 1986 se incorporó el servicio de búsquedas sobre la base de datos online, que permite acceder a importantes bibliotecas del mundo y a las publicaciones científicas más recientes.

La Academia Nacional de Medicina es una entidad civil, autónoma y sin fines de lucro. Sus miembros titulares y honorarios, nacionales y extranjeros, toman resoluciones para el ejercicio profesional y la salud pública. Funciona, además, como órgano de consulta de los tres poderes del Estado. Sus valores fundamentales son el culto a la dignidad y la ética en el ejercicio profesional. Entre sus tantas actividades, se destaca la investigación científica. En este sentido, han sido académicos de esta institución los Dres. Bernardo A. Houssay (18871971), Luis F. Leloir (1906-1987) y César Milstein (1927-2002), merecedores de los premios Nobel de Fisiología y Medicina (1947), de Química (1970) y de Medicina (1984), respectivamente. La Academia también otorga premios, becas y subsidios a jóvenes profesionales y se encarga de la organización de reuniones científicas nacionales e internacionales. Asimismo, realiza la recertificación de profesionales médicos, acto voluntario a cargo de un ente autónomo, independiente y privado, como es el Consejo de Certificación de Profesionales Médicos. También ha creado el Consejo Académico de Ética en Medicina, independiente de organismos oficiales o privados, gremiales o políticos, que procura, con la mayor objetividad, reflexionar sobre los grandes temas de ética en medicina.

Algunas de las cuestiones que se abordan en ese consejo son espiritualidad, nuevas tecnologías, objeción de conciencia, empatía y dignidad humana. La Academia cuenta con tres institutos. El primero es el Instituto de Investigaciones Hematológicas Mariano R. Castex, en el que con profesionales altamente calificados se llevan a cabo tareas de investigación, docencia y asistencia de enfermedades hematológicas y oncohematológicas.

En otro de sus sectores funciona el Instituto de Medicina Experimental: una iniciativa conjunta con el Conicet, cuyos objetivos son aportar conocimientos básicos que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas, formar recursos humanos altamente calificados y “despertar vocaciones”, para lo cual dispone de un programa de pasantías para estudiantes de escuelas secundarias.

El tercero de los institutos que funcionan en este tradicional edificio es el de Investigaciones Epidemiológicas, que contribuye a la toma de decisiones en las intervenciones médicas y sanitarias y al diseño y desarrollo de estudios epidemiológicos, a la vez que actúa como unidad de capacitación y docencia, y brinda asesoramiento para la resolución de problemas que pueden afectar la salud de la población.

Así, la Academia Nacional de Medicina permanece atenta a las transformaciones de las ciencias médicas, respetando el legado que aporta la experiencia acumulada en estos 200 años.ß

Presidente de la Academia Nacional de Medicina