La investigación del Laboratorio de Inmunogenética del Cudaio determinó la respuesta inmunológica de los pacientes, con descubrimientos trascendentes

Por Marcelo Castaños

Los enormes fantasmas que generaron la llegada a la Argentina de una vacuna contra el Covid no reconocida por Occidente, y la demora en la entrega de una segunda dosis, quedaron disipados. Ahora se sabe que la Sputnik V resultó altamente eficaz y que la inmunización se prolongó más de lo esperado; que la demora entre dosis tuvo buenos resultados y que la combinación de vacunas no afectó los niveles de generación de anticuerpos.

Estas y otras fueron las conclusiones de la investigación que realizó el Cudaio, que se prolongó por más de un año y medio y que ahora serán presentadas en un encuentro científico.

Los responsables del estudio y del organismo esperan que el trabajo trascienda las fronteras del país y se presente en alguna publicación especializada de alcance internacional.

Tal cual lo publicó La Capital, el Laboratorio de Inmunogenética del Centro Único de Donación, Ablación e Implante de Órganos y tejidos (Cudaio) desarrolló un estudio para medir el desarrollo y duración de los anticuerpos generados por las vacunas contra el SarsCov-2. Esta investigación, que concluyó el mes pasado, se realizó con una de las poblaciones objeto de estudio más extensas del mundo sobre las vacunas del Covid. La toma de muestras se extendió por más de 14 meses y abarcó cerca de 1.500 voluntarios de Rosario y la región.

Se obtuvieron más de 7 mil muestras de sangre y participó un grupo numeroso de profesionales. Fue un trabajo intenso y duradero, que finalmente dio sus frutos.

En las instalaciones del Cudaio, su titular, Mario Perichón, y la coordinadora del laboratorio (responsable de la investigación) Gretel Naidich, contaron a este diario cómo se desarrolló el trabajo y cuáles fueron los resultados más trascendentes.

La llegada de la Sputnik V a la Argentina generó enormes esperanzas pero también estuvo rodeada de prejuicios y dudas. Occidente no la reconocía, tenerla era impedimento para viajar a Estados Unidos, Europa y otros destinos, y mientras todas las variantes eran conocidas por los nombres de los laboratorios que las fabricaban, a la del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya (semillero de 10 premios Nobel) la llamaban simplemente “la rusa”.

Sin embargo, que la Sputnik no estuviera aprobada les sirvió a los investigadores del Cudaio a la hora de conseguir financiamiento, porque más allá de la mala prensa había laboratorios internacionales que sí querían saber de qué venía la cosa. “Había mucha desinformación, todo el mundo opinaba, se transmitían mal los datos y la gente tenía miedo. Ahora nos parece increíble, pero la realidad en ese momento no era tan clara”, dice la biotecnóloga. Así se consiguieron los reactivos necesarios para poder profundizar los estudios.

Desarrollo de anticuerpos

Naidich recordó que cuando se inició la investigación “no se sabía prácticamente nada porque hacía poco se había comenzando a vacunar en el resto del mundo. Después hubo publicaciones internacionales que dijeron que el diferimiento propiciaba un mayor desarrollo de anticuerpos. Pero lo que no se había hecho era ver cómo era el mantenimiento de esos anticuerpos generados por el primer enfrentamiento con el virus, que fue con la primera dosis. Nosotros vimos que se mantenía hasta la aplicación de la segunda, independientemente del tiempo transcurrido, porque tomamos muestras entre los 30 días (el laboratorio recomendaba 21 entre inoculaciones) hasta 106 días de la primera dosis. Incluso, teníamos gente de distintas edades. De acuerdo a la respuesta del sistema inmune en esos grupos etarios esperábamos ver diferencias. Pero no las hubo, personas de mayor edad mantuvieron los mismos niveles de anticuerpos“, reveló la especialista.

En cuanto al tiempo de investigación, Naidich y Perichón recordaron que las primeras presentaciones ante el Comité de Bioética comenzaron en enero de 2021, y la última tanda de muestras se hizo en julio de este año. “No es que desde el vamos tomamos 1.500 personas y las seguimos, queríamos tener todos los grupos representados, de modo que los fuimos tomando a medida que ingresaban al calendario de vacunación. Hicimos primera dosis, 21 días posteriores para los que no tenían diferimiento, pero después tuvimos que incorporar más voluntarios, que se vacunaron de manera diferida y con heterólogos (distintas vacunas). Por eso, no sólo trabajamos con Sputnik, sino que demostramos que lo heterólogo era válido“, contó la profesional.

El mérito más grande fue que hay pocos estudios en el mundo que duraron tanto tiempo, con una población tan numerosa y representativa de toda la sociedad. “Fuimos esperando, tomando nuevos grupos, y por eso también demoramos”, rememoró Perichón.

El estudio fue complicado y muy minucioso. Se trabajó con voluntarios de la región y había muchas restricciones en cuanto al seguimiento. Tuvieron que generarse permisos de circulación y certificados para el ausentismo laboral. “Los que terminaron con todo el protocolo hicieron un esfuerzo enorme para venir y cumplir con los turnos. También fue un gran trabajo colectivo. Se movió todo el equipo del laboratorio, desde técnicos hasta administrativos y choferes. No importaba si caía feriado, francos, la convocatoria a los voluntarios se hizo en los centros masivos de vacunación, tanto el Galpón 17 como en la Rural. Nos acoplamos a un proceso que ya estaba organizado y en marcha. Trabajamos mucho en verano, nos quemábamos las caras pero no la parte que nos cubría el barbijo. Preparábamos todo para que estuviera listo cuando abrían los centros de vacunación. Cuando arrancamos teníamos un operador por día, instalamos más gazebos para hacer las extracciones, con lo cual se acercaron voluntarios extraccionistas. Fue una movida muy grande. Después, nos prestaron instalaciones en la Gobernación, en el Hospital Centenario, y terminamos de tomar las muestras en el mismo Cudaio”, contó la responsable del Laboratorio de Inmunogenética.

Con visión de futuro

Ahora, bien ¿para qué sirven estos resultados, sobre todo ahora que se está transitando la salida de la pandemia? Naidich lo explica en estos términos: “En primer lugar, le fuimos pasando al Ministerio de Salud los datos parciales, de modo que fuimos proporcionando información sobre la marcha. El final no es más que un cierre, que sirve también para evaluar en qué situación estamos. La disminución de casos de Covid y de la gravedad de los síntomas tienen que ver con el nivel de inmunización que obtuvo la sociedad y se buscó saber si todo lo que se hizo dio finalmente los resultados que se esperaban. Además, creemos que este trabajo servirá para cuando evalúe el desarrollo de otras vacunas. Aquí lo importante era saber cómo podía responder el sistema inmune. En este caso, tuvimos datos reveladores: los que nos pusimos la segunda dosis a los 21 días vimos que los anticuerpos empezaban a ceder, y el refuerzo grande lo hizo la tercera dosis; en cambio, en los casos en que hubo diferimiento, el mejor resultado se obtuvo con la segunda“.

Por su parte, Perichón trasladó el agradecimiento a los voluntarios, que “cumplieron a la rajatabla cuando tenían que sacarse sangre; eso habla del compromiso de la sociedad con la vacuna”. Después, al equipo del Cudaio, que digitalizó todos los datos para tener las alarmas de aviso a fin de llamar y convocar a los voluntarios.

La investigación contó con el asesoramiento, seguimiento, evaluación y colaboración de las doctoras Natalia Santucci, Stela Pezzoto y del doctor Oscar Bottasso, como parte del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (Idicer, perteneciente a la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario -UNR-) y Eduardo Ceccarelli, del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, correspondiente al Conicet).