La evolución del virus y las dosis de segunda generación, las claves

Alejandro Horvat

El Ministerio de Salud de la Nación todavía no dio precisiones sobre el calendario contra el Covid

Si bien todavía es bajo el porcentaje de argentinos que se aplicaron las dosis de refuerzo contra el Covid-19, aquellos que completaron todos los pasos previstos en la campaña de inmunización empiezan a preguntarse cuándo será la próxima cita. Mientras desde el Ministerio de Salud de la Nación respondieron que aún no fue definida la estrategia futura, los expertos señalaron que serán decisivas las vacunas con foco en la variante ómicron y las nasales, hoy en desarrollo, así como la evolución del virus.

En la Argentina y el resto del mundo la sombra del coronavirus aún está presente. A nivel local, sobre todo en los grupos más vulnerables o poco vacunados, todavía impacta con cierta crudeza y se lleva varias decenas de vidas por semana. Si bien, según el monitor de vacunación nacional, el 45% de la población (mayores de 5 años) se ha aplicado una dosis de refuerzo (para muchos representa la tercera inyección), el porcentaje desciende drásticamente hasta el 11,5% cuando se ve el número de mayores de 18 años que recibieron el segundo refuerzo. A su vez, los que están dentro de este último grupo, que cumplieron con el plan de inmunización al pie de la letra, se preguntan si tendrán que seguir visitando el vacunatorio cada cuatro meses para reforzar su inmunidad.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, aún no hay definiciones sobre cuándo se aplicará otro refuerzo, que para algunos será la quinta inoculación y para otros, como los mayores de 50 que completaron su esquema inicial con Sinopharm o los inmunocomprometidos mayores de 3 años, será la sexta.

Según los especialistas consultados por la nacion, las llamadas “vacunas de segunda generación”, diseñadas para combatir a ómicron y sus sublinajes, podrían estar listas en diciembre de este año, aunque esa información no fue confirmada por las autoridades sanitarias nacionales. A partir de la llegada de esos sueros, indican los infectólogos, la frecuencia con la que una persona debería inocularse podría empezar a espaciarse hasta derivar en un régimen anual, similar al de la vacuna de la gripe. Aunque, aclaran, eso dependerá de la evolución de la pandemia.

Según los datos oficiales, en la Argentina la situación actual de variantes de SARS-CoV-2 se caracteriza por una circulación exclusiva de ómicron. En cuanto a los linajes, entre la SE25 y SE27 se observa que BA.4 y BA.5 se encuentran en ascenso mientras que la proporción de BA.2 disminuye. En cuanto a los contagios, vienen creciendo desde principios de julio. El 26 de junio se reportaron 25.680 semanales y el domingo de la semana pasada fueron el doble: 52.745, casi 1000 más que los contabilizados en el pico de la cuarta ola, la última semana de mayo (51.778). Ayer, se notificó un leve descenso (ver aparte).

Tomás Garcilazo, de 30 años, se inoculó contra el coronavirus en tres ocasiones. Las primeras dos fueron de Sinopharm y la tercera, una Pfizer. Vive en la Capital y hace algunas semanas le llegó la notificación para aplicarse un refuerzo. Sin embargo, lo posterga porque considera que con “tres vacunas ya está bien” y afirma que no está en sus planes vacunarse cada cuatro meses, como le proponen las autoridades. “No tengo idea de infectología, pero me parece un montón inocularme cada cuatro meses. Sería bueno saber qué proyección hay respecto de eso, como no hay definiciones da la sensación de que uno debería vacunarse tres veces por año para toda la vida y no sé quién va a mantener ese régimen, salvo, tal vez, las personas mayores”, argumenta Garcilazo.

Eduardo López, médico infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, propone empezar de atrás para adelante: “En primer lugar, hay que destacar que aún hay mucho trabajo por hacer para que más personas se den recién el primer refuerzo, que es muy importante para tener algún grado de protección. En este momento menos de la mitad de la población se lo aplicó. Por otro lado, está indicado un segundo refuerzo. Eso me parece bien. Hay un estudio hecho en Israel, en el que le aplicaron cuatro vacunas a buena parte de la población, y se vio que el segundo refuerzo juega un rol importante en la fase aguda del virus porque, sobre todo, profundiza la inmunidad celular”, detalla.

Leda Guzzi, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), describe que los anticuerpos que se producen tanto por la infección natural como por las vacunas tienden a caer con el tiempo y alrededor de tres o cuatro meses después de la infección o de la vacunación, los valores decaen significativamente. Señala que los refuerzos generan el estímulo necesario para que los anticuerpos vuelvan a producirse y estén en niveles altos. Además, en sintonía con López, dice que también generan un nuevo estímulo para la inmunidad celular, que es la más duradera y que es la que otorga la principal protección frente a las formas graves del Covid-19, la hospitalización y la mortalidad.

Los nuevos sueros

En cuanto a las vacunas de segunda generación y la posibilidad de imaginar cómo será el futuro de la campaña de inmunización, López sostuvo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) les han pedido a los fabricantes que desarrollen antígenos enfocados en ómicron y sus sublinajes. Según pudo saber López, la aprobación de esas vacunas sería rápida porque respecto de las actuales solo cambiará la información genética de la proteína S. “Es probable que para fin de año esas vacunas estén cerca de ser aprobadas. Una vez que eso suceda y se inocule con esas vacunas a la población, podríamos empezar a vacunarnos entre plazos más prolongados, como con la gripe”, opina el especialista.

Daniela Hozbor, directora de grupo en el Laboratorio VacSal de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora principal del Conicet, sostiene que el problema de tener vacunas diseñadas para la variante original de Wuhan se puede resolver, en el corto plazo, con los refuerzos, tal como se está haciendo ahora, pero coincidió en que pronto serán reemplazadas por otras pensadas para responder a la nueva situación de la enfermedad.

“Hay muchos desarrollos en curso. Pfizer y Moderna son los principales. Ya se hicieron ensayos clínicos en los que, en vez del material genético del virus de Wuhan, se usó el de ómicron. Esos laboratorios han divulgado de manera informal los resultados y fueron muy buenos. Ahora esas vacunas las tienen que autorizar las autoridades sanitarias. También hay desarrollos de vacunas más abarcativas que, además, contemplan otros coronavirus que también le generan afecciones respiratorias al humano. Pero lo que suceda con el futuro de la campaña de vacunación aún es incierto”, explica Hozbor.

Guzzi también señala que todavía no está claro cómo seguirá la campaña. Advirtió que hay muchos desarrollos de vacunas pangenotípicas, es decir, que funcionan contra diversas variantes, pero además están las vacunas intranasales, que son más eficientes en la prevención de una infección. Por todo esto, indica, habrá que analizar en función de los recursos disponibles y los distintos grupos etarios cuál será la mejor estrategia de inmunización.