Fabiola Czubaj

12 de noviembre de 2020  

El uso de plasma de convalecientes en mayores de 65 años con no más de tres días desde el inicio de los síntomas de Covid-19 logró reducir el impacto de la enfermedad en esa población vulnerable.

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Su administración dentro de esas 72 horas en esos casos aún leves tuvo una eficacia del 61%, según se informó este mediodía durante la presentación de los resultados del estudio argentino que coordinó la Fundación Infant. Eso fue suficiente para evitar que la infección se convirtiera en una enfermedad grave, tanto como para demandar asistencia con oxígeno.

“Esto cambia el foco de a quiénes administrarles plasma. Es una intervención para esa población que, además, estará disponible mucho antes de la llegada de una vacuna para Covid-19 al país”, sostuvo Fernando Polack, que lideró el equipo de investigación y es director de la fundación. Y definió que el plasma administrado tan temprano en estos casos leves “transforma a Covid-19 en un mal catarro” para los mayores de 65 años.

Primer estudio

El trabajo coordinado desde Infant es el primer estudio sobre la utilidad terapéutica del suero de plasma rico en anticuerpos de pacientes recuperados contra el virus SARS-CoV-2 como intervención precoz (versus placebo) para debilitar el curso normal de la enfermedad en los adultos mayores con y sin otras afecciones, como diabetes, hipertensión, insuficiencia renal, enfermedades pulmonares u obesidad. Participaron 160 mayores de 65 que hacía menos de 48 horas que habían empezado a tener síntomas como fiebre, dolor de garganta, alteración del olfato o el gusto, entre otros. Los investigadores tenían no más de 24 horas para trasladarlos a alguno de los hospitales o sanatorios de la ciudad y la provincia de Buenos Aires designados para la transfusión del plasma.

Todo demandó mandó un enorme esfuerzo de coordinación, sin horarios, entre junio y octubre pasado. Intervino un equipo formado por especialistas en enfermedades respiratorias, epidemiólogos, médicos, biólogos, expertos en investigación clínica y más de 400 voluntarios. Fue una verdadera ingeniería en tiempo de pandemia para coordinar la detección de los potenciales pacientes, trasladarlos con las medidas de bioseguridad a algunos de los hospitales designados, tomarles las muestras para el test diagnóstico por PCR, enviarlas al laboratorio del Hospital Militar Central para confirmar o descartar el diagnóstico en unas seis horas y programar el tratamiento sin perder tiempo. A todos se los monitoreó los 25 días posteriores.  

Al azar, la mitad recibió la transfusión de plasma rico en anticuerpos y la otra mitad, un placebo (solución fisiológica). Ni los médicos y los pacientes sabían a qué grupo pertenecía cada caso tratado. Al comparar la evolución de ambos grupos, solo nueve de los que habían recibido plasma necesitaron asistencia con oxígeno, comparado con 23 de los que habían recibido el placebo.

Los datos también permitieron estimar que el plasma evitó la forma grave de Covid-19 en uno de cada seis mayores que recibió el tratamiento temprano y, de otro modo, la hubiera padecido.

“Este estudio describe la primera estrategia en el mundo para detener la progresión del SARS-CoV-2 con una intervención económica, universal, no sujeta a patentes, probadamente segura y que puede administrarse en forma ambulatoria en unidades de atención sin necesidad de hospitalización”, afirmó Polack.

En la presentación de los resultados, realizada en el SUM del estadio de River Plate, en el barrio de Núñez, participaron también los investigadores principales Gonzalo Pérez Marc (Hospital Militar Central), Romina Libster (Fundación Infant) y Diego Wappner (Fundación Infant). “Es el único estudio en el mundo contra el SARS-COV-2 que se hizo con esta metodología rigurosa -dijo Libster, pediatra especialista en vacunas-. Por lo tanto, otorga evidencia de que la enfermedad no avanzó por la administración del plasma y no por otras razones.”

Otros estudios

Hasta ahora, se conocían los resultados de otros tres estudios argentinos sobre el uso del plasma de recuperados de Covid-19. Como el de la Fundación Infant, reafirmaron que el plasma es seguro. Pero los tres, hechos sobre pacientes con la enfermedad avanzada, llegaron a distintas conclusiones sobre la eficacia.

Por un lado, la investigación liderada por el Hospital Italiano en 334 pacientes con neumonía grave “no produjo un beneficio clínico significativo a los 7, 14 o 30 días de seguimiento en comparación con el uso de placebo”, según informaron los investigadores. En tanto, el estudio multicéntrico del Cemic sobre 90 pacientes (87 evaluados finalmente), pero sin un grupo tratado con placebo, determinó que las infusiones de plasma son “potencialmente efectivas, en especial antes de requerir ventilación mecánica, y son una opción clínica atractiva para tratar formas graves de Covid-19 hasta que estén disponibles otras terapias efectivas”.

El tercero fue el estudio del Ministerio de Salud bonaerense que, en 868 pacientes con neumonía por Covid-19, la aplicación de plasma “se asoció con una reducción de la mortalidad del 24,4%”, según se informó oficialmente.

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Nuevo objetivo

En cambio, el objetivo del equipo coordinado desde Infant era ir un paso antes, al inicio de la infección, cuando recién empieza a causar síntomas, y concentrarse en el grupo más vulnerable: los mayores de 65, que registran la proporción más alta de fallecimientos por Covid-19. De lograrlo, según había explicado Polack a LA NACION a finales de mayo pasado, a pocos días de arrancar el estudio, el uso de plasma (el componente líquido de la sangre) de convaleciente dentro de las 72 horas de malestar transformaría a Covid-19 en una enfermedad que no pusiera en riesgo la vida de ese grupo de alto riesgo.

“En todas las etapas, el proyecto, que involucró a alrededor de 400 personas, requirió de minuciosidad para ensamblar los distintos eslabones y cubrir tanto las necesidades científicas como logísticas”, dijo Pérez Marc, subdirector del Departamento Materno Infantil del Hospital Militar Central.

Los resultados también revelan que el 28% de las personas que se recuperaron de Covid-19 tienen una cantidad de anticuerpos suficiente y adecuada como para utilizar en este tratamiento. Es por esto que, durante la presentación, los cuatro investigadores insistieron en la importancia de que las autoridades sanitarias activen campañas públicas para fomentar la donación del plasma y hacerlo con una estrategia ya más clara: empezar a limitar los donantes solo a aquellos en los que con un test serológico (en el estudio se utilizó la prueba CovidAr desarrollada en el Instituto Leloir) se les detecte las mayores concentraciones de anticuerpos. Un insumo nada menor para el desarrollo de políticas públicas que definan las campañas de donación orientadas a la búsqueda de los donantes correctos sin desperdiciar tiempo ni recursos.

“Con esto, se podrá mejorar el rendimiento del plasma todavía más -opinó Polack-. Si bien esto deja fuera de la donación a un grupo de convalecientes, la buena noticia es que entre cuatro y ocho enfermos que se recuperaron de Covid-19 tienen los anticuerpos necesarios para ser donante. Y los pacientes que tuvieron neumonía o necesitaron internarse son quienes más anticuerpos suelen producir.”

La Fundación Hematológica Sarmiento coordinó la administración del plasma o el placebo y el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), estuvo a cargo del análisis externo de los datos recolectados. “Es un estudio con evidencia científica relevante en salud pública que informa a la toma de decisiones sobre el efecto positivo de la administración de plasma de convalecientes en la etapa temprana de la infección con SARS-CoV-2 en la población más vulnerable a esta enfermedad, que son los adultos mayores”, evaluó Mabel Berrueta, coordinadora de la Unidad de Estadística, Manejo de Datos y Sistemas de Información del IECS.

Ante la consulta de LA NACION, la experta consideró que “el diseño es muy robusto y se siguieron estrictos estándares en la conducción del estudio y en el manejo y el procesamiento de los datos para la presentación final de los resultados. Para el IECS fue un orgullo poder participar en un estudio con tal calidad metodológica y que brinda una respuesta muy necesaria, porque clarifica el rol de esta terapia en Covid-19”.

Una vez identificados los potenciales pacientes, se los trasladó a los hospitales Dr. Carlos Bocalandro, San Juan de Dios, Simplemente Evita y Central de San Isidro Dr. Melchor Ángel Posse, la Clínica Olivos y una red de unidades geriátricas de atención del PAMI, todos en la provincia de Buenos Aires, además del Hospital Militar Central, el Centro Gallego, el Sanatorio de los Arcos, el Hospital Universitario Cemic, el Sanatorio Sagrado Corazón, el Sanatorio Anchorena y el Sanatorio Finochietto en la ciudad de Buenos Aires.

Pronto, según se pudo conocer, los resultados se publicarán en una revista científica de alto impacto.

“Hay dos grandes motivos para celebrar los resultados favorables de esta investigación: por un lado, que el plasma funciona. La segunda es que esta investigación nos brinda la idea de un posible protocolo de aplicación de plasma en personas mayores en general, y muy particularmente en personas mayores institucionalizadas” señaló Mario Rovere, director de la Escuela en Salud Floreal Ferrara, del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.

Por: Fabiola Czubaj