Con la especialización en gastroenterología pediátrica creada  en la Facultad de Medicina de Rosario, nace una especialización que permite recuperar vidas infantiles en riesgo de desnutrición y pérdida de vidas.  

Dr. Ziomara Reeves

            Por sugerencia del Dr. Emir Alvarez Gardiol he de referirme a una etapa importante de la vida: la de la infancia. He de hacerlo pensando en las obligaciones que debemos observar para con los niños.

Las mismas han adquirido características particulares y distintivas durante esta época de pandemia que nos ha tocado vivir desde hace ya dos años. Yo voy a ocuparme particularmente de la nutrición de los niños.
Hacia finales de los años ́40 el optimismo predominaba en los hospitales porque la desnutrición disminuía. Esa tendencia se percibía desde que en los E.E.U.U. tanto la pelagra como el beriberi se encontraban en franca declinación.
Era controlada la desnutrición en Japón. En Sudamérica Chile se destaca por la labor de los Dres. Uaui y Monckeberg, en Centro América con los Dres. E. Vázquez Garibay y en Argentina se reconoce la labor de los Centros de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe. En el Hospital Escuela de Granadero Baigorria de Rosario se constituye el primer Centro para la recuperación de niños desnutridos. Esto se consigue mediante la colocación de una sonda naso-yeyunal a goteo continuo para el tratamiento de la desnutrición grado III, en lactantes y primera infancia. (Método propio)
Poco duró esta euforia. Con la terminación de la Segunda guerra mundial se agregó otro problema: la carencia o escasez de proteínas. La misma ocasionaba desnutrición crónica por déficit proteico. Sus consecuencias fueron: baja talla, niños “fisiológicamente normales” pero adaptados a su inadecuada nutrición; los así llamados “supervivientes”.
En el año 1964 tuve la oportunidad de permanecer durante seis meses en el Hospital for Sick Children, de la ciudad de Londres, Inglaterra. La experiencia allí recogida y el entusiasmo de la juventud fueron la base que me permitieron organizar el primer Grupo de Gastroenterología Pediátrica en la Sala 8 del Hospital Escuela Nacional del Centenario. Con los Dres. Constanza Girardi y Hugo Cantador iniciamos la primera experiencia llevada a cabo en la Cátedra y que fuera presentada en Reunión de la Sociedad de Pediatría de Rosario.
Fue una época de gran productividad. Intercambiábamos conocimientos
con los colegas de las ciudades de Córdoba y Buenos Aires y a su vez nos reuníamos con los grupos de San Pablo, Brasil (Dr. Ulises Facundo Neto) como así también con los de otros países de Centro y Sud América: como México, Chile y Venezuela. Nos integramos también con España y constituimos la Sociedad Ibero-Latino-Americana de Gastroenterología Pediátrica, que es la que actualmente nos aúna.
Quien fuera nuestro Jefe de Cátedra en el Hospital Centenario, el Profesor José Celoria, era un visionario. Nos sugería elegir temas de Pediatría pero para estudiarlos en profundidad, ya que los mismos eran muy vastos y no podían ser abarcados en su totalidad.

Así fue como se originaron las “sub-especialidades” pediátricas.
La Dra. Julia Viu se dedicó al aparato respiratorio. Las Dras. Diana
Seiguerman y Elena Cisaruk a la patología hepática. La Dra. Marta Lahoz a riñón y patología urinaria.
Y con los Dres. Costanza Girardi y Hugo Cantador, unidos por sentimientos de hermana amistad, compartimos los conocimientos adquiridos y los que íbamos logrando, en el campo de la Gastroenterología.
En el año 1977 y por Concurso, pasé a trabajar en el Hospital Escuela de
Granadero Baigorria, en donde funcionaba la Segunda Cátedra de Pediatría de la Facultad de Medicina de Rosario. Allí creamos el Grupo de “Recuperación del desnutrido crónico y agudo” tratando a los pacientes mediante el procedimiento de goteo continuo a través de la sonda naso-yeyunal. Así fueron tratados y recuperados 160 niños, cuyos resultados formaron la base de un trabajo que fuera aceptado para publicación en la revista JPGN y luego presentado en el Primer Congreso Mundial de Pediatría realizado en la ciudad de  Boston, E.E.U.U, en el año 2000.
En América Latina y en nuestro país existían, pero ahora se acentúan
nuevamente, zonas geográficas socialmente abandonadas, en las que se encuentra la desnutrición crónica. Ella produce niños de baja talla, déficit intelectual, mayor frecuencia de enfermedades por carencia de vitaminas, minerales y macronutrientes. Y, en la época actual, vemos aparecer con frecuencia la obesidad, como así también otras enfermedades metabólicas, producto de una elección incorrecta de los alimentos.
Entre quienes hemos dedicado gran parte de nuestros esfuerzos a la
actividad docente, no podemos subestimar los problemas educativos actuales,  producto en gran medida, de la cuarentena que nos ha tocado vivir.
Hago votos para que podamos ser capaces de aportar nuestro esfuerzo y
ayudar a que nuestro país se recupere de tantas agresiones conductuales, físicas y psicológicas que los niños padecen en mayor medida durante los años de su formación y crecimiento.
Y volvamos a tener una visión abierta, que nos permita continuar con la
historia que heredamos de nuestros próceres. Como Sarmiento, que luchó por la educación y logró la desaparición del analfabetismo. Como Belgrano, creador de nuestra enseña patria aquí nomás, en nuestras barrancas del Paraná. Como San Martin, quien cruzó la Cordillera de los Andes para llevar la libertad y el progreso a gran parte de la América del Sur. Y como tantos otros más, quienes deberían servir de ejemplo para generaciones futuras.
Es una expresión de deseo que, dentro de nuestra labor como médicos,
podamos capacitarnos para que en una acción mancomunada con los docentes y los padres, logremos la recuperación de hábitos de nutrición, educación y desarrollo cognitivo de los niños, en especial en las zonas más carenciadas de nuestro país. 

 

Dr. Ziomara Reeves