15 de diciembre de 2021

Por Jesse Bloom y Sarah Cobey The New York Time

El laboratorio de Bloom en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle usa una combinación de experimentos y computación para estudiar la evolución de virus como el SARS-CoV-2. Cobey dirige un grupo computacional en la Universidad de Chicago que investiga la interacción de la inmunidad, la evolución viral y la transmisión.

Durante los próximos días y semanas, científicos de todo el mundo compartirán información preliminar sobre la variante ómicron del SARS-CoV-2. Quienes escribimos este ensayo somos investigadores que estudiamos la evolución de los virus y revisaremos con cuidado los datos conforme se hagan públicos. Estas nuevas investigaciones abarcarán desde estudios de laboratorio que analizan la manera en la que el virus interactúa con los anticuerpos hasta observaciones de la evolución de los pacientes y datos a gran escala sobre infecciones y hospitalizaciones. Los datos intentarán responder tres preguntas clave, importantes para comprender el riesgo de la variante ómicron.

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¿Qué tan bien puede ómicron eludir los anticuerpos de las vacunas y las infecciones previas?

Ómicron tiene muchas mutaciones, especialmente en la proteína de la espícula, el objetivo principal de los anticuerpos generados por la vacunación o por una infección previa. Es por eso que a los científicos les preocupaba que la variante pudiera sortear las defensas generadas por las vacunas o las creadas por haber tenido COVID-19. Los experimentos clínicos ya han apuntado a que ómicron tiene mutaciones que reducen 40 veces la capacidad de bloqueo de infecciones de los anticuerpos.

Existe evidencia sólida de que este aumento de la resistencia a los anticuerpos de ómicron provocará más infecciones entre las personas vacunadas y infectadas con anterioridad. Un estudio en Sudáfrica reveló que con ómicron había una mayor tasa de población que se infectaban por segunda vez que con olas anteriores causadas por las variantes beta y delta. Ómicron también ha causado algunas infecciones leves o moderadas en personas que fueron vacunadas y en gente que recibió su inyección de refuerzo. Un informe preliminar de Gran Bretaña considera que la efectividad de la vacuna para evitar desarrollar una enfermedad con síntomas es menor con la variante ómicron que con la delta.

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Estos primeros hallazgos sugieren que las vacunas podrían no proteger tan bien contra las infecciones como lo hacían con otras iteraciones del virus. Y existe la posibilidad de que en el futuro se necesiten refuerzos específicos para ómicron.

¿La inmunidad que todavía tenemos nos protegerá de desarrollar una enfermedad grave?

Incluso si algunos anticuerpos no logran evitar una infección por la variante ómicron, las células T y otros anticuerpos desarrollados a partir de la vacunación o de haber estado infectados pueden dar cierta protección contra enfermedades graves. En otras palabras, es posible que indicadores que funcionaron en otras oleadas pandémicas —como las muertes y hospitalizaciones— no sirvan para rastrear los casos de infecciones por ómicron. Realizar este rastreo requerirá información de clínicas, hospitales y estudios epidemiológicos que sigan las infecciones y los síntomas en las personas a lo largo del tiempo. Estos estudios toman más tiempo que los experimentos de laboratorio.

Por lo general, se necesitan varias semanas para que se desarrolle la COVID-19 severa, por la cual las muertes y hospitalizaciones son lo que los científicos llaman un “indicador rezagado”. Por lo que, aunque está bien ser optimista cuando escuchamos informes anecdóticos preliminares sobre personas vacunadas que solo presentaron síntomas leves, recuerda que tener datos confiables sobre la gravedad de la enfermedad en general tomará tiempo. Por ejemplo, es posible que ómicron pueda causar una enfermedad más leve en personas que han sido vacunadas o infectadas previamente, pero que causen una enfermedad grave en personas sin inmunidad. Esto tendrá consecuencias para los hospitales y la carga que puedan soportar.

¿Ómicron es más contagiosa que delta?

Sabemos que la variante ómicron tiene buena transmisibilidad porque está causando un aumento de casos en muchos países. Hay dos factores que podrían contribuir a esto: ómicron puede tener una gran capacidad para infectar a personas sin inmunidad y puede tener una mayor capacidad para infectar a personas con inmunidad, tanto de vacunas como de infecciones previas.

El balance de estos dos factores determinará si ómicron es más transmisible que delta en todas las poblaciones, o solo en lugares como Sudáfrica u otros países, donde hay mucha inmunidad de personas que ya se habían infectado antes. Para comprender mejor la transmisibilidad de la variante ómicron, los científicos deberán medir su tasa de crecimiento en relación con otras iteraciones del virus entre distintos grupos de personas. Responder a esta pregunta podría ayudar a predecir el momento de posibles sobrecargas en los hospitales.

¿Qué nos dirán las respuestas?

Una es que ómicron resulte tan transmisible que se propague por todo el mundo y supere a todas las demás variantes, incluida la delta, de modo que, en el futuro, todos los virus nuevos desciendan de ómicron. Este escenario ocurrió a mediados de 2020 con una variante llamada D614G —le pusieron así antes de que las variantes recibieran nombres griegos— de la cual descienden todas las variantes posteriores.

Otro escenario es que ómicron se propague solo en algunos sitios, pero finalmente resulte ser menos transmisible que otras variantes y, al final, desaparezca. Esto sucedió con las variantes alfa y beta en la primera parte de 2021.

Al margen de si ómicron desplazará por completo a otras variantes, parece probable que cause un aumento de casos en todo el mundo. El alcance de este aumento dependerá del nivel de inmunidad en las diferentes poblaciones, las medidas de salud pública vigentes y los efectos de factores en la transmisión como los cambios estacionales de temperatura y humedad, que hasta ahora no se conocen bien.

Si ómicron provoca un aumento en los casos pero una enfermedad menos grave que delta, sin duda sería una buena noticia. Pero si se propaga demasiado, aún podría llevar al hospital a un gran número de personas. También recuerda que es posible que ómicron sea, al menos, tan severa como delta en personas sin inmunidad. Tampoco comprendemos todavía las consecuencias para la salud a largo plazo de tener COVID-19, y llevará semanas comprender el modo en el que ómicron afecta a grupos de personas con diferentes niveles de inmunidad.

Asimismo, se espera que las medidas que han servido para controlar la propagación de otras variantes ayuden contra ómicron. Por ejemplo: aumentar la cobertura de vacunación, respaldar las pruebas rápidas masivas, mejorar la ventilación interior de los recintos, alentar el uso de mascarillas (así como optar por cubrebocas de mayor calidad) y ayudar a las personas a identificar cuándo están infectadas, lo que facilita el aislamiento. Hay evidencia de que recibir un refuerzo aumenta la protección más allá de la proporcionada solo por las vacunas iniciales.

Debido a las muchas mutaciones en ómicron, también puede ser necesario fabricar vacunas específicas para esta variante.

Adoptar estas medidas mientras se monitorean las incógnitas ayudará a lograr un equilibrio entre la reducción del riesgo y al mismo tiempo disfrutar de nuestras vidas. Eso es lo que esperan los científicos, como todos los demás.

Jesse Bloom (@jbloom_lab) es profesor en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle e investigador del Instituto Médico Howard Hughes. Sarah Cobey (@sarahcobey) es profesora en el departamento de ecología y evolución de la Universidad de Chicago.