Texto Fabiola Czubaj

El aumento de las consultas de chicos en las guardias con la cocirculación de los virus de Covid, gripe y otros gérmenes estacionales impulsó a una pediatra, preocupada por la cantidad de casos en los que se podría evitar ese viaje, a elaborar una guía breve para padres que empezó a entregar cada vez que atiende a chicos de seis meses o más.

A modo de recordatorio simple, con una explicación previa, el texto impreso prolijamente en esa media página va detallando de manera muy sencilla cómo es el tratamiento general de las enfermedades respiratorias agudas en chicos previamente sanos para quedarse en casa y, también, seis pautas de alarma para correr al médico.

“Puede tener fiebre, temperatura axilar por arriba de 38°C, durante 48 o 72 horas. Puede darle un antitérmico solo para confort del paciente. No se cura la enfermedad bajando la fiebre. Muy por el contrario, se dificulta un mecanismo natural de defensa”, comienza por definir, en ese listado, Paula Pradines, médica de guardia de dos sanatorios de la ciudad de Buenos Aires, socia titular de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y miembro internacional de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés).

Interesada en encontrar la manera de explicarles a padres o adultos a cargo lo que notaba necesario en una consulta tras otra, decidió elaborar un texto simple con señales de alerta básicas, que va recetando con sello y matrícula a modo de lo que considera que es un buen remedio ante el exceso de información o la falta de experiencia y el temor.

“La sensación muchas veces es que los chicos se resfrían y los padres, sobre todo cuando son primerizos, no saben muy bien qué hacer, cuándo consultar rápido, qué pueden hacer en casa o cuándo se puede mandar a los chicos a la escuela”, dice en diálogo con la nacion la cofundadora de Kalbu, Conocimientos Pediátricos para una Infancia Feliz. “Son conceptos que, en general, una mujer con más de un hijo conoce, pero no en la experiencia de la primera vez”, agrega.

Como son pautas generales, Pradines aclara que son para chicos previamente sanos. Ante alguna afección o discapacidad que pudiera ser un factor de riesgo de complicaciones en el caso de contraer una infección respiratoria, esas guías pueden variar, según lo indique el pediatra de cabecera.

La recomendación para los padres es consultar si en sus hijos se da una o más de las siguientes condiciones: ß La fiebre no baja al tercer día (en los menores de seis meses, la consulta debe ser enseguida, al primer registro). ß Al respirar se marcan las costillas más de lo normal o el ritmo es más rápido sin fiebre (el aumento de la temperatura corporal, según aclara la sucinta guía, puede acelerar la respiración). ß Los labios o las manos se ponen morados o azules. ß Hay un rechazo de los líquidos. ß Hay fiebre con puntos rojos en la piel. ß Aumentan el llanto y el nerviosismo, que no se calman con nada que hagan los padres o cuidadores, o cuesta despertarlos

“Las enfermedades virales sin gravedad suelen pasarse con dos o tres días de fiebre, y duran entre cinco y siete días hasta que desaparecen solas. La gran mayoría de los casos no son enfermedades graves –comenta Pradines–. Es posible que un chico tenga uno o dos picos de fiebre, por ejemplo, a la mañana y la tarde o noche, y el resto del día, cuando no tiene fiebre, esté bien. Pero si la fiebre no baja al tercer día, aunque un chico esté bien, es aconsejable ir al médico. En los menores de seis meses, la fiebre constatada por termómetro es indicación de consulta con el pediatra”.

En los menores de seis meses, la sola aparición de fiebre ya es motivo de consulta. Con la definición de sospecha para Covid-19, varió el concepto estrictamente clínico de “fiebre” como síntoma: es, según va a insistir Pradines varias veces, 38°C controlados con termómetro. “La pandemia confundió fiebre con febrícula, que es 37,5°C”, aclara.

Mocos, tos y falta de apetito

Los mocos, la tos y la falta de apetito, en cambio, “son parte de la patología respiratoria banal en esta época” y no es necesario consultar, insiste la pediatra.

Para esos casos, y cuando no se aplican las pautas de alarma, durante las enfermedades respiratorias agudas –como gripe o un resfrío, entre otras– la especialista explica que a los chicos les hará bien ofrecerles agua y caldo para mantener la hidratación (con placas en la garganta o dificultad para tragar líquidos, hay que consultar) y dormir semisentados (con elevación de la cabecera de la cama unos 20 cm) para evitar el goteo retronasal que provoca tos al tragar las gotitas de la nariz. Además, una alimentación liviana con frutas, verduras hervidas, carne magra, pollo sin piel y, según continúa Pradines, “nada de golosinas ni exceso de lácteos y dulces”.

En los chicos de más de dos años, refiere que también ayudan dos cucharadas de miel antes de dormir, que se pueden repetir cada ocho horas mientras haya tos, durante los cinco días que suelen demorar en desaparecer estas afecciones estacionales. “Que un chico no quiera comer es lógico con estos cuadros, como en los adultos, pero lo importante es que lo poco que coma sea sano y natural –detalla Pradines–. No hay que preocuparse por la pérdida de algo de peso porque los chicos lo recuperan cuando están sanos”.

El vapor de ducha durante 10 minutos o dos gotitas de solución fisiológica en cada orificio nasal ayudan a eliminar la mucosidad de una narina por vez. “No hay que usar ollas para el vapor porque es peligroso. Es alto el riesgo de que los chicos sufran quemaduras”, advierte la especialista.

Entre los jarabes disponibles, aconseja optar por los de Hedera hélix (hiedra común), con una toma de acuerdo con el peso del chico, cada ocho horas, no más de cinco días y cuando lo indique el pediatra.

Los antifebriles hay que utilizarlos en casa solo para confort y a partir de los seis meses. “Si el chico está durmiendo y tiene fiebre, no hay que despertarlo para darle el antitérmico. Si tiene un punto o más por encima de su temperatura corporal habitual, pero está molesto, se le puede dar un antifebril para que se sienta mejor”, pone como ejemplo la pediatra.

Para volver a la escuela, afirma que tienen que haber pasado 24 o 48 horas sin fiebre y buen estado general. “Un chico puede volver a clase con un poco de tos o mocos, lo que puede ser un problema para las maestras en preescolar, pero lo importante es que ese alumno no va a contagiar”, sostiene.

Con todo esto, y si las pautas de alarma no coinciden, pero los padres sienten que algo no está bien, la especialista insiste en la consulta rápida. “Esa intuición no hay que dejarla pasar –dice la especialista–. En la atención cotidiana, hay necesidad de volver a transmitirles sobre todo a las madres la importancia de sentir confianza en su criterio de alarma, con esas seis pautas básicas, con otras que les pudiera indicar el pediatra de cabecera en cada caso. Es recuperar esa confianza que tenían nuestras madres sin ir a la guardia ni el mar de información que hay hoy en internet”.ß

“La sensación muchas veces es que los chicos se resfrían y los padres, sobre todo cuando son primerizos, no saben muy bien qué hacer, cuándo consultar rápido, qué pueden hacer en casa o cuándo ya se puede mandar a los chicos a la escuela”