Texto Silvina Vitale 

¿ Por qué seguís usando el barbijo? La pregunta se la hace Valeria a su hijo de 13 años, mientras caminan hacia su casa a la salida del colegio. “Porque lo necesito”, responde Agustín. Y no da más explicaciones.

Si bien algunos adolescentes aún lo mantienen por prevención o por pedido de las propias familias de conservar ciertos cuidados a los que nos habituamos durante la pandemia, hay otras razones por las que los estudiantes deciden seguir con el barbijo puesto en el colegio a pesar de que semanas atrás el Ministerio de Educación porteño dejó sin efecto la obligatoriedad de su uso en las escuelas de la ciudad, flexibilización que luego alcanzó a los establecimientos bonaerenses.

“A la mayoría les cuesta encontrar una respuesta acerca de por qué siguen usando el barbijo. Algunos dicen que es porque les gusta, otros porque les dijeron en casa y otros directamente no tienen una respuesta. no creo que ellos mismos sepan por qué lo siguen usando. Muchos incluso lo utilizan cuando las familias avalan que ya no lo hagan”, explica la psicóloga Maribel Castro.

¿Cuál sería la razón entonces? Según coinciden algunos expertos, responde a factores que tienen que ver con el cuidado de la salud que los chicos internalizaron en estos dos años de pandemia, pero sobre todo entran en juego aspectos psicológicos, tanto en los más pequeños como en los adolescentes.

El 21 de marzo, el Ministerio de Educación porteño estableció como optativo el uso del barbijo para todos los niveles educativos en la Capital, si bien desde el inicio del ciclo lectivo esa indicación ya regía para el nivel inicial y el primer ciclo de primaria (hasta cuarto grado). Según fuentes del ministerio, la decisión se tomó con el fin de priorizar el aprendizaje, el bienestar integral, y la salud social y psicológica de los estudiantes. “ninguna decisión es perfecta ni absoluta, pero siempre se toma tratando de evitar daños mayores. Y hoy el daño mayor es que los chicos sigan perdiendo en su vinculación, en la posibilidad de comunicarse entre pares y que sigan sin poder aprender porque tienen un obstáculo como lo es el barbijo”, afirman.

Sin embargo, directivos de escuelas públicas y privadas consultados por la nacion admiten que la mayoría de los alumnos, a pesar de la recomendación del ministerio, siguen usándolo, algo que se ve mayormente en los grados más altos de la escuela primaria y en el nivel secundario.

Según la experiencia de estas primeras semanas, Silvina Gagliardi, directora del colegio Cristo Rey del barrio porteño de Villa Urquiza, los alumnos continúan con barbijo. “Siguen viniendo con el tapabocas, así como también sostienen las otras medidas, como el lavado frecuente de las manos y el uso de alcohol en gel. La respuesta de las familias ante la nueva disposición es que, por lo menos, en estos primeros fríos se va a sostener el barbijo, más que nada por la circulación de los virus respiratorios y con el fin de cuidar la salud”, señala.

Mariana nucci, directora del nivel primario del colegio nuestra Señora de la Misericordia, situado en Flores, coincide en que a pesar de que se liberó el uso de tapabocas, de los 600 alumnos que concurren al establecimiento son muy pocos los que lo hacen sin barbijo. “La realidad es que lo siguen usando, los chicos no están obligados, pero es algo que definen las familias, que manifiestan que están más tranquilas, más seguras, si lo llevan”, aclara.

De todas formas, en algunos colegios el uso muestra una tendencia decreciente, como en el caso del Belgrano Day School, en el barrio homónimo. “La mayoría de los chicos no utilizan el barbijo, especialmente de primero a tercer grado, ya que en este caso era optativo desde principios de año, entonces para ellos fue más fácil. Entre los más grandes pasa algo similar, quizás en los grados más altos hay un poco más de chicos que lo mantienen, pero muy poca cantidad. Los que lo continúan utilizando es por una decisión familiar”, describe Francisco Lehmann, vicedirector general del colegio.

Según la edad

no obstante, entre los que lo llevan hay muchos casos en los que la decisión parte del propio alumno, más allá de que las familias lo avalen. Para Castro, las razones de la continuidad de uso cambian según las distintas edades; los más pequeños aprendieron que a la escuela se va de esa forma y quizá no tienen recuerdo de haber ido a la escuela sin barbijo. “Además, les insistimos mucho con que estaba mal no usarlo y un chico no entiende por estadísticas, sino por afecto. Si les inculcamos que sacarse el barbijo era peligroso y fue todo un proceso usarlo, va a ser todo un proceso que lo abandonen”, sostiene.

En el caso de los alumnos del nivel secundario, si bien el cuidado de la salud está presente, que continúen con el uso del barbijo responde a cuestiones psicológicas, sociales y emocionales. Así lo considera la licenciada Mercedes Muñiz Rodríguez, del departamento de orientación educativa del colegio secundario Santo Tomás de Aquino, que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Vemos que muchos alumnos continúan usándolo. Algunos lo hacen para mantener el cuidado, pero en su mayoría se ven involucrados factores sociales, emocionales y de habituación. Según algunas investigaciones, un hábito se consolida si la acción en cuestión se repite por 21 días y nuestros alumnos vinieron al colegio con el barbijo puesto durante todo un año; este es uno de los motivos por los cuales les cuesta desacostumbrarse”, señala.

Y agrega: “otro factor que observamos mucho es la dificultad, sobre todo en los que asisten a los primeros años, de no conocerse físicamente con el rostro descubierto. Esto despierta sensaciones de inseguridad y miedo al tener que exponerse, especialmente ante sus compañeros”.

El uso del barbijo adquiere entonces otra connotación y, según analiza Rolando Salinas, jefe del servicio de Salud Mental del Hospital Alemán y profesor de Psicología de la Salud y Salud Pública de la UCA, tiene que ver con que cumple una función psicológica a modo de máscara, es decir, da un cierto anonimato. La gestualidad es una forma de comunicación muy importante y con el tapabocas los adolescentes se cubren, o se “ghostean” o “fantasmean”.

“Es algo a lo que los adolescentes están acostumbrados y que exacerbó la cuarentena; en estos casos, el barbijo les permite protegerse no solo del virus, sino del propio compromiso de mostrar sus sentimientos, involucra un proceso de cierta despersonalización que está alcanzando a los adolescentes”, destaca.

En la misma línea, Castro observa que con el barbijo pasa lo que sucede habitualmente con otras prendas que usan los jóvenes. “Se da la misma situación que con una capucha de un buzo, o en las nenas que, cuando empiezan a desarrollarse, aunque haga mucho calor no se quedan en remera. Tiene que ver con esconderse, con no mostrarse, con algunas inseguridades. El barbijo es una prenda que me sirve para estar detrás de, para que no me vean del todo, para que no me conozcan. Hay que recordar que a esa edad los chicos están en una etapa de cambios en la que todavía ellos se están conociendo y reconociendo con un nuevo cuerpo”, dice.

Pablo Climent es rector de la Escuela Técnica nº 12 Libertador José de San Martín, en el barrio de Retiro, y relata que allí solo un 15% de los chicos no usan el barbijo. “Cuando les preguntás por qué los utilizan, muchos dicen que es un medio de cuidado, que es por precaución; otros, porque no quieren mostrar la cara, porque les crecieron los bigotes, porque tienen vergüenza, algo muy habitual a esa edad. Sin hacer un análisis parece ser que es parte de una dinámica de esconderse, de resguardarse. Claramente, los que no usan el barbijo son los chicos y chicas más extrovertidos”, concluye.