Florencia O’Keeffe 

Después de terminar la carrera de Ciencias Médicas, los recién recibidos, ya sea de universidades públicas como privadas, pueden optar por distintos modos de especialización. El más tradicional es el de las residencias médicas que pueden llevarse a cabo en efectores estatales o particulares y que de acuerdo a la terminalidad duran entre tres o cuatro años.

En Rosario el sistema de formación de posgrado tiene varios caminos, con un solo examen unificado: por intermedio de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR (en distintos centros asistenciales), por el Ministerio de Salud provincial en sus efectores, desde la Secretaría de salud municipal o vía el Colegio de Médicos que tiene convenios con los sanatorios privados.

Históricamente la oferta era menor a la demanda, sin embargo, en los últimos años la tendencia cambió y se profundizó en pandemia, por eso, ahora quedan vacantes para cubrir tanto desde la universidad como desde la entidad que nuclea a los médicos rosarinos.

En el caso de la UNR, este último año de las 111 vacantes de carreras de posgrado quedaron 13 sin cubrir. En las que ofrece el Colegio de Médicos la vacancia es aún mayor; para pediatría, por ejemplo, con una propuesta de 18 residencias (algunas para hospitales pediátricos de mucho prestigio) el último año se presentó un solo médico.

En clínica médica se ofrecieron 46 y se presentaron 22.

Pediatría, neonatología, clínica médica y terapia son las especialidades menos interés generan a las nuevas camadas de médicos.

El problema genera inquietud tanto en la UNR como en el colegio profesional y también en los ministerios de salud nacional, provincial y municipal. De hecho, los representantes se reúnen en forma continua para tratar este tema y evaluar cómo van a renovar los planes, el sistema de residencias y hacer “atractivo” el camino de formación de posgrado porque en algunos años la situación puede ser muy compleja: “Nos vamos a quedar sin médicos”, coincidieron los consultados por La Capital.

Los residentes sostienen, en el marco de su aprendizaje, una parte sustancial del sistema de salud, tanto de gestión pública como de gestión privada.

¿Por qué los flamantes médicos buscan otras alternativas para formarse una vez que se reciben? Las respuestas son múltiples.

Este diario habló con ex residentes, residentes, con el decano de Ciencias Médicas y con la presidenta del Colegio de Médicos, quienes explicaron que entre las causas principales se encuentran: los sueldos que se pagan durante las prácticas (cabe recordar que ya son médicos recibidos y ejercen una tarea fundamental en el sistema de salud) y que incluso son más bajos en los efectores privados que en los hospitales públicos; las guardias de 24 horas que se exigen en algunos lugares (está comprobado que atentan contra la salud del profesional y ponen en riesgo al paciente); el trato laboral severo al que son sometidos algunos residentes (un modo instalado durante décadas que fue cambiando, pero aún persiste) y el hecho de que ciertas especialidades muy exigentes, como terapia y neonatología, ya no son atractivas para los nóveles profesionales que prefieren carreras más llevaderas y con las que a mediano o largo plazo puedan ganar más dinero.

Angela Prigione, presidenta del Colegio de Médicos de Rosario, mencionó que esta situación, a la que no dudó en calificar como crítica, se viene dando desde hace años, pero se profundizó con la pandemia: “Veníamos viendo un descenso paulatino en la presentación de médicos que querían acceder a las residencias, pero con el Covid se agudizó”.

“Empezamos a ver que se matriculaba una cantidad determinada y solo el 80% optaba por el concurso de residentes, después el 60% y así, cada vez menos”, destacó.

“La crisis se ve sobre todo en especialidades básicas que no les cierran a los médicos por la alta carga de estudio, de horas de trabajo y los bajos salarios a nivel laboral posterior”, expresó la profesional.

Prigione dijo que desde el Colegio “no avalamos la especialización a través de carreras virtuales que a veces son de seis meses y los egresados vienen a pedir que les demos la especialidad con esa formación. En Santa Fe el sistema está reglado de otra manera y no podemos habilitarlos, lo que a veces genera problemas con esos médicos que quieren la especialidad sí o sí, y de ese modo”, reconoció.

La titular del Colegio reconoció que la pandemia marcó un antes y un después en una situación que se venía complicando. “Cambió la mentalidad de todos los trabajadores y, en el área de salud, la gente joven no está dispuesta a invertir tres o cuatro años, en algunas especialidades de formación, con una carga importante laboral, cuando luego no hay un reconocimiento salarial acorde y quizás tengan que trabajar en tres o cuatro lugares para tener un sueldo que le permita vivir tranquila; no quieren perderse un montón de cosas y está bien porque el ocio, las vacaciones, la posibilidad de tener actividades más allá de lo laboral es fundamental para todo ser humano”, reflexionó.

“Tengo médicos que me dicen: el título de pediatra no me va a dar de comer”, agregó, a la vez que mostró su preocupación: “En el concurso unificado de septiembre (porque en la Argentina ahora tenemos el mismo examen para todos los que van a entrar a una residencia) vimos claramente la merma y nos sorprendió, nos preocupó, a algunas especialidades no las quiso nadie. Necesitamos ya una estrategia diferente en la que todas las partes involucradas estemos de acuerdo”.

Prigione aclaró: “No es que los médicos no quieran formarse, nada que ver, siguen valorando y mucho la calidad de las prácticas, de la instancia de estudio en las residencias, pero ya no quieren que los pasen por arriba”.

La lucha de los recibidos

En Argentina existe una ley (número 22.127) que establece que el Sistema Nacional de Residencias del Equipo de Salud será el encargado de regular y garantizar la actividad de los residentes médicos nacionales. Establece, entre otros puntos, que el residente debe transitar su proceso de formación “de forma adecuada y favorable”.

Martina Levato, que acaba de terminar su residencia en Rosario, en el Hospital Alberdi, es una de las profesionales que en los últimos años expuso, junto a otros compañeros, las falencias del sistema y la necesidad de que se respeten los derechos de los residentes.

“Las residencias no rentadas, que existieron mucho tiempo, prácticamente se terminaron y nadie las avala, aunque cada tanto te enterás de algún caso, pero la verdad es que, por ejemplo, en la parte privada se paga muchísimo menos que a nivel público, y ese es un tema”.

Respecto de las guardias, otro tema sensible, se logró que en algunos lugares sean de 12 horas, pero subsisten las de 24. “En algunos hospitales tenés guardias de día, pero en otros son nocturnas. En otros se respeta el descanso posgrado y en algunos no, entonces hacés la guardia, después seguís y terminás trabajando 30 horas seguidas. Esto lo hemos planteado hasta el cansancio porque está comprobado que en una actividad formativa, pero a la vez asistencial, en una guardia extensa ponés en riesgo al profesional y al paciente”, dijo.

Levato reconoció que el tema salarial en Santa Fe fue mejorando, pero marcó que en la parte privada todavía es necesario que se equipare con lo que se paga en lo público.

“Creo que estamos en un proceso de cambio. Que los médicos ahora tienen otra postura, otra mirada y además hay otros caminos de formación una vez recibidos, como son los cursos o los posgrados. La residencia es una elección. Desde mi punto de vista es sumamente necesaria; es intensa, es cierto, pero es la parte más enriquecedora una vez que salís de la facultad, por eso insistimos en que tiene que mejorar el sistema”, señaló.

Desde la UNR

Jorge Molinas, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR también se mostró preocupado por este tema. “Sí, a nosotros nos quedan algunas vacantes y nos parece un tema serio en el que hay que seguir trabajando mucho”. A la vez que reconoció que la situación se volvió más complicada luego de lo peor de la pandemia.

“Es que tanto el Estado como la parte privada deben entender que los residentes están dando un servicio más grande de lo que muchos imaginan porque la falta de recursos en uno y otro lado termina siendo absorbida en muchos casos por los residentes, y eso los estudiantes lo saben, entonces exigen y está muy bien. Nosotros acompañamos esa postura”, sumó.

Desde la facultad estamos completamente en desacuerdo con las prácticas no rentadas, con que el médico sea mano de obra barata. Nosotros hacemos un seguimiento y entendemos los esfuerzos de los empleadores, pero sus reglas y sobre todo la oferta económica debe adaptarse a las necesidades de los profesionales, y deben consensuarse con ellos las reglas, si no termina siendo un trabajo en el que el médico culmina cansado, sobrecargado, y el aprendizaje en ese contexto no sirve”, puntualizó.