Ante la propagación de la variante delta, el gobierno israelí confía en que la tercera dosis de la vacuna para mayores de 60 años evite el colapso del sistema sanitario y un nuevo confinamiento

Juan Carlos Sanz

EL PAÍS

JERUSALÉN.- El éxito de la campaña de vacunación en Israel, que la pasada primavera boreal logró inmunizar a cerca del 60% de la población (9,3 millones de habitantes), se desvaneció con la propagación de la variante delta del Covid.

En apenas un mes, los contagios diarios registrados han pasado de unas pocas decenas a cerca de 6000 ayer, con tasas de positividad que rozan el 4%. Pero lo que más preocupa a las autoridades sanitarias es el incremento de los ingresos hospitalarios de pacientes en estado grave, que han pasado de los 274 del viernes a los 324 del sábado. El domingo, en coincidencia con el inicio de la semana laboral en Israel, se reintrodujo el certificado Covid como salvoconducto obligatorio en la vida cotidiana. El llamado certificado verde, que se descarga en una aplicación digital para móviles, acredita la vacunación completa, haber superado la enfermedad o contar con una prueba de detección negativa en caso contrario.

El certificado Covid, que ya estuvo en vigor entre abril y junio, cuando se levantaron todas las restricciones, se ha vuelto a exigir en salas de conciertos, recintos culturales y deportivos, bares y restaurantes, gimnasios, hoteles y cines, al margen del aforo permitido. La única excepción —para las sinagogas y otros lugares del culto— ha desatado la polémica al excluir la obligatoriedad en los templos que reúnan a menos de 50 fieles. El certificado verde no se aplicará por ahora en tiendas y centros comerciales.

Para evitar la discriminación de los no vacunados se les ofrece acceder con una prueba negativa. Pero los gastos corren de su cuenta y ya no se cargarán a la salud pública, como en el periodo anterior de aplicación del certificado. Además de las pruebas PCR, que en Israel tienen un costo de 25 a 75 euros, de las últimas 72 horas, se admitirán los test de antígenos (unos 20 euros) de menos de 24 horas de antelación. Los locales autorizados por el Ministerio de Salud podrán ofrecer al público las pruebas rápidas a la entrada.

Estas normas son de aplicación para los mayores de 12 años (edad hasta la que se ofrece la vacunación en Israel) y a partir del día 20 se exigirán también a los menores de 12. El uso de las mascarillas sigue siendo obligatorio en todos los locales cerrados, y a partir de ahora también en espacios abiertos donde se reúnan más de 100 personas.

Israelíes hacen fila para hacerse un test rápido de antígenos en centro médico Magen David Adom de JerusalénMENAHEM KAHANA – AFP

La tasa de contagios sigue disparada. El Ministerio de Sanidad contabilizó el sábado 3949 nuevos casos, 3372 el domingo y 5923 ayer. Con las nuevas medidas implantadas, las autoridades sanitarias israelíes han iniciado una carrera para evitar el colapso de las urgencias hospitalarias y las unidades de cuidados intensivos y, sobe todo, la imposición de un nuevo confinamiento nacional durante el periodo festivo de reuniones familiares que comienza con el Año Nuevo judío en septiembre.

Tercera dosis: la apuesta

Las apuesta del gobierno del primer ministro Naftali Bennett para eludir el cierre de la economía ha sido la inoculación de la tercera dosis de la vacuna (la de Pfizer-BioNTech como única opción por ahora) a todos los mayores de 60 años: un millón de personas de los que cerca de la mitad ya han recibido la inyección de refuerzo. El ministro de Salud, Nitzan Horowitz, cree que aún es posible evitar otro confinamiento por la vía de las restricciones. Ni él ni el primer ministro se han pronunciado explícitamente sobre la petición de la OMS de aplazar hasta finales de septiembre la aplicación de la tercera dosis, pero no han dejado de animar a los ciudadanos de mayor edad a reforzar su protección contra el Covid con un tercer pinchazo.

El primer ministro de Israel, Naftali Bennett, durante una reunión de gabineteRonen Zvulun – Pool Rueters

Cuando se hayan revacunado, podrán salir de nuevo al exterior con seguridad, pero con barbijo, por supuesto”, aseguró el primer ministro el domingo al inicio de la reunión semanal del gobierno. “Sería una lástima resultar infectado y —Dios no lo quiera— morir por descuidarse en los próximos días”, apostilló. También pidió a los más jóvenes y a los miembros de la minoría árabe (21% del censo), entre quienes se registra la menor tasa de inmunización, que se vacunen lo antes posible para dejar de representar un peligro para sus familiares de mayor edad y para el conjunto de la población”. Bennett advirtió de que si las restricciones adoptadas no consiguen reducir la tasa de infecciones, el gobierno no tendrá más remedio que decretar el confinamiento durante las festividades de septiembre.

Como ha ocurrido a lo largo de la pandemia, Israel se ha vuelto a enrocar y ha cerrado sus fronteras para frenar la entrada de los contagios por nuevas variantes de covid. A partir de la semana que viene, los viajeros procedentes de la mayoría de los destinos estarán obligados a aislarse durante una semana, con pruebas de detección al principio y al final de la cuarentena. Tan solo se librarán de la restricción los que procedan de 10 países con baja tasa de contagios, como Austria, China o Nueva Zelanda, siempre y cuando estén vacunados, aporten una PCR negativa en las últimas 72 horas y pasen otra prueba obligatoria a su entrada en Israel.

Juan Carlos Sanz