El reflujo gástrico, el consumo de alcohol y de tabaco pueden originar este tumor agresivo

Alejandro Horvat 

El cáncer de esófago en la Argentina no es uno de los que más muertes provocan por año. Según el último informe de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación, en 2020 fallecieron 1530 argentinos por esta afección, mientras que por el de bronquios y pulmón murieron 8725. Sin embargo, el principal desencadenante del cáncer de esófago es un problema que afecta a muchos: el reflujo gástrico crónico, que está muy relacionado con la alimentación, pero también con el estrés.

Según un estudio de la Sociedad Estadounidense de Cáncer sobre casi 5.000.000 de norteamericanos, la tasa de esta patología casi se duplicó entre 2012 y 2019 en personas de 45 a 64 años. En la Argentina no hay un estudio que permita ver con certeza si esa tendencia se replica en el mismo grupo etario.

Especialistas consultados por la nacion aclaran que los Estados Unidos tienen un índice de obesidad muy alto, que es uno de los factores de riesgo, mientras que esos niveles no se observan en la Argentina. Aunque, advierten, suelen ver con bastante frecuencia en sus consultorios casos de pacientes con reflujo crónico que demoraron años en consultar o que se automedicaron por un tiempo prolongado.

Si bien el último estudio internacional sobre el reflujo gástrico en el que incluyeron a la Argentina se publicó en 2013, el trabajo –citado en el Consenso Latinoamericano de Diagnóstico de la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) de este año– muestra que el país tenía una de las poblaciones con más ERGE del mundo (23%), junto con el Reino Unido y los Estados Unidos.

Roberto De Anton, jefe de la Sección de Cirugía de Esófago del Hospital de Clínicas José de San Martín, explica que hay dos tipos de cáncer de esófago. Uno es el escamoso, que se vincula al consumo de tabaco y alcohol y a una alimentación baja en frutas y verduras. Otro es el que se origina a partir del esófago de Barrett, que es una degeneración de la cobertura interna del órgano debido a la presencia del reflujo gastroesofágico, cuadro que podría generar un adenocarcinoma de esófago.

En los países orientales, describe De Anton, el 90% de los casos es escamoso y solo el 10% surge a partir de un esófago de Barrett, mientras que en los occidentales es al revés. En la Argentina, agrega, esa relación es del 50-50.

“El adenocarcinoma de esófago, que se ubica en la parte inferior del esófago y que se origina a partir del esófago de Barrett, es un cuadro por el cual la cobertura interna del esófago adquiere las características del tejido intestinal como consecuencia del reflujo gastroesofágico en sujetos que tienen una predisposición genética. Si bien el porcentaje de progresión hacia un adenocarcinoma es bajo, del 1% al 2,5%, este tipo de cáncer registró un considerable aumento en su frecuencia en los últimos 30 años”, indica De Anton.

“El llamado escamoso se origina en la cobertura interna del órgano y se ubica en la parte superior y media. Se relaciona con un alto consumo de alcohol y tabaco, y con una dieta rica en nitrosaminas y baja en frutas y verduras”, agrega.

Rosa Ramos, jefa del Laboratorio de Motilidad y de la Sección Esofágica del Hospital Británico, señala que cuando se habla de reflujo gastroesofágico como posible desencadenante de un cáncer de esófago no es un simple episodio de acidez, sino una enfermedad crónica, es decir, pacientes que durante años tienen reflujo más de tres veces por semana y no son tratados. Dentro de los episodios de reflujo, detalla, el nocturno es el más preocupante. “El reflujo que te despierta en medio de la noche es más preocupante que el diurno, porque en la noche no tenemos la inercia del cuerpo, que ayuda a bajar el reflujo, ni tragamos saliva, porque estamos dormidos”, describe.

Horacio Rubio, gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Interamericana de Endoscopía, coincide en que en el mundo occidental el cáncer de esófago distal (en la unión con el estómago) es el más frecuente y explica por qué: “El ácido es un irritante de la mucosa. Eso genera una gran actividad celular para reparar el daño y es ahí cuando crece el riesgo de que aparezca un cáncer. Mientras que el cáncer proximal, que es el que aparece en la parte superior, más cerca de la boca, se vincula con el tabaquismo, el alcohol e incluso con algunas bebidas calientes”.

Según Ramos, el tratamiento para calmar el reflujo es una dieta gastroprotectora y cambiar hábitos de vida, como el tabaquismo o el estrés. Si una persona tiene episodios de reflujo crónico, sostiene la experta, debería practicarse una endoscopía para ver el estado de la mucosa, estudio que también recomienda a modo de prevención para todos los mayores de 45.

“Luego hay otro estudio, considerado gold standard, que es la impedanciometría-pH de 24 horas, que determina qué tipo de reflujo padece el paciente. Puede ser ácido estomacal, biliar, entre otros. Para ese estudio, al paciente se le coloca un cable muy finito que pasa por las fosas nasales y va hacia el esófago, y se estudia durante todo un día”, describe Ramos.

Ambos especialistas resaltan la importancia de consultar a un médico en caso de presentar síntomas, porque, una vez que se desarrolla el cáncer de esófago, suele ser un tumor muy agresivo. El síntoma principal es la dificultad para tragar o disfagia. “Primero cuesta ingerir los sólidos; luego, las consistencias licuadas, y al final, los líquidos, lo cual se asocia a una pérdida de peso. La interacción biológica entre el tumor y el huésped va a determinar el tratamiento a realizar según el estadio oncológico. Dicho tratamiento puede ir desde técnicas endoscópicas hasta cirugía, quimioterapia, radioterapia o una combinación de estas técnicas”, señala De Anton.

“El cáncer de esófago ocupa el puesto 17° entre las causas de muerte en nuestro país”, concluye Ramos.