El coronavirus se ha comportado muy distinto de lo esperando en muchos sentidos. Sin embargo, uno de los más misteriosos ha sido la distribución de decesos según la región. Al contrario de lo que los expertos imaginaban, el virus ha matado más personas en relación a la población en países ricos como Estados Unidos y algunos miembros de la Unión Europea (UE) que en lugares con relativa falta de recursos, como las naciones asiáticas y africanas.

Muertes por coronavirus por millón de habitantes en los 25 países más poblados, ordenados por ingreso promedio.

Las emergencias sanitarias no suelen funcionar de esta manera. Tienden a infligir su peor daño en los lugares más pobres, que de hecho es lo que está sucediendo en Estados Unidos, donde el número de víctimas ha sido mayor en muchas comunidades minoritarias y de bajos ingresos.

Sin embargo, a nivel mundial, el Covid-19 se ha comportado de forma diferente. En un artículo reciente de la revista The New Yorker, el médico y ganador del premio Pulitzer Siddhartha Mukherjee lo describió como “una novela epidemiológica”.

Pero más allá del artículo de Mukherjee, el fenómeno ha recibido sorprendentemente poca atención Estados Unidos. Por lo que The New York Times dedicó su boletín diario a este misterio y sus explicaciones más plausibles.

¿Un milagro estadístico?

Lo más probable es que no, dicen los expertos. Una parte de este patrón probablemente se debe a que los sistemas médicos menos desarrollados no notifican todas las muertes. Pero muchos epidemiólogos creen que gran parte del fenómeno es real.

En la India, por ejemplo, las principales ciudades mantienen estadísticas sobre la mortalidad general, independientemente de la causa, y ha aumentado menos que en muchos países más ricos. Los datos sugieren que tanto Delhi como Mumbai tienen “una tasa de muerte por Covid-19 mucho más baja que en Estados Unidos”, dijo a The New York Times el Dr. Prabhat Jha, que dirige el Centro de Investigación de Salud Global en el Hospital St. Michael en Toronto.

En el artículo de The New Yorker, Mukherjee contó sobre un hospital temporal que los funcionarios locales de Mumbai establecieron el año pasado en Dharavi, un barrio pobre en expansión. Lo cerraron después de que Dharavi sufriera muchas menos muertes de las esperadas.

En los países pobres hay más jóvenes

El Covid-19 suele ser más duro con las personas mayores: más del 80% de las muertes en Estados Unidos se han producido entre personas de 65 años o más.

En África y gran parte de Asia, la población es más joven. Las tasas de natalidad son más altas y otros problemas de salud matan con mayor frecuencia a las personas antes de que lleguen a la vejez. En África subsahariana, solo el 3% de la población tiene 65 años o más. En Pakistán, solo el 4 por ciento lo es. En Estados Unidos, la proporción es del 16% y del 20% en la Unión Europea.

Un factor relacionado puede ser el hecho de que los hogares de ancianos, donde el Covid-19 a menudo se ha propagado de un residente a otro, son más comunes en los países occidentales. Fuera de Occidente, las personas mayores a menudo viven en hogares multigeneracionales.

Sin embargo, la edad no parece contar toda la historia. Los modelos estadísticos que incluyen la edad todavía encuentran recuentos de muertes inesperadamente bajos en muchos países pobres.

Más tiempo al aire libre

La vida diaria tiende a estar mejor ventilada en los países más cálidos y de bajos ingresos. La gente pasa más tiempo al aire libre y las ventanas suelen estar abiertas. El coronavirus se propaga con menos facilidad en estos entornos que en espacios interiores mal ventilados.

Aquí hay una lección valiosa para los estadounidenses y otros países ricos donde las personas pasan la mayor parte del tiempo en oficinas u otros lugares cerrados: las escuelas, las tiendas y los lugares de trabajo pueden reducir la propagación de Covid mejorando su ventilación.

Hoan Kiem en Hanoi el 1 de marzo de 2021Nhac Nguyen – AFP

La inmunidad puede no ser uniforme

Muchos investigadores sospechan que esta es una parte importante de la respuesta. Si los coronavirus anteriores se propagaron más ampliamente en algunos países, el sistema inmunológico de esas personas puede estar mejor preparado para combatir el Covid. “Hay mucha evidencia circunstancial”, dijo a Reuters Salim Abdool Karim, un epidemiólogo sudafricano, “pero no hay pruebas irrefutables”.

De manera similar, un equipo de investigadores indios ha argumentado que las muertes “son más bajas en los países que tienen una mayor población expuesta a una gama diversa de microbios”, como escribió Soutik Biswas de la BBC. La gran proporción de infecciones asintomáticas en la India es consistente con esta hipótesis, dijo a The Financial Times el Dr. Gagandeep Kang, virólogo de la ciudad sureña de Vellore.

Si la hipótesis es correcta, podría ayudar a explicar por qué las muertes son más bajas en África y Asia que en gran parte de América Latina.

La política importa

Ruanda aplicó rápida y agresivamente el distanciamiento social, el uso de máscaras, el rastreo de contactos y las pruebas masivas. También lo hicieron varios países asiáticos. Ghana, Vietnam y otros países restringieron la entrada en sus fronteras. Y un consorcio de naciones africanas colaboró para distribuir máscaras médicas y pruebas rápidas de Covid-19.

“África está haciendo muchas cosas bien, el resto del mundo no”, dijo Gayle Smith, exfuncionaria de la administración Obama.

Una vez más, sin embargo, parece poco probable que esta sea la explicación principal del número relativamente bajo de muertes de Covid-19. Varios países asiáticos y africanos, incluida la India, han tenido respuestas políticas mucho más dispersas, como lo han hecho Estados Unidos y Europa.

La respuesta completa a este misterio seguramente implica múltiples explicaciones. Sean cuales fueren, es una de las pocas formas en las que el Covid-19 no ha sido tan devastador como muchos temían. Cientos de miles de personas en África y Asia aún han muerto a causa de esta terrible enfermedad. Pero muchos otros están vivos hoy por razones que no están del todo claras.

The New York Times

9 de marzo de 2021